8. ¡Oí un disparo!

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—No lo sé, pero no creo que alguien esté cazando algo— dije con expresión sería. Nunca nadie cazaba en los bosques de Rushville, era ilegal eso lo sabía porque el alguacil lo había dicho, solo era legal en algunos lugares del estado, pero no en Rushville y aquello resultaba muy extraño, ya que los últimos acontecimientos no nos dejaban tener suficiente paz como para relajarnos por completo o creer que era solo cacería.

—No creo que sea algo malo— Leila nunca parecía asustada y en aquel momento estaba muy tranquila y supongo que tenía razón, ya que solo había sido un disparo, podía ser cualquier cosa.

—Yo no lo vería de esa forma—dije con voz fuerte. Sabía que ellas no entendían cómo funcionaba todo aquello, yo en cambio empezaba a percibir un aroma extraño en la tarde, pero no estaba segura de lo que podía ser y de esa forma no podía sacar ninguna conclusión, así que traté de olvidarme del asunto y me concentré en las personas que estaban frente a mi.

Estuvimos el resto de la tarde hablando sobre las clases y el baile de invierno, pero nada era más importante que el baile de graduación y la graduación en sí, ya que era el momento que más esperábamos. Siempre habíamos soñado con marcharnos a la universidad y nos emocionaba más el hecho de pertenecer a una fraternidad; Kim no dejaba de hablar de las fiestas que se hacían los fines de semana, aunque yo no pensaba tanto en eso, yo solo pensaba en un modo de alejarme de Rushville, ya que no quería quedarme atrapada en los viejos lugares del pequeño pueblo.

Estuvimos en Olsen y charlamos como siempre lo hacíamos los fines de semana en los años anteriores y a Kim se le ocurrió tomar una fotografía de nosotras mientras tomábamos malteadas. Marina Olsen tomó la última fotografía de nosotras juntas en el momento que éramos realmente felices y sonaba una canción muy bonita como solía ser siempre y eso hacía que el momento de volviera más intenso e inolvidable.

No tenía idea de que aquello sería lo último que haríamos juntas, yo esperaba volver a verlas cuando el verano finalizara, de haber sabido que era la última vez me habría detenido a disfrutar un poco más, así no me habría resultado tan doloroso.

Cuando llegué a casa ya había oscurecido y mamá y Carl ya estaban en la cama, lo que significaba que era realmente tarde, pero no me importaba porque había tenido una tarde muy agradable y nada podía arruinar lo bien que me sentía.

Entré en mi habitación y lo primero que hice fue ponerme el pijama porque ya no quería llevar el uniforme de la preparatoria. Saqué mis libros y decidí terminar mi ensayo del cual ya había avanzado bastante; al poco tiempo de empezar con mi ensayo, empezó a llover y todo me resultó más agradable y tranquilo.

Observé el techo de mi habitación iluminado por pegatinas que simulaban ser estrellas y me sorprendí porque al igual que siempre, me resultaba hermoso la manera en que se extendían por todo el techo, creo que era algo digno de apreciar al igual que las estrellas reales, pero en aquel momento no podía mirarlas, así que me bastaba con observar el techo.

La canción Electric touch de Arizona sonaba por toda la habitación y le daba un toque muy agradable a la lluvia. Di un par de vueltas y me moví al ritmo de la música, era perfecto, mi soledad era perfecta.

Escuché tres golpecitos en la ventana y sonreí mientras negaba con la cabeza. Sabía que era Dylan y lo peor de todo era que le estaba gustando la excusa de meterse en mi habitación cuando llovía, ya que nunca llevaba camiseta; abrí lentamente y lo observé mientras entraba, ya no traía el uniforme, ahora llevaba una sudadera de color caqui que se pegaba a su cuerpo por la lluvia.

—Hola— su sonrisa era terriblemente sexy llamó mucho mi atención. ¿De verdad era Dylan?

—Es tarde ya ¿No lo crees?

Rushville ©Where stories live. Discover now