Capítulo 1.

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_____ observó sus labios y pestañeó aturdida. Sentía la curiosidad, más bien la necesidad imperiosa de deslizar un dedo y probarlos. Y supo que tendría problemas para hablarle sin tartamudear. Esa sensación la dejó algo descolocada y la asustó al mismo tiempo. Estaba acostumbrada a que fuesen los hombres los que se quedaran pasmados frente a ella. Aun así trató de serenarse y se metió en su papel de mujer seductora.

-No sabe cuánto le agradezco que me haya recibido, señor Oh. -Le habló con una sonrisa y en un tono delicado mientras se toqueteaba su melena rubia de manera sensual-. Pero me temo que me encuentro en un grave problema y solo usted me puede ayudar -añadió, tendiéndole la carta del desahucio.

El señor Oh se inclinó un poco, extendió uno de sus brazos largos para cogerla y la leyó con atención. Luego la dobló despacio y la miró con total fijeza.

-En esta carta se le notifica a usted que queda desahuciada por impago y que tiene un mes para recoger sus pertenencias y abandonar la propiedad.

Aunque el señor Oh había empleado un tono suave, _____ percibió cierto regodeo en sus palabras y sintió como si le hubiera dado una bofetada. No le gustaba que le recordaran que estaba a un paso de dormir en la calle y desde luego, no le gustaba que se lo restregaran por la cara.

-Ya lo sé, señor Oh. Sé leer -replicó con altivez.
-¿Y entonces qué es lo que no ha entendido? -preguntó encogiéndose de hombros.

_____ se mordió el labio inferior y lo miró frustrada. Ahora ya sabía porque los banqueros tenían fama de ser tan retorcidos. Era evidente que comprendía el motivo por el que estaba allí, pero por lo visto disfrutaba poniéndoselo difícil. Se mordió la lengua y adoptó una postura tan despreocupada como la suya.

-Verá, señor Oh... -empezó a decir con voz aterciopelada-, como ha podido usted darse cuenta, podría perder mi casa en el plazo de un mes. Así que debo hacer algo pronto -determinó inclinándose disimuladamente para que él pudiera fijarse en su escote.

_____ notó que, efectivamente, el señor Oh centraba su mirada en su blusa semitransparente, pero lejos de notarlo nervioso o alterado (como solía ocurrir en la mayoría de hombres) se mantuvo frío y distante.

-¿Hacer algo pronto? -replicó en un tono burlón- Usted lleva tiempo sin hacer frente a sus pagos y por eso ha sido desahuciada. No veo qué pueda hacer ahora para evitar lo inevitable -le espetó sin contemplación.

_____ se quedó helada. No esperaba en absoluto una contestación tan cruda y grosera.

-Pero señor Oh, verá...
-Señorita Jung -la cortó rápidamente-, ¿tiene usted idea de cuantas personas hay en su misma situación? Comprenda que si a todas ellas el banco les hubiera perdonado la deuda, habríamos tenido que cerrar para convertirnos en un ONG. Y siento decírselo, pero mis socios y yo no somos tan generosos -reconoció con ironía.
-Yo no quiero que usted me perdone la deuda, solo busco otra forma de llegar a un acuerdo.
-¿Cómo cuál?
-No lo sé, posponer el desahucio hasta que pueda encontrar la manera de pagar, lo que sea. Pero se lo ruego, tenga en cuenta lo que le pido.

El señor Oh guardó silencio y la miró fijamente.

-Por favor, se lo suplico -sollozó ella.

Esta vez _____ se sintió violenta cuando notó que su mirada se posaba con total descaro sobre sus pechos. Luego la recorrió de cintura para arriba sin ningún tipo de miramiento mientras ella aguantaba el tipo y esperaba a que se pronunciara.

-Está bien -dijo al fin-, pensaré en algo para ayudarla y en cuanto pueda la llamaré.

_____ soltó un suspiro de alivio y le dedicó una sonrisa radiante.

-Gracias, señor Oh. Sabía que en el fondo tenía usted un gran corazón.
-No celebre la victoria antes de tiempo, señorita Jung. Todavía no puedo garantizarle si la podré ayudar. Puede que le salga caro -le advirtió con una expresión sombría.

_____ bajó la cabeza y salió despacio del despacho. El banquero se aflojó el nudo de la corbata y se pasó la mano por la frente sudorosa. Tenía que admitirlo, verla le había afectado más de lo que imaginaba, y eso lo enfurecía porque pensaba que tras diecisiete años ya lo había superado. Sin embargo esa perra seguía tan arrogante como la recordaba. Arrogante y jodidamente hermosa ¿por qué negarlo?, concluyó al notar su entrepierna dura como una roca. Pero estaba muy equivocada si pensaba que podría hacer con él lo mismo que la última vez. No, él ya no era el chiquillo que se moría por un suspiro suyo y se masturbaba pensando en ella. Él ahora era un hombre fuerte y poderoso, y había jurado venganza. Oh Sehun rompió en una carcajada. De momento ya había conseguido que la señorita Jung se arrastrara pidiendo su ayuda. Oh, cuánto iba a disfrutar con la segunda parte del plan.






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Yehet, primer fic que le hago a Sehun papasote....

Espero les guste chicas!!!

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Amor a Débito ||Sehun y tu||Where stories live. Discover now