Okinawa

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¡Vacaciones! ¡Dulces y bellas vacaciones! Al fin soy libre de este horrendo Instituto y de todos sus estudiantes, en especial de ese estúpido F4.

Tras hablar con los profesores de ballet llegamos a la conclusión de que lo mejor era posponer el evento hasta después de las vacaciones, y ahora que estoy libre de toda mortificación tendré tiempo para descansar de todos estos meses agobiantes.

El Instituto organiza un viaje cada año para los estudiantes, pero ya he tenido bastante de esos sujetos, prefiero visitar a mi abuelo en  Okinawa junto a mis amigas como cada año. Mi madre nunca viene conmigo a visitar al abuelo, y obviamente tampoco permite que Yuemi me acompañe por dos razones, la primera es porque piensa que sería verdaderamente inapropiado que mi abuelo conozca a mi media hermana, y supongo que tiene razón porque antes de que mamá se casara de nuevo el abuelo venía a visitarnos todo el tiempo aquí en Tokio. Supongo que para el abuelo debe ser duro el hecho de que mamá haya hecho una nueva vida después de la muerte de papá. La segunda razón es que el corazón de mi hermana no resistiría el viaje, al menos no sin un corazón nuevo, pero es complicado encontrar a algún candidato que sea aceptable para el organismo de mi hermanita.

Apenas salí de clases corrí a casa junto a mis amigas para empacar. Durante todo el año trabajamos duro para poder pagar nuestros boletos de avión, y siempre es realmente satisfactorio ver el resultado, aunque me parte el corazón despedirme de mi hermana.

Ahora estamos en el aeropuerto esperando nuestro vuelo.

-Debes estar realmente feliz- me dice Hitomi- después de tanto tiempo verás tu abuelo.

-Lo estoy, pero debo pedirles algo importante a todas.

Todas me miran con atención.

-No vayan a mencionar nada relacionado con Shinhwa, ni el accidente del correo, ni el Instituto ni mucho menos los F4.

-¿Por qué?- preguntan al unísono.

-No quiero preocuparlo, además, voy a Okinawa para alejarme de todo eso, no quiero tener que hablar sobre el tema mientras me sea posible. Espero que la playa me ayude a olvidar a cierto individuo.

Antes de que puedan preguntar otra cosa escuchamos una voz anunciando la hora de abordar, así que enseguida nos ponemos de pie y corremos al abordaje del vuelo más barato que encontramos a la isla de Okinawa.

El despegue siempre es un infierno en el que mi temor por las alturas no logra pasar desapercibido, pero una vez que nos encontramos en las alturas encuentro la sensación más pacífica del mundo, rodeada de esponjosas nubes y una vista espectacular. El vuelo sólo duró dos horas, pero eso fue más que suficiente para sentirme auténticamente lejos de todo, y en menos de lo que esperaba ya era la hora de aterrizar.

Me puse el cinturón a la velocidad de la luz y me aferré al asiento lo mejor que pude mientras apreté los ojos con las mismas fuerzas.

-Si sigues haciendo eso arrancarás el asiento- sentenció Hitomi entre risillas.

-No tiene gracia- respondo ansiosa y ella ríe con más entusiasmo.

Finalmente acaba mi suplicio y bajamos a tierra firme sanas y salvas y nos encaminamos al sitio en donde mi adorado abuelo nos espera. Estoy impaciente por darle un enorme abrazo.

Mientras avanzamos en la mas absoluta alegría siento la total certeza de que nada podría arruinar estas vacaciones, o eso creía hasta que comprendí que por alguna razón que soy incapaz de imaginar, la vida, en definitiva, me detesta al ver a los estudiantes de Shinhwa justo a veinte metros de donde estoy.

-Tiene que ser una broma- digo con el alma en el suelo.

Mis amigas parecen no saber de qué rayos estoy hablando hasta que visualizan entre los turistas a los F4.

La bailarina rojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora