3.Adoro los aminoglucósidos

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Hace 1 año y 10 meses

Éste día no podía ser peor ¡Desde que desperté, todo había ido de mal en peor!

Primero, el estúpido despertador no sonó. El calentador del agua no quiso encender y el agua salió terriblemente fría ¡Mi grito seguramente se escuchó en toda Tomoeda! Además de eso, tuve que bañarme y vestirme en diez minutos, lo cual debía decir que era un nuevo record para mí.

Mi madre me había dejado el desayuno listo, pero... con todo el dolor de mi alma... lo dejé en su lugar y tomé un par de galletas para comerlas por el camino. Cuando llegué a mi salón dos minutos antes que el profesor, pensé que mi suerte había cambiado, pero luego unos idiotas -porque no se les puede decir de otro modo)-empezaron a fastidiar la clase de farmacología... En conclusión, el profesor dio clase vista y como si no fuera suficiente ¡Nos dijo que tendríamos examen del tema en la próxima clase!

La cereza que coronó el pastel, fue Haru. El imbécil apenas me vio, me dio una mirada maliciosa y se lanzó a inspeccionarle la garganta a su mujer de turno con su lengua... sentí nauseas nada más verlo. Por unos amigos me había enterado que les había dicho a todos que él había terminado conmigo por ser demasiado cursi, sosa e inmadura ¡El único inmaduro aquí era él! ¿Acaso no era lo suficientemente hombre para admitir que la había cagado? En momentos así, me sentía del asco por haber salido con un idiota como ese.

Definitivamente, había sido un día de mierda.

-Ya llegué -anuncié cuando abrí la puerta de mi casa.

-Hola, cariño ¿Qué tal tu día? -preguntó mi madre, apareciendo en la sala-. ¿Y esa carita?

-El profesor de farmacología dio clase vista y hará un examen de eso el lunes -dije desanimada, tirándome en mueble.

-Y a eso debemos sumarle el que no hayas desayunado como se debe -me regañó-. Tu humor se vuelve negro cuando tienes hambre.

-Me conoces bien...

-Soy tu madre, cariño ¿Qué esperabas? -dijo, riendo. Se sentó a mi lado y colocó una taza de chocolate caliente frente a mí. Las madres eran únicas.

-Por eso te amo, mami -le dije como una niña, mientras tomaba mi chocolate.

-Mientras está la comida, te contaré algo muy interesante para animarte -dijo con una sonrisa traviesa-. Hoy conocí a nuestro misterioso vecino. Es un hombre joven, como de 25 años. Algo serio, pero muy educado... y atractivo.

-¡Mamá! ¡Tienes 45 años! -le dije en broma-. Y estás casada con un hombre maravilloso y tienes dos hijos. Deja de asaltar cunas.

-No lo digo por mí sino por ti, hija-dijo moviendo sus cejas, sugestivamente-. No me quejaría por tener un yerno como ese.

Mi madre era todo un caso. Desde que se enteró de mi ruptura con Haru, me ha estado buscando un novio que, según ella, cumpla con sus expectativas... Y al parecer, el vecino se ha convertido en su mejor candidato.

-Cuando lo vea, te daré mi opinión -dije, levantándome para dejar la taza en el lavaplatos.

-Si sigues despertándote tarde, lo dudo mucho -dijo, riendo-. Es médico, sale temprano de casa y llega tarde. Esta mañana lo vi porque venía llegando de un viaje de trabajo y lo pillé desprevenido.

-Mamá, es nuestro vecino. En algún momento lo veré -dije, subiendo las escaleras, pero me detuve a medio camino-. Por cierto, ¿mi hermano está en casa? Quizás el pueda ayudarme a estudiar.

Touya era traumatólogo y trabajaba en el hospital central de Tomoeda. Era un fastidioso y siempre me molestaba a pesar de tener 28 años, pero no podía negar que era un médico brillante y a veces, cuando su humor era bueno, me ayudaba a estudiar.

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