Capítulo 4

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Laonis permaneció algunos días en el castillo de los Macdougall y esos días le bastaron para aborrecer a Betty.

Aquella chica no se separaba ni un sólo momento de Alexander y era algo molesto tener que cargar con eso.

Ya se había hablado sobre el Handsfasting y todos habían estado de acuerdo con ello. Laonis también. Prefería medir durante un tiempo el comportamiento de Alexander y si este no cambiaba, lo mejor sería tener una vía de escape.

El día de ritual fue rápidamente estipulado y el castillo se vio envuelto en un torbellino de preparativos. Como no era una boda tal cual, los invitados no eran muchos pero algunos miembros del clan Campbell habían sido invitados, entre ellos sus padres.

A Laonis no se le pidió mucho, sólo que se mantuviera preparada con sus votos. Pero por más vueltas que le daba al asunto, no se le ocurría que escribirle a alguien que ni siquiera conocía. Tampoco creía que el lo mereciera. Apenas la había dirigido la palabra.

Cansada de tanto pensar, Laonis subió a las almenas. Quizas el aire fresco le ayudará a  pensar.
El verano estaba en su apogeo y el paisaje alrededor del castillo era verde y frondoso.

Aún no sabía si ese sería su lugar de residencia. No sabía que pasaría después del Handsfasting. No sabía que pasaría después de un año. Aún no entendía porque Alexander había aceptado la propuesta. Era obvio que si interés Romántico no era ella y que poco podría ofrecerle su unión con ella.

Laonis temía que el matrimonio fuera una tortura y que si llegasen a tener hijos, estos fueran excusas para prolongar la tortura aún más. No quería tener hijos con un hombre que no amaba. No quería que la tocara un hombre al que apenas conocía.

Alexander parecía tener demasiada experiencia. Quizas le gustaran en exceso las mujeres. O sólo Betty. Pero cualquiera de las posibilidades era grotesca.

Laonis no pensaba resignarse a ser humillada de esa manera. Era una mujer , más no un adorno. Que debía hacer? Escapar? A donde?

Todo lo que veía eran colinas peligrosas. Una mujer sola en la nada, no era algo bueno. Pero debía arriesgarse.

Corría peligro de estar atrapada en un matrimonio aberrante sólo por complacer a su padre.

La desesperación la invadió.

Le restaban pocas horas para que iniciará la ceremonia que la uniría a Alexander. Debía idear algo para impedir el enlace.

Alexander se dio la vuelta, furioso. Frotándose la mejilla recién golpeada por Betty, subió directamente a las almenas para intentar calmarse.

Betty no podía esperar a que el no tocará a Laonis. Debía hacerlo. Al día siguiente de la boda mostrarían la sabana manchada de sangre de Laonis. No quería quedar como un tonto.

Pero al parecer, a Betty le importaba poco que Alexander pusiera en juego su reputación a causa de sus celos.

Al llegar a las almenas, paró en seco al ver la figura pálida de Laonis asomándose por el muro de piedra. Cualquiera diría que intentaba arrojarse al vacío.

-Ni siquiera quieres estar en "nuestra" boda?- le espetó con sarcasmo- Aún no has probado mis habilidades como esposo como para que te quieras arrojar por el barranco.

Laonis se giró, sorprendida y asustada. Alexander se inclinó sobre el muro de piedra y después se giró a verla. Una de sus mejillas estaba muy colorada. Como si se hubiera dado un golpe.

-El suicidio es un pecado.- volvió a decir Alexander.

-Me lo dice la persona más piadosa de Escocia? -respondió Laonis con tranquilidad.

La Reina de las nieves.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora