Capitulo 2: Viaje De Última Hora

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El funeral fue más doloroso de lo que pensaba. Aún estaba en shock y no podía digerir todo lo que estaba pasando por más que lo intentaba.

El día anterior había conseguido que Adri me llevara al hospital en lugar de ir a casa. Cuando llegué al hospital tuve que enfrentar la verdad de frente.

Me condujeron a la habitación donde habían preparado a mi madre para que pudiera despedirme de ella. Habían pasado alrededor de 30 minutos desde que había salido del colegio y aún tenía la sensación de que todo era una pesadilla y que despertaría de pronto gritando. Pero eso nunca pasó.

Los doctores hablaron conmigo, dijeron que mi madre había llegado en estado crítico, con múltiples hemorragias ocasionadas por el impacto del choque, repetían que habían hecho cuanto habían podido pero que al final tuvieron que dejarla ir.

Entré a la habitación despacio, me acerqué a la cama y de inmediato me derrumbé por completo cuando la vi. Estaba cubierta de hematomas por todo el rostro y los brazos, la piel que se había salvado de los golpes estaba roja y su cara estaba hinchada. Sentí pánico. Me aferré a su brazo un momento y después sostuve su mano. Estaba helada, pero aún se sentía como su mano. Me subí a la cama y me acurruqué a su lado, cerré los ojos y la rodeé con mis brazos. En mi mente intenté evocar el recuerdo de mi madre aún con vida.

Esa era mi madre. Ese era el recuerdo que quería guardar de ella, porque esa era ella y eso es lo que hubiera querido para mí.

- Mamá – comencé, pero las palabras se atoraban en mi garganta. Tomé una gran bocanada de aire y limpié las lágrimas de mis mejillas. Levanté la vista hacia su rostro y comencé de nuevo – Mamá, no quiero dejarte ir, eres todo lo que tengo, eres todo lo que me queda – me detuve. Pensé en mi padre por un momento y las lágrimas rodaron por mi rostro de nuevo. Sentí como si algo hubiera hecho un clic en mi cabeza de repente – Lo entiendo – dije levantándome – Entiendo que tienes que irte, entiendo que tienes que estar con papá ahora, así que está bien si tienes que hacerlo. Está bien, lo entiendo.

La imagen de mi madre en esa cama se asentó en alguna parte de mi cerebro y supe que jamás podría olvidarla. Por más que quisiera, por más que intentara hacerlo. Por más que me aferrara al recuerdo de verla con vida, la imagen que tenía frente a mí se quedaría ahí para siempre. Un escalofrío recorrió mi espalda y supe que tenía que marcharme.

-Te amo mamá – dije dándole un beso en la frente – Te amo. Quisiera tener más tiempo para decírtelo más, pero voy a estar bien, te lo prometo. Voy a estar bien – repetí. Más para convencerme a mí misma que para decírselo a ella.

Solté su mano y me alejé un poco. Me quedé parada observándola por un momento más y después salí de la habitación.

Luego del entierro las personas se acercaron a mi para darme el pésame y se fueron dispersando poco a poco hasta que sólo quedaban menos de 5 personas alrededor.

- Las personas ya se fueron linda, ¿lista para irnos? – dijo mi tía Carolina. Ella era el único familiar que me quedaba, la única hermana de mi madre. Al salir del hospital el día anterior la llamé para darle la noticia y 5 horas después ella estaba conmigo.

- Sí tía, ya estoy lista.

De reojo vi que Sam se dirigía hacia donde estaba. Volteé hacia él y una sonrisa se dibujó en su rostro.

- Tía, acabo de ver a un amigo, voy a saludar y en seguida estoy contigo ¿sí?

- Claro cariño, te esperaré en el auto – dijo mi tía y se alejó.

Empecé a caminar para acortar la distancia entre Sam y yo y para alejarme un poco de la vista de mi tía.

- Hola – dijo Sam cuando llegué a su lado.

Nada Es Para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora