Sergéy se percata de ello, se levanta y posa las manos en mis hombros. —Tranquila. No vayas a perder el control —susurra casi inaudible—. Ha sido por el síndrome. Ha desarrollado diabetes tipo 1, pero los doctores la tienen controlada y pronto se irá a casa.

—Estaba teniendo un tratamiento, ¿por qué sucedió esto? Y no me has respondido el porqué me lo dices hasta ahora —suelto.

Él suspira.

—No soy médico, ¿sí? Te estoy repitiendo lo que me dijo Boris. Él tampoco sabe mucho.

Me zafo de su agarre.

—¡Ustedes los hombres son unos idiotas que no piensan más allá de su maldito pene! —ladro, agarro mi bolso y saco mi móvil. No me importa ocultarme ahora, solo me interesa saber exactamente qué tiene mi hermana—. ¡La gente pregunta, se orienta, despierta el sentido del saber! ¡No pueden conformarse con tan poco y darme una explicación tan vaga de lo que tiene Yelena! —Mis manos tiemblan mientras busco el número de Boris que tengo agendado. Cuando voy a marcar la tecla de llamada, me arrebatan el teléfono—. ¡Dame eso! —le exijo a Sergéy.

—¿En serio vas a arruinar todo? ¡Hemos trabajado por semanas ocultándote y vas a echar esto a la mierda por no saber todo a detalle!

Tomo una respiración profunda.

—Dame el maldito teléfono —rechino muy lento.

Sé que no estoy siendo razonable y sé que Sergéy está en lo correcto, pero es mi hermana, mi sangre, una bebé inocente que he prometido proteger con mi vida.

—Piénsalo mejor, Svetlana —la voz dulce de Dasha me hace mirar en dirección al pasillo. Ella me contempla con preocupación—. Puede llamar Sergéy o yo, mas no tú. No lo hagas.

Llevo mi mano a mi frente e inhalo largo y tendido. Siento una desagradable presión en mi pecho que amenaza con asfixiarme. Necesito saber más sobre mi pequeña Nadya.

—Bien. Llama tú y pídele a Boris que te pase a mamá. Exígele todos los detalles, por favor. —Dasha asiente y Sergéy le tiende su móvil personal. Me vuelvo hacia él—. ¿Desde cuándo lo sabes?

—Hace unas horas.

Suspiro.

—La próxima vez, me pones un texto. ¿Algo más que me saque de mis casillas? —Paso mis dedos por mi pelo. Sergéy pone un rostro más duro.

Maxim carraspea. Había olvidado completamente que él está aquí.

—Mis hombres quieren que des la cara. Te has mantenido resguardada, ellos quieren que les des motivos y razones para continuar contigo y no con Lavrov. —Levanto mis cejas ante las palabras de mi contacto—. Si bien no les hago caso en todo lo que dicen, esta vez me temo que tienen razón. No darles explicaciones de tus actos, pero preservar en el equipo el deseo de seguirte a ti y demostrar que la Bratva no está dividida, que nada más está pasando por un momento difícil. Solo te pido una reunión, solo una.

La Rusa©On viuen les histories. Descobreix ara