Alta

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Había tenido un mes completo para aprender a cambiar pañales, darle el biberón, cambiarla, bañarla, y no lo hacía nada mal.

Se colocó una camiseta porta bebé, y luego tomó a la niña, acostándola sobre su pecho, antes de taparla. De esa forma, podría llevarla a donde fuera sin dificultad alguna, la niña estaría protegida del frío, y estaría siempre sintiendo su aroma, para que no llorara.

—Ilu, ya estamos listos para irnos —sonrió tomando el bolso con las pertenencias de la bebé.

Ya había firmado el alta, por lo que eran libres de irse. Cep había pedido un auto para que los llevarán hasta el asentamiento de mujeres.

Si bien él sabía y podía manejar, no quería hacerlo con la niña.

***

—Kumi, ellos han llegado.

La castaña salió rápidamente a su encuentro, ansiosa por ver a Ilu. Miró confundida a Cep, al verlo sin la bebé.

—¿Dónde está la niña?

—Ta dá —sonrió quitándose el abrigo—. Creo que se me pegó un abrojo, muy hermoso por cierto, cuando salía del hospital.

—¿Pero qué haces? La estás apretando así, Cep —le dijo en un tono molesto, al ver como llevaba a la bebé—. Quítatela de ahí, y dámela.

—No la apreto, ella va cómoda así, durmió todo el viaje —le dijo con calma, acariciándole la cabeza.

—¿Puedas dármela? Quiero cargarla.

—Mejor entremos, aquí hace un poco de frío.

Entraron a la casa de Kumi, dónde estaban de visita Micaeli con sus dos hijas. Todas estaban ansiosas y emocionadas por conocer a Ilu.

—Hola Cep —pronunció la alta rubia.

—Hola —sonrió—. ¿Vino a conocer a su nieta?

—Sí, un poco idiota el padre que le eligieron, pero veo que al menos sigue viva —le dijo acercándose para ver a la bebé.

—Puff, las enfermeras me felicitaron por mi trabajo —pronunció orgulloso, desabrochando el cinturón frontal que tenía la camiseta, para sacar a la niña.

La tomó con cuidado, sonriendo al ver que parecía una ranita en la posición en la que estaba, y se la entregó a Kumi.

—Pequeñita, al fin puedo tenerte de nuevo —pronunció en un tono bajo, besando su frente.

—Es una niña muy bonita —sonrió Micaeli.

—Es preciosa —le dijo Kumi acostándolo contra su pecho.

Pero la pequeña Ilu, pasó su naricita por la piel de ella, comenzando a quejarse.

—Kumi, creo que será mejor que me la des —le dijo el castaño.

—¿No? ¿Por qué? Ella-

La niña comenzó a llorar, con ese tono, que como había dicho Cep, parecía un gatito.

—No hueles a mi, dámela.

—Yo la calmaré —le dijo en un tono molesto, abrazándola a ella.

—Sólo la harás llorar en vano.

Ilu apretó sus puñitos, sin querer escuchar nada, ni que Kumi la tocara. Sólo buscaba con su nariz el aroma de Cep, como un cachorro a su madre.

Y al olfatear el pecho de ella, y no hallarlo a él, sólo estaba frustrando a la bebé. Su llanto se hizo más fuerte, y el muchacho no lo soportó más.

—Suficiente —gruñó quitándosela, acostándola contra su pecho—. Ya bebé, aquí estoy, ya —le dijo en un tono calmo, besando su frente—. Aquí estoy ¿Lo ves? Yo te cargo, gatita —sonrió.

La niña hizo lo mismo con Cep, pasando su nariz por su piel, y al sentirlo, apoyó su mejilla contra su pecho, quejándose, hasta quedarse dormida poco a poco.

—Muy bien, tranquila —sonrió divertido, acariciándole la espalda—. Qué carácter que vas a tener, pequeña.

La joven líder lo miró con el ceño fruncido, molesta.

—Quiero que la dejes en mi casa y te vayas.

Cep levantó la cabeza y la miró curioso.

—¿Disculpa?

—Nosotros ya habíamos hablado de esto, sólo fue una adopción provisoria, hasta que yo pudiera hacerlo. Es mi hija, quiero-

—Tu no me vas a sacar a la bebé —gruñó—. Para ella eres una desconocida, ya perdió a su madre, y pasó por muchas cosas, para que tú quieras alejarla de mí.

—Es mi hija —gruñó con rabia Kumi.

—Kumi —pronunció alto su madre, mirándola seria—. Ven conmigo.

—No, quiero que me dé a la bebé.

—Ven conmigo, dije —gruñó tomándola del brazo, llevándosela a otra habitación.

—¿Qué quieres? No voy a permitir que me quite a la niña.

—¿A caso no te das cuenta que es una bebé muy pequeña? Ella sólo conoce a Cep, si la alejas de él, la niña no estará bien. Y Cep tiene un gran cariño por ella, la ha cuidado todo este tiempo, no puedes pretender que te la dé cómo si se tratara de un juguete.

—Pero ella era mía, él sólo-

—Yo también tuve que compartirlos con tu padre, porque sabía que era lo mejor para ustedes. Si tú quieres a esa bebé, y te preocupa su bienestar, no la alejarás de Cep.

...

¡Ya podemos participar en los Wattys! 😍💕❤️

KumiWhere stories live. Discover now