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Jon mira el techo blanco de la habitación del cual cuelga un elegante candelabro de cristal

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Jon mira el techo blanco de la habitación del cual cuelga un elegante candelabro de cristal. Esta estático, es la viva representación de la tranquilidad dentro de esas cuatro paredes con olor a Gucci Bloom. 

Pero no le representa a él, siente como dentro de su cabeza tocara una banda de guerra y que por si fuese poco alguien estrellara figuritas de cerámica contra las paredes. después de ahogarse en  el placer de hace un rato, esperaba sentir una satisfacción más profunda, y no es que no lo sintiera en el aspecto fisico, sino que su pecho seguía sintiendo ese vacio.

Recuerda como Katy se tiro entre sus sabanas y como él deslizo su vestido negro entre su cuerpo, como sus manos estrujaron sus senos y le provoca agitar la cabeza, como si no reconociera al Jon lleno de deseo.

Son casi las cinco de la madrugada, y esta sentado con la espalda recagarda a la cabecera de la cama, su pierna derecha cuelga fuera del colchon y empina otro vaso de vodka sobre su boca, alza la cabeza y siente como aquel liquido corre por su garganta y hace sentir un calor dentro de su estomago. Aprieta sus labios, la sensación es amarga. Reconoce ese sentimiento de soledad aunque Katy estuviera a su lado, durmiendo, con un rostro dulce.

Frente a él, en aquel espejo del tocador blanco repleto de perfumes y cremas, puede ver a un Jon de años atrás, derrotado, ahogando sus penas en vodka y a veces en ron. Extrañando a la mujer de su vida que había muerto. Incapaz de sacarse la frustracion de encima, porque no habia precio ni acciones que la trajeran devuelta, aquello le provocaba quererse arrancar la ropa, la piel, y el corazón. Sentía que Dios le había abandonado, que sus plegarías fueron desechadas a la basura. Que tan solo le había dejado recuerdos, la sonrisa cálida de su rostro, su cabello oscuro, y su cuerpo con medidas imperfectas y la certeza de que la amaría siempre. Si tan solo Dorothea viviera... no habría precio que no pagaría por verla otra vez. Por retomar su vieja vida en Jersey. 

Más sin embargo, hay una sensación que le advierte que esa no es la pieza que le falta. Es alguna que se asemeja, que le provoca la misma calidez y pureza de un amor. 

Niega con la cabeza. Probablemente, el Jon de unas semanas atrás se sentía feliz superándose a si mismo en Londres, dejando el alcohol de lado y sus momentos de profunda tristeza.

Su cabeza se sacude más de la cuenta y piensa que quizá esa pieza faltante era a causa de Becka, quizá si la amo, quizá si fueron pareja, pero ahora que se había marchado también había dejado un sentimiento similar de vacío dentro de su pecho. Por un momento creyó firmemente en esa idea.

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Nunca más extraños (Jon Bon Jovi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora