¡¿Nuevo colegio?!

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-Hija, debes aceptar la oferta- dijo mi madre con tal dramatismo que ella misma pareciera la víctima del asunto.

-Madre, por favor, déjame pensarlo- supliqué

No puedo creerlo, mi propia madre está atando una soga en mi cuello, es tan injusto, no quiero aceptar la oferta, por muy prestigiosa que sea esa escuela para todo el mundo, para mí no es más que un nido de niños ricos, mimados y pretenciosos que no van a dudar en hacerme su blanco, en especial los dichosos "F4" después de haber frustrado sus planes. Lo único que quería era evitar que ese pobre chico se lanzara del edificio, ¿qué clase de personas viles y crueles pueden molestar a alguien al grado de que ese alguien quiera suicidarse? Inaceptable, simplemente inaceptable.

Me levanto de la sala y me dirijo a mi habitación siendo perseguida por mamá.

-No quiero que lo pienses, Hare, quiero que aceptes.

-Pero yo no quiero ir a esa escuela, mamá- insistí- por favor entiende, no necesito ir, estoy contenta en la que estoy ahora, ahí están las personas que quiero y que me importan. Ahí están mis amigas, mis profesores y todo lo que necesito aprender.

Acelero el paso esperando que mamá se canse de perseguirme, pero es inútil, lleva toda la tarde insistiendo, no puedo creer que sea tan perseverante.

-Hija, ya sea que quieras escuchar o que me cierres la puerta de tu habitación, voy a insistir el resto de mis días hasta que aceptes la beca que te ofrece Shinhwa- amenazó.

Esto ya es imposible, tomo mi abrigo y camino a la puerta de la casa, necesito charlar con las chicas. Me pongo los zapatos a la entrada de la casa y abro la puerta.

-¿A dónde vas?- me pregunta mi querida hermanita Yue-chan desde la cocina.

-A pensar- digo antes de que mamá me persiga y cierro la puerta.

Camino un par de pasos y toco la puerta de Natsuki-chan, espero unos segundos y su madre abre la puerta. Hago una respetuosa reverencia.

-Buenas noches, Harada-san- saludo ocultando mi mal humor.

-Hare-chan, hola, querida, ¿buscas a Suki, cierto?- me pregunta con una bella sonrisa en el rostro.

Asiento con la cabeza y me deja pasar a la casa.Me quito mis zapatos a la entrada y me pongo unas lindas sandalias que la señora Harada-san compró para mi y para las chicas, ya que venimos todos los días, y pasa lo mismo con el resto de nosotras, todas compramos sandalias para todas.

Todos los apartamentos del edificio son amplios y muy bonitos. Hay muchas cosas que me gustan de mi edificio, pero lo que más me fascina es que mis mejores amigas y yo seamos vecinas. Nos hemos hecho de tal fama que nos han apodado en el edificio como "las reinas de corazones", me encanta, siempre me ha causado gracia.

-Está en su habitación, espero que logres sacarla de ahí, ha estado de un humor muy malo últimamente- me comenta el padre de Suki-chan con preocupación.

En la sala de la casa estaban sentados él y su sobrino Moe-kun, quien vive con ellos desde hace un par de años, cuando una buena escuela en Tokio le ofreció una beca por su buena trayectoria escolar, aunque en realidad es bastante relajado, es un buen chico, me cae muy bien, aunque echo de menos a Yuko-kun, el hermano de mi amiga. Se mudó hace algunos meses cuando se graduó de la universidad y comenzó a trabajar en una importante compañía que exporta diferentes productos a varios países europeos. Todas lo veíamos como nuestro hermano mayor, a Moe-kun por el contrario lo vemos como un hermano pequeño, al igual que a mi pequeña Yue-chan.

-Veré que puedo hacer- digo con cautela.

-Te lo encargamos- me pide Moe-kun.

Subo las escaleras que dan a la segunda parte del apartamento, donde están las habitaciones de los inquilinos. Giro a la derecha y toco la segunda puerta con una contraseña que nos inventamos cuando aún eramos niñas: 1...1...123.

La bailarina rojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora