—Uh, sí —Jungkook carraspeó, sintiendo extraña su garganta—. Tienes razón. Yo, uhm... —Volvió a hacer sonar su garganta, tragando al final, pero nada alivió la molestia. Tuvo un pequeño ataque de tos después de eso y Taehyung le dio unas cuantas palmaditas en la espalda, pero él le apartó con cuidado—. E-Estoy bien. ¿El cupcake...?

Volvió a toser y su pequeño dolió. Oh, no. Tal vez el miedo empeoró todo, porque de repente sintió su garganta cerrándose y el aire siéndole arrebatado, y todo lo que pudo hacer fue sostenerse de la mesa mientras boqueaba para poder respirar. No podía recordar la última vez que le había pasado, pero no era bonito. Nunca era bonito.

—Jungkook, ¿qué pasa? — Taehyung lo ayudaba a mantenerse en pie, con sus ojos mirándolo con angustia y sin saber qué hacer en absoluto. Miró a su alrededor por ayuda, mas el entrenador Kim no estaba cerca.

—El cupcake —volvió a intentarlo, parpadeando, pero más bien sonó como un extraño silbido. Vio borroso y Taehyung se convirtió en su único apoyo; lo escuchó exclamar algo y luego más manos estaban sobre él, asfixiándolo e invadiendo su pequeña burbuja personal.

Alguien le tendió un pequeño aparato que conocía a la perfección y Jungkook dio una profunda inhalación presionando el botón azul en el tope, casi ahogándose con el mismo aire que entró a sus pulmones al instante. Unos segundos después todo volvió a la normalidad. La enfermera le veía con preocupación a pocos centímetros de distancia, como si fuera el chiquitín de primer año que llegaba por un ataque de alergia a la enfermería.

—Estoy bien, estoy bien —le dijo devolviéndole el inhalador. Todo se encontraba en silencio y los presentes allí también lo miraban cual animal exótico enjaulado: el entrenador Kim, Eunha, Jisoo, Taehyung. Este último tenía el labio inferior apresado entre sus dientes y rascaba de forma nerviosa sus brazos como si acabara de romper una costosa escultura en un museo.

—¿Cómo se te ocurre darle un cupcake con canela? —Eunha se giró hacia el peligris, un poco molesta—. ¡Él es alérgico a la canela!

—Él no lo sabía —lo defendió Jungkook, o al menos lo intentó. No solo porque su voz sonaba débil como un silbido, sino porque ya era un poco tarde para evitar que Taehyung se sintiera culpable. El otro capitán se removió en su sitio, incómodo, y se dio cuenta de que realmente... No se conocían tanto. Él no sabía nada de Jungkook.

—Vamos a la enfermería —sugirió la amable señora Choi. Jungkook negó con la cabeza. Es decir, el aire entraba en sus pulmones así que estaba bien, ¿no?

—Jeon, no es una pregunta —señaló su entrenador; los hombros de Seokjin se veían un poco más grandes con sus brazos así, cruzados—. Deja que te examinen y luego podrás ir a casa.

—Muy bien —accedió entre dientes, después de una larga y silenciosa guerra de miradas con su entrenador.

—Te acompaño —Eunha se apuró a tomar su brazo para ayudarlo a caminar, y del otro lado pronto estuvo Yugyeom, aunque su amigo sabía cuánto odiaba Jungkook que lo trataran como a un enfermo. ¡Él podía caminar solo!

—Eso es, Jungkookie, primero un pie y luego el otro —Yugyeom bromeó y el pelinegro pellizcó su tetilla con fastidio—. ¡Ay! Solo intento ayudarte y tú me maltratas.

Taehyung tuvo que obligarse a dejar de mordisquear su labio cuando este empezó a doler. Todo había pasado tan rápido que el ultimátum de Eunha todavía pesaba en su cabeza. Se quedó mirando con las cejas fruncidas en esa dirección, en especial al menudo cuerpo de Eunha, aunque no quiso aceptarlo. Ella... ella era tan... ugh.

—Simplemente ve —Escuchó que alguien dijo a sus espaldas. Para su sorpresa, se trataba del entrenador Kim. Taehyung tuvo un pequeño corto circuito, tratando de comprender aquellas palabras.

¡Capitanes! - KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora