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- Oye Escanor..- la muchacha de cabello castaño largo hasta la cintura, brillantes ojos marrones y una mueca titubeante en su rostro, estaba sentada frente a él, en una de las mesas de la taberna. A simple vista se notaba cuan nerviosa estaba. No importaba que fuese de noche y que aquel simple hombre de mirada inocente y sonrisa dulce solo la mirase atento, cualquier atención de él hacia ella la hacía sentir en un abismo de nervios.
- Oh ¿qué pasa señorita?.- dijo, mientras limpiaba uno de los vasos que utilizaban para servir las cervezas y acomodaba sus lentes entre medio. Le agradaba la compañía de su amiga.
Ella no podía siquiera mirarlo, sus ojos no podían mantenerse ni una milésima de segundo sobre los de él. Era imposible. Sus mejillas enrojecían, sus piernas temblaban y en su pecho un nudo crecía cada vez más, dificultándole el habla.
- Si yo te diría que...- comenzó. Escanor no dejaba de mirarla y escucharla. No había nadie más además de ellos en esa habitación, la chica agradeció en sus adentros por ello.- No... ¿Sabes?.. quiero decir... tú...- dudaba en cada palabra, tartamudeaba y su rostro se tornaba completamente rojo. Escanorladeo un poco su cabeza, intentando entender qué era lo que costaba tanto. Vio como la mujer repentinamente inspiró tomando mucho aire, infló su pecho y levantó la mirada. Sus ojos contenían un par de lagrimillas en sus bordes y brillaban intensamente, su rostro estaba más que rojo y, con una increíble firmeza en su expresión, lo miró fijamente. - Me gustas.- soltó sin más.
Un completo silencio los inundó. Transcurrieron uno.. dos, hasta tres minutos que habían parecido milenios. Escanor comenzó a sudar, temblar y sus ojos se movían por doquier. Acomodó su garganta y dejó el vaso. La chica sabía muy bien lo que venía, lo conocía.
- Y-yo..- balbuceo, arreglando su corbatín e intentado buscar las palabras correctas pero fue interrumpido.
- No.- fue su amiga quien habló.- No hace falta que digas nada.- rio nerviosa. Fue una completa estupidez lo que había hecho, y lo sabía.- Tan solo.... no quería arrepentirme después.- se disculpó, y con un ademán salió de allí para tomar aire y tratar de borrar de su mente la tontería que había cometido.
Que patética fue mi confesión ahora que lo recuerdo.
Irónicamente ahora pasan por mis ojos todos los momentos que hemos vivido juntos, la verdad es que no fueron tantos como quisiera.. pero son suficientes.
Aquella vez Diane me dio ánimos para expresarte mis sentimientos, Elizabeth escuchó todo el discurso que había escrito y memorizado pero cuando estuve frente a ti, Escanor, todas las palabras se dispersaron y realmente no pude expresar ni un cuarto de lo que siento.
Conocí a Escanor luego que se separe de sus amigos, los siete pecados capitales. Fue verdaderamente extraña la manera en que nos cruzamos e inevitablemente nos habíamos hecho algo así como "amigos".. Era de noche, yo toda mi vida había vivido encima de una montaña, en una cueva para ser precisos (ya que no tengo familia y por ende tampoco hogar) en la que pude construir mi casa en la cual casi nunca era interrumpida. Hasta el día que llegó aquel flacucho y debilucho hombre que tan amablemente me había pedido refugio por unos días. Me contó su historia y sorpresivamente le creí. Fue muy divertido cuando se hizo de día y fuera de mi cueva estaba ese gran hombre que le triplica el tamaño al Escanor que yo había conocido. Cuando salí de la cueva, asustada pero llena de valor y lo enfrente, se rio de mí y dijo algo así como "Pequeña campesina, estas equivocada si crees alguien como yo perdería el tiempo con alguien tan débil, además, no le haré daño a alguien que me dio refugio", recuerdo que casi me ahogo al escucharlo y luego me explicó quién era, obviamente en la noche lo comprobé y si, definitivamente era el mismo flacucho de la noche anterior.
Desde aquel día jamás nos separamos, Escanor hizo su taberna, como ya todos saben, pero después volvió con sus verdaderos amigos, sin querer dejarme atrás.
- No puedes quedarte sola cuando se está armando la guerra, pequeña campesina, y eres débil, no sobrevivirás estando sola, solo yo soy capaz de protegerte.- me había dicho con esa expresión egoísta que solía poner en su forma de fortachón. Nunca he entendido por qué me llamaba 'pequeña campesina' siempre que cambiaba de forma pero con el tiempo me había ido acostumbrado.
En fin.. Conocí a todos, a los grandes y poderosos "7 Pecados Capitales".. Realmente eran fuertes y asombrosos, pero en mi opinión nadie tan grande y poderoso como Escanor y me atrevo a decir que ni el capitán Meliodas.
Así con los pecados, obviamente conocí a Merlín, aquella hermosa hechicera de la cual Escanor me había hablado tanto día y noche, taladrando mis tímpanos y llenando mi mente de su información innecesaria. Entendí muy bien qué era lo que le gustaba de ella, ¡una mujer perfecta!.. Alguien con quien yo jamás podría compararme, no le llego ni al talón a semejante mujer.. Por eso espero que Merlín algún día corresponda sus sentimientos y sean muy felices..
Si, tristemente me enamoré de aquel hombre. Me pregunto si alguna vez alguien ha experimentado esa clase de amor apasionado y doloroso que yo siento por él. Amor lindo y triste a la vez, del cual te tiene todo el día pensando sobre la misma persona y queriendo acompañarlo a cualquier lugar, un sentimiento más fuerte y poderoso que tu propia voluntad que sabes muy bien que no deberías sentir pero que tampoco puedes detener.. Un amor no correspondido.
Quizás me merezco este sufrimiento por amar cada faceta de ti, cada una de tus expresiones y sentimientos, amar cada parte de tu alma y corazón.. quizás mi pecado es amar tan lamentable y desesperadamente al pecado de la soberbia, Escanor.
Si no.. ¿por qué razón te conocí si tengo que vivir sin ti?.. La verdad es que he llorado tantas veces al no entender por qué la vida decidió unirnos si me iba a hacer sufrir de manera tan desgarradora.
En primer lugar ¿por qué recuerdo todo esto?
Escanor, ¿qué haces ahora mismo? ¿Por qué recuerdo todo esto? ¿Por qué estoy esperando desesperadamente por ti?
¿Por qué estoy a punto de morir?
La muchacha aún sorprendida y terriblemente adolorida, caminaba lentamente y cojeando deseando llegar a la taberna... Deseando ver a aquel hombre que tanto amaba, al menos una última vez. No sabía cómo ni por qué es que ahora mismo se encontraba agonizando, entre la vida y la muerte mientras perdía sangre. El shock había sido tal que, ahora mismo, no recordaba la causa del terrible sufrimiento de su cuerpo, solo podía pensar en su amado y en despedirse de él y sus amigos, los que se habían convertido en familia. Entre su arduo esfuerzo por caminar y llegar, terminó cayendo brutalmente al suelo, debilitada y sin fuerzas
Solo quiero verte una vez más, desearte tu felicidad y darles mi bendición a ti y a tu amada. Quisiera estar una última vez a tu lado, compartiendo unas cervezas y poemas.
"Esto es tan estúpido.." fue lo ultimo que pensó, entre lagrimas, antes de perder la vida ante los demonios.
