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El tintineo de las campanas.


30 de abril de 1925.

Habían pasado siete años desde la vez que había visto a aquella señorita que cautivo mi corazón e hizo que compusiera una de mis primeras piezas a la que llame: ¨Ramanza en La menor¨. Después de aquel evento continúe  yendo al mercado cada semana para ver si la volvía a encontrar, pero cada día me decepcionaba más al ver que no habían rastros de ellas. Después de un año me rendí a la idea de verla.

Después de dos años conseguí un trabajo tocando el piano en un pequeño bar en el centro de la ciudad, en el cual me pagaban 20 florines por tocar. El día de hoy me pidieron tocar una pieza especial, pues una clienta apasionada por la música vendría de visita. Me alegre mucho por la idea de su llegada, por ende pensé en tocar la primera pieza que había compuesto y así exponerla a una conocedora.

—Ruud, ¿estás listo? —preguntó el dueño del bar, yo asentí confiado y salí al escenario.

Hice una pequeña reverencia a la gente de la taberna, todos me aplaudieron y silbaron. Yo sonreí y me senté en el taburete del viejo piano. Flexioné mis dedos como ya tenía de costumbre y comencé tocar la pieza. Mis dedos se movían felices por aquellas gastadas teclas mientras me iba introduciendo en mi mundo donde estaba seguro de algo. Nadie me encontraría.

Esta vez mientras tocaba logre escuchar a mi piano hacer un sonido como el tintineó de las campanas al ser movidas por un suave viento de la tarde.

El lugar donde me encontraba era en un pequeño bosque que había visitado no muchos meses atrás para inspirarme y dar un paseo con la señora Aleid. Cuando terminé de tocar la canción la imagen del bosque desapareció, por los ojos llorosos y las sonrisas de alegría en el rostro de las personas.

Me pare de mi asiento y logre visualizar una cabellera rubia como el oro en una mesa apartada del público, al juzgar por sus ropas seria la conocedora de música de la que me hablo el dueño. Aunque no me esperaba una joven tan extravagante en un pequeño bar como este. Ella elevó la mirada e hizo contacto con la mía, en ese momento mi corazón dejo de latir por un instante.

Simplemente no podía creer lo que mis ojos veían. Baje del escenario y me cole entre el público que me daba felicitaciones, mas palmadas en la espalda, Llegue hasta su mesa y ella me miró expectante.

—Fue una bella melodía —dijo con voz suave mientras se asomaba una ligera sonrisa en sus labios.

—Gracia señorita —fue lo único que mis labios pudieron pronunciar mientras la observaba anonadado.

—¿Podrías tocas otra pieza para mí? —preguntó mientras con un dedo envolvía uno de sus rizos.

—Por supuesto —si ella me lo pedía tocaría hasta que me sangraran las manos medite en mi mente.

Ella sonrió complacida y me dirigí otra ve al escenario, mire a todos en el publico en especial a ella, flexione mis manos mientras pensaba hasta que la canción perfecta llego a mi mente "Prelude an Fugue in C major" de Bach. Era una canción suave, perfecta para calmar el ambiente y mantener a todos entretenidos. Comencé a tocar, al instante logre capturar al público, toque con paciencia, delicadeza y mire de reojo a la dama que tenía mi corazón.

Sonreí en mi interior y termine la pieza, toque algunas otras para complacer al público y todos aplaudieron. Hice una pequeña reverencia y fui a donde ella se encontraba, mientras me acercaba ella me miraba sonriente con una chispa de diversión en los ojos.

Entre Sol y Fa.Where stories live. Discover now