𝐏𝐑𝐎́𝐋𝐎𝐆𝐎

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Una suave melodía se podía oír a través de las paredes de aquella sala de música. El mayor de los hermanos Sakamaki frunció el ceño levemente, pues normalmente estaba vacía ya que la mayoría de estudiantes sabían que él siempre estaba ahí aunque solamente fuese para dormir tranquilamente.

Podía distinguir claramente el nítido sonido del piano. Soltó un pequeño suspiro para seguidamente abrir aquella puerta. Ante él estaba la figura de una joven de cabellos oscuros,aunque su cara no se podía ver debido a que se encontraba de espaldas.

Sus dedos se detuvieron, provocando que las notas que anteriormente sonaban quedaran en el olvido. Se giró en dirección a la entrada del aula, haciendo que aquellos ojos achocolatados pasaran de analizar su figura a centrarse en los orbes de zafiro del contrario.

--- ¡Lo siento! ¡Creía que el aula no estaba ocupada! ---exclamó la femenina entre algunos tartamudeos, dejando así oír su voz. Una dulce voz que, aunque no lo admitiera, cautivó al rubio desde el primer momento en que la oyó. El lugar se quedó en absoluto silencio durante algunos instantes, haciendo que así la chica se pusiera más nerviosa. ¿Tanto había llegado a molestarle aquello?---. Uh, yo. . . ya he terminado, mejor me voy ---dijo en un susurro mientras se levantaba de la banqueta y caminaba hacia la salida, teniendo que pasar por el lado de aquel chico. Más las siguientes palabras del contrario la sorprendieron un poco.

--- Haz lo que quieras ---fue lo único que dijo para así, seguidamente, ir hacia el fondo del aula y apoyarse en una de las paredes, bajando poco a poco hasta acabar sentado en el suelo.

La chica no sabía muy bien que hacer en esos momentos. Quería quedarse y seguir tocando tranquilamente, pues era algo que le gustaba y la ayudaba a relajarse; pero por otro lado, no quería molestar al mayor, aunque él mismo le había dicho que le daba igual lo que hiciera. Para sorpresa suya, nada más girarse en su dirección notó que estaba completamente sumergido en el sueño con la música puesta.

« Uh. . . ¿Puede alguien dormirse con tanta rapidez?» fue el único pensamiento que pasó por la cabeza de la fémina al ver aquella escena. Soltó un pequeño suspiro para volver a dedicarse a lo que anteriormente estaba haciendo. Aunque no quería hacer mucho ruido para no despertarlo no se podía alterar el volumen del sonido que emitía aquel piano; para su suerte, él no se quejó en ningún instante, algo que la alivió mucho.

Aquel momento tan relajante fue interrumpido por los llamamientos de una de las tantas alumnas de aquella escuela. Se oía su voz a través de las paredes, por lo que la de hebras oscuras inmediatamente dejó de tocar debido al pequeño escándalo que formaba.

--- ¡Doyeon-san! ---gritó de nuevo, buscando a los alrededores del pasillo.

Rápidamente, la chica se levantó de la banqueta. Su mirada se fijó en el rubio que había yacido sentado durante todo aquel tiempo. Se acercó, aún sabiendo que no la podía ni ver ni escuchar, para ponerse a su altura y susurrarle un pequeño «gracias». Segundos después ya se encontraba en el pasillo con su compañera, yendo rumbo a su aula.

Lo que ella no sabía, ni iba a saber, es que durante toda aquella estadía el mayor del clan Sakamaki estuvo escuchando aquella suave melodía producida por sus delicados dedos y escuchó aquel pequeño agradecimiento.

--- ¿Doyeon?. . . Ah, que humana más molesta ---musitó mientras volvía a su postura inicial.

Y aunque se estaba quejando, no podía evitar que una leve sonrisa saliera a flote por la comisura de sus labios al pronunciar dicho nombre.

𝐌𝐄𝐋𝐈𝐅𝐋𝐔𝐎 ━ 𝐒𝐡𝐮 𝐒𝐚𝐤𝐚𝐦𝐚𝐤𝐢 ©Where stories live. Discover now