Capítulo 10.

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Sehun cogió un preservativo de la mesita de noche, lo enrolló por su pene y entró despacio en su cuerpo. La joven apretó los puños y con un lamento de placer, dejó escapar el nombre de su amante. Sí, ya lo creo que era inconfundible. Tan inconfundible que supo la verdad: acababa de hipotecar su corazón a un banquero. Lo que no imaginaba es que ella también se había vuelto adueñar del suyo. Y los dos se miraron asustados mientras hacían el amor.

_____ acarició su enorme espalda conjunto con sus grandes hombros, a la vez que él entraba y salía de su cuerpo de una forma vigorosa y hambrienta. Pero a pesar de la pasión tan fuerte, hubo espacio para las miradas cómplices, las caricias y los besos acompañados de palabras tiernas. Hasta que ella experimentó las convulsiones del orgasmo y se pegó al pecho sudoroso de su amado.

Sehun despertó sobresaltado al escuchar las llaves de la asistenta en la puerta. Se giró, vio a la chica durmiendo plácidamente a su lado y se llevó las manos a la cabeza. Mierda ¿pero qué había hecho? Aquello no podía estar ocurriendo. ¡Ella no debía estar allí! Luego recordó la tórrida noche que habían pasado juntos y se le dibujó una sonrisa bobalicona en la cara. Hasta que volvió a escuchar los pasos de la asistenta subiendo las escaleras y corrió a vestirse.
La señora Johnson se llevó un susto de muerte cuando vio a su jefe saliendo de su habitación con la camisa fuera de los pantalones, la corbata sin anudar y los zapatos en la mano. Normalmente se marchaba temprano al banco y apenas coincidían, por lo que solían comunicarse por medio de notitas pegadas en la nevera. Pero ahora estaba allí, plantado frente a ella con cara de circunstancias.

-¿Ocurre algo señor Oh? Santo Dios ¿y cómo se ha hecho esa herida? -le preguntó, observando horrorizada la sangre seca de la ceja.
-No es nada -contestó algo cortante.
-¿Entonces puedo pasar a limpiar su habitación?
-¡No! -exclamó-. Es que hay una amiga dentro a la que no quiero importunar ¿comprende? -agregó en un tono más sosegado.
-Comprendo -respondió la asistenta con una sonrisa.

Vaya, eso sí que era nuevo. Sabía que el señor Oh era un mujeriego empedernido porque había tenido que lavar miles de camisas manchadas de carmín, pero nunca había llevado a ninguna mujer a casa. Siempre mantenía el muro bien alto. Entonces el señor Oh le dio unas últimas indicaciones y ya no le quedaron dudas. Esa chica debía ser alguien muy especial.
_____ despertó al cabo de un par de horas con una sonrisa radiante. Aún notaba las piernas entumecidas de haber pasado toda la noche cabalgando. Intentó moverse y su sonrisa se convirtió en una mueca de dolor. Ningún hombre le había provocado agujetas. Claro que tampoco había pasado con un hombre el tiempo suficiente para que eso le ocurriera. Ella era de amantes ocasionales y encuentros puntuales. Pero con el banquero podían pasar horas y horas dando rienda suelta a la pasión. Hundió la nariz en las sábanas y aspiró su olor. De repente sus dedos palparon algo bajo la almohada. Era una hoja escrita con una caligrafía bonita pero algo apresurada.

"Buenos días señorita Jung.
Confío en que haya pasado una estupenda noche. Me atrevería a asegurar que es así. Quédese el tiempo que quiera pero si va a estar ahí cuando vuelva, espero que me reciba tal cual la dejé: desnuda. Ya sabe que soy un hombre muy ocupado y me gusta ahorrar tiempo.
P.D: He de admitir que empieza a ganarse el sueldo.
Atentamente, el banquero."

_____ soltó una carcajada. Seguía tan gilipollas y engreído como siempre. Pero ya no le enfurecía. Se había acostumbrado a su retorcido humor y le hacía incluso gracia. Así que cogió su móvil para responderle.

"Estimado banquero:
He pasado una noche normalita y es usted un impresentable. No solo me deja plantada con una mísera nota, sino que ya me está dictando órdenes. ¿Por quién me toma?
P.D. Le esperaré desnuda y con las piernas abiertas. Pero usted tenga bien dispuesta la cartera. Me debe un vestido precioso que pagué con mi dinero y usted me destrozó.
Atentamente, amante frustrada."

Sehun también tuvo que reprimir la risa cuando leyó el mensaje. Se encontraba en medio de una reunión importante y debía contenerse, por lo que escondió el teléfono bajo la mesa de juntas para contestarle:

Estimada amante frustrada:
¿Por quién la tomo? Por lo que es: mi fulana a sueldo. Y es usted una mentirosa. Su noche ha sido tan placentera como la mía. Lo sé porque estaba ahí cuando cayó extenuada entre mis brazos.
P.D. Ahora que menciona lo del vestido... tiene razón, le debo algo, unos buenos azotes en el trasero. Le dije que escogiera un atuendo elegante y discreto. Por Dios ¿qué entiende por elegante y discreto? Aún se me pone dura de imaginarla con ese vestido.
Atentamente, banquero ocupado y reunido.

_____ rompió en una carcajada y se apresuró a responder.

Estimado ocupado banquero.
¿Extenuada? Creo que se confunde usted de amante. Yo no me extenúo tan fácilmente, yo cabalgo hasta el amanecer. Y no solo soy su fulana a sueldo. Por lo visto también soy su fulana a tiempo completo.
P.D. Este será el último mensaje. Ya no le molestaré más hasta la noche. Pero deje mi trasero en paz, que ya se lo benefició usted ayer.

Al banquero se le escapó una pequeña risa y carraspeó para disimular cuando los demás accionistas le observaron desconcertados. Luego recuperó la seriedad y volvió a teclear en el móvil.

Estimada fulana a tiempo completo:
Ya lo creo que cabalgó hasta el amanecer. Pero yo fui su jinete y usted mi corcel.
P.D. Ya estoy deseando que sea de noche.
Atentamente banquero empalmado y aburrido.




















Amor a Débito ||Sehun y tu||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora