•Niñera•

15K 549 22
                                    



— Ya, Stephen, no más.— Dices agotada. Habían tendió sexo en la ducha y luego tres veces más en su cama.

— Está bien.— Se sale de ti una vez que te besa de nuevo. Ambos se visten e insiste en acompañarte para ir por la pastilla del día después. No se habían cuidado.
En cuanto llegan de la farmacia vas a la cocina y Stephen te persigue.

— No, esto no está bien, soy la niñera de su hija.— Tratas de quitar sus manos de tu cintura pero no lo logras, lo que logras es que junte más su masculinidad a tu trasero y te abrace por la cintura.

— Ya eres mía, Samantha.— Susurra causándote un escalofrío.— Solo mía.

Ibas a protestar pero en ese momento entra en la cocina Annie, la pequeña de cinco años.

— Papi, papi.— Stephen se separa de ti.— Quiero helado. Hola, Sam.

— Ahora vamos a cenar, cariño.— La toma en sus brazos.

— ¿Sam va a cenar con nosotros?— Agarra su peluche.

— No.

— Si.— Te mira.— Samantha cenará con nosotros.— Salgamos de la cocina para que Atenea pueda hacer la cena.

Salen con la pequeña en brazos y después lo haces tú dirigiéndote a tu habitación. No entendías lo que Stephen decía, que eres suya. Si quiere que tú seas su amante no estabas dispuesta a eso, lo que había pasado había sido un desliz, te habías dejando llevar. Aunque quisieras repetirlo, sabías que no era lo debido.

En cuanto cae la noche y después de la cena, vas a tu habitación pero Stephen te detiene.

— No, chiquilla.— Te abraza por detrás.— Ven a dormir conmigo.

— No, señor Stephen.— Agarras sus manos.— No es correcto.

— Si lo es ¿Qué te detiene?— Te hace voltear para verte a los ojos.

— Todo, trabajo para usted, no estoy a la altura social suya, Además no soy un juguete ni mucho menos seré su amante.— Lo miras.

— ¿Y qué importa lo primero?— Frunce el ceño.— Con respecto a lo otro, no quiero que seas mi amante, si fuese así no te dijera que eres mía.— Se acerca a ti.— Me fascinas, Samantha, este año que llevas cuidando a mi hija me has demostrado que eres una excelente mujer. Mi hija te a ama. Ahora que te hice mía no tengo duda de que quiero que tengamos algo.

— ¿Qué? No, no le creo.— Niegas con la cabeza.

— Tutéame y entiendo que no me creas pero dame una oportunidad.— Te juntó hacia él.

Stephen era un grande empresario, el cual tenía una hija, era padre soltero ya que la madre de la niña los había abandonado. Stephen siempre había sido un mujeriego y una vez en un descuido le llegó su bendición. Tú eras testigo de cómo a veces llegaba tarde en las noches y una vez lo escuchaste hablar por teléfono al parecer discutiendo con una mujer. Nunca llevaba a sus amigas a la casa, ya que respetaba a su hija, pero si tenía un apartamento para hacerlo. Así que por lo mujeriego que era no le creías que se hubiese enamorado y menos de ti.

— Usted.— Suspiras.— Tú eres muy mujeriego y no te creo nada, lo mejor es que olvidemos lo qué pasó.

— No lo haré.— Aprieta la mandíbula.— Voy a conquistarte.

Y así hizo, Stephen no descansó hasta que lograra convencerte de lo que sentías por él. Cuando sacaba a pasear a Annie, siempre te llevaba y decía cosas que te conquistaban el corazón, también insistió en que fueran a cenar y así lo hicieron. Luego volvió a hacerte suya en su habitación en una noche donde no aguantaste la tentación.

Hoy estabas dispuesta a darle una oportunidad, dejar a un lado todos los prejuicios y creer en él. Pero en cuanto entras a su despacho lo ves con una rubia despampanante. No estaban haciendo nada malo, pero ella si tenía sus manos en los hombros de él.

— ¿Y esta? ¿Por qué la niñera entra así como así?— Reprocha.

— No es la niñera.— La Aleja de él.— Es mi mujer, te la presento.— Caminó hacia ti pasando su brazo por tu cintura.

— ¿Qué?— Abre su boca.— No puede ser cierto.

— Lo es. Ahora vete.— Ordena.

La chica se va furiosa de ahí golpeando tu hombro con el suyo.

— ¿Por qué dijiste eso?— Lo miras.— ¿Iban a hacer algo?

— No, no.— Toma tus mejillas.— Lo dije para que se fuera y no siguiera insistiendo que fuésemos algo, y también porque quiero que seas mi mujer.

— Yo venía a decirte que quiero ser tu mujer.— Sonríes mirándolo.

— ¿De verdad?— Una sonrisa aparece en su rostro.

Asientes y Stephen te besa. A partir de ese momento comenzaron una relación que Annie encanta aceptó. Se convirtieron en una familia y Annie tuvo la madre que siempre añoró.


¡Hola! Corto, lo sé, pero de verdad tengo poca inspiración ya. 🤦🏼‍♀️ tengo agotamiento mental y aún tengo dos Capítulos por escribir, uno aquí y otro en otra novela.
Chau, babes!

One Shots de S.J #2 #WATTYS2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora