Capítulo 10.

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A la mañana siguiente cuando Karl despertó, notó que Káiser ya no se encontraba en la habitación por lo que se preguntó a que hora se habría ido su amigo o si es que había paso el resto de la noche con él o solo se levantó y se fue en cuanto él se quedó dormido.

- Quizás siempre sí vinieron por él.- acompletó sus pensamientos el alemán.

Su mente nuevamente lo traicionaba, esta vez lo llevó a imaginarse una escena en donde la señorita Shanks entraba sigilosamente a su habitación para tomar en sus brazos a un modorro gato mientras él yacía dormido y a la vista de ella.

- Ojalá y sí se haya ido solo.- se dijo muy avergonzado de imaginarse la escena.

Pero lo que sí era cierto es que la presencia de Káiser le había venido muy bien, sentía como si un gran amigo le hubiera hecho compañía y lo hubiera estado reconfortando, lo que lo había relajado mucho y puesto de un excelente humor.

- Ahora entiendo eso de gato terapéutico.- sonrió al pensar en el minino-. Sí que sabe hacer bien su trabajo.

Rato después como ya era parte de su rutina matutina diaria, Karl se encontraba en su sesión de fisioterapia, realizando cada uno de los ejercicios sin parar y sobresforzándose.

- Hoy andas con mucha energía.- le comentó la doctora Del Valle mientras lo ayudaba a realizar una serie de ejercicios.

- Tengo que recuperarme lo antes posible.- le respondió el alemán-. A este paso y sino me concentro voy a perderme toda la temporada.

- Pero no por eso te vas a lastimar más.- le reprendió la castaña-. ¡Ya bájale a tu energía! Has avanzado mucho en poco tiempo y al ritmo que llevamos muy pronto te darán de alta, así que no arruines todo el avance que has tenido y lo que has mejorado en un solo día.

- Lo siento.- respondió Karl e hizo una pausa-. Tienes toda la razón.

Por respuesta la mexicana sonrió y lo invitó a sentarse un momento para que él descansara.

- Te veo muy feliz y optimista hoy.- le comentó ella-. ¿Qué fue lo que hizo el milagro?

- Recibí la visita de un amigo.- sonrió el joven-. Y creo que me puso de buen humor.

- ¿Te vinieron a visitar antes de la sesión?.- le cuestionó Lily sorprendida-. ¿Ya tan temprano aceptan visitas externas?

- Más bien fue muy de noche.- comentó el ojiazul.

- Achis, ya no entendí.- respondió la doctora, intrigada.

- Lo que sucede es que tuve la visita de un amiguito de pelaje blanco y ojos azules.- respondió Karl, después de una ligera risa al ver la cara de desconcierto de su amiga.

- ¿Vino a visitarte tu versión animal?.- se burló ella, contratacando.

- Ja ja.- rio sarcástico el alemán, haciendole una mueca a su amiga-. ¡Qué graciosa! Yo no soy un gato.

- Bueno no.- le respondió la castaña, pensativa-. Ahora que lo pienso Káiser es mucho más lindo.

- ¿Y cómo sabes que hablaba de Káiser?.- ahora la cara de intriga la tenía él-. Es más, ¿cómo es que lo conoces?

- O sea, claro que conozco a Káiser.- respondió Lily indignada-. ¿Qué clase de memoria tienes? ¿ya se te olvido que conozco a Elieth desde hace mucho tiempo?

- Y que viven juntas.- acompletó el rubio-. ¡Cierto! Lo había olvidado.

- ¡Así es! Vaya memoria la tuya.- rio la chica-. Y sé que sólo pudo ser Káiser quien te fue a visitar ya que él es el único que tiene permiso para andar deambulando por aquí.

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