Capitulo 1: Un Deceso Mortal

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Tenía un dolor de cabeza infernal. Todo me daba vueltas y me sentía terrible

- ¡Mamá! - grité desde mi habitación. En seguida el sonido de las pisadas apresuradas de mi madre subiendo las escaleras.

- ¿Qué pasa? - preguntó algo agitada por la carrera. La miré y noté lo hermosa que se veía, aún por las mañanas cuando nadie lo es.

Sus grandes ojos marrones en los que se pintaba una mirada de ternura que te hacía olvidar todo, su hermoso cabello dorado cayendo por su espalda en espirales, el aroma de su shampoo de frutas. Su cálida sonrisa, sencilla y preciosa. Su pequeño y delgado rostro de tez apiñonada. Ella era hermosa sin siquiera intentarlo. Era alta y esbelta, con ese encanto de las actrices de los años 50's. Era comprensiva, compasiva y dulce, me comprendía como nadie y siempre sabía qué decir para hacerme reaccionar o hacerme sentir mejor.

-Tengo un dolor de cabeza horrible, creo que hoy no iré al colegio - dije tumbándome de nuevo en la cama.

-Pero tienes que ir, tienes exmen - me levantó de la cama y me llevó hasta el closet.

- Pero mamá, aunque vaya no voy a concentrarme. En verdad me siento mal - me volví hacia la cama.

Mi madre se acercó a mí y tocó mi frente.

- Bueno, no tienes fiebre, así que no es nada grave - dijo levantándome de nuevo -. Ahora, tienes 10 minutos para arreglarte. Te conseguiré una aspirina y bajarás a desayunar - dijo sacando ropa de mi closet.

-Eres imposible – le planté un beso en la mejilla.

-Entonces lo sacaste de mi- dijo burlona mientras salía de mi habitación -. 10 minutos – habló desde las escaleras.

Me puse en marcha. Tomé la ropa que mi madre había sacado y me vestí. Me acerqué al tocador y me amarré el cabello en un moño. No tenía mucho que hacer conmigo. Era de tez apiñonada como mi madre, tenía ojos medianos color nuez, labios delgados, rosados y pequeños, nariz promedio, cabello ondulado color cobrizo con matices rojizos, estaba cortado en capas y la más larga se prolongaba hasta la mitad de mi espalda. Era delgada y de estatura sólo un poco más alta que el promedio. No era una chica vanidosa o con una autoestima elevada hasta el cielo, pero estaba bien conmigo siendo yo.

- ¡Katheryn! - me llamó mi madre desde la escalera -. ¡El desayuno está listo!

- ¡Ya voy mamá! – tomé mi chaqueta y bajé las escaleras.

Me senté a la mesa con el desayuno servido. Mamá era una gran cocinera y me encantaba desayunar con ella antes de que cada una empezara su día por separado.

- Está delicioso mamá - dije con la boca llena.

- Gracias cariño - esbozó mi madre con una sonrisa.

Hacía 3 años que mi padre había fallecido por un infarto y mi madre y yo nos permitimos derrumbarnos por un tiempo hasta que decidimos que era momento de continuar juntas. Ella era lo más importante para mí en todo el mundo. Era la única familia que me quedaba.

Subí a mi cuarto a cepillarme los dientes, arreglé un poco y después tomé mi mochila y bajé a la entrada.

- Me voy mamá – dije rodeándola con los brazos y le di un beso en la mejilla.

- Cuídate cariño. Nos vemos más tarde – dijo devolviéndome el beso.

Tomé las llaves de mi auto y salí de la casa.

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- ¡Hey!, ¡Kat! - dijo Adriana devolviéndome a la realidad.

Nada Es Para SiempreWhere stories live. Discover now