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Envuelto en tus colores.


14 de mayo de 1924.

Ya dos semanas desde que vivo en el ático del bar donde trabajo, todavía no recibía  ninguna carta de la señorita. Comenzaba a pensar que solo se había burlado de mí. Baje a limpiar el bar como le prometí a Dorp a cambio de dejarme vivir aquí. Todavía recuerdo cuando llegue aquí cuando ya estaba cerrando el bar con mis cosas más una gran expresión de tristeza.

Al verme Dorp me hizo entrar rápidamente en el bar. Le conté todo lo sucedido con Aleid y él no hizo más que mirarme con compasión. Él se ofreció a darme alojamiento gratuito a cambio de trabajar a tiempo completo en el bar, sin dudarlo acepte.

Todas las mañanas esperaba ansioso el correo o alguien con la dichosa invitación que tantos problemas me dio. Esa hasta ahora era mi rutina diaria. Limpiar, tocar el piano, esperar la carta y dormir. Vaya alegría.

—¡Oye Ruud! ¡Toca! —me gritó Dorp.

—Está bien.

Me senté, flexione mis dedos, deje que la magia ocurriera. Supongo que esos eran los únicos momentos en los que podía sentirme vivo aunque sea por unos instantes. Al terminar hice la reverencia de siempre y todos aplaudieron con entusiasmo. Baje del escenario, posteriormente me senté en una mesa alejada del público a descansar antes de volver al trabajo. Recosté la cabeza sobre la mesa, en efecto me dormí.

—Disculpe. ¿Es usted Ruud Rajminov?

Levanté la cabeza con pesadez y mire al hombre en frente mío.

—Soy yo —respondí aun adormilado.

—Esto es para usted.

Mire la carta que sostenía en sus manos con detenimiento, mis ojos se abrieron de repente. Él la dejó encima de la mesa y yo la tome desesperado, retire el sello. Desdoblé la hoja de su interior y aluciné con el contenido.

—¿Ahora mismo?

—Sí, señor Rajminov.

Me alcé emocionado. Me habían invitado a tocar en la casa del duque está misma noche. No podía creerlo, ella había cumplido su palabra.

—Señor agradecería se diera prisa, la señorita lo espera.

—Sí. ¿Me permitiría despedirme?

—No tengo problema alguno si no toma mucho tiempo.

Busqué con la mirada a Dorp, lo intercepte detrás de la barra limpiando vasos. Me acerque corriendo hacia él.

—Dorp, acaba de llegar la invitación, me voy a ir ahora. Deséame suerte.

—Suerte —dijo con una sonrisa sin dejar de limpiar los vasos.

—Gracias.

Salí del bar y encontré al señor parado al lado de un automóvil negro. Me quedé embobado durante unos minutos observando aquel auto hasta que el señor me hizo una seña con las manos para que entrara. Entre en el auto con entusiasmo. Comenzamos a movernos al instante. Todo el camino transcurrió en absoluto silencio, al llegar a nuestro destino él se desmonto y yo le perseguí. Entramos por la puerta del personal de servicio y él me dirigió a una habitación en el primer piso de la casa.

—Espera aquí a la señorita, no toques nada, no salgas, simplemente siéntate a esperar —me ordenó el señor antes de salir por la puerta.

Me quedé estático en la silla a la espera de la señorita. Transcurrieron unos minutos hasta que vi como la puerta se abría y aparecía la señorita con una gran sonrisa.

Entre Sol y Fa.Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora