XXXI • TODO BIEN

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No sentía remordimiento alguno con respecto a lo sucedido con mi padre el día anterior, estaba más que acostumbrada a comportarme de esa manera con él, no era del todo por ser caprichosa o algo por el estilo, de la manera en la que yo lo veía era la única forma en la que podía tener un poco de su atención.

Por si no ha quedado del todo claro, mi padre y yo no teníamos la mejor de la relaciones, en realidad apenas y nos conocemos; no se cuán ciertos eran los murmullos que hacían eco en todo el palacio desde que tuve edad para recordar. Entre los empleados corría el rumor de que quizás el rey no estaba satisfecho con mi llegada, existía el rumor de que no fui del todo un bebé deseado, que llegué a la vida de mis padres tan de repente que resultó extraño; había un rumor que resonaba mucho menos, diciendo que tal vez solo era el hecho de que mi padre esperaba un hijo varón más que nada, que mi llegada lo había desilusionado o algo parecido, y que la situación empeoró cuando mi madre ya no pudo darle más hijos.

No sabía a qué punto los rumores podían llegar a ser ciertos, en realidad me limitaba a pensar en ellos a profundidad, pero cuando vez las cosas desde otro punto, no suena tan descabellado lo que otras personas puedan llegar a pensar, sobre todo si esas conocen todo desde mucho antes que tú.

Ya era más de medio día, y desde mi balcón podía ver el movimiento en masa que pasaba del jardín al salón y viceversa, todo estaba casi listo para el baile por la noche, solo era cuestión de que el sol se escondiera para que todo el teatro mal planeado que teníamos Xavier y yo comenzara en un nivel mucho más riesgoso.

No me encontraba emocionada en lo más mínimo con respecto al baile, nunca fui realmente fan de estar entre la multitud, sí me gusta ser el centro de atención pero llega el punto en que me molestar sentí tantas miradas puestas sobre mí.

Escuché un par de golpes en la puerta, y una familiar pero no muy agradable voz solicitando entrar. Xavier no pudo haber escogido mejor omento para llegar, teníamos una conversación pendiente y muchas cosas que aclarar si queríamos que nuestro teatrito no se callera mitad del baile.

―Pasa― musité adentrándome nuevamente a mi habitación.

―Hola.

No dijo más, ni yo.

Mi prometido, se adentró hasta llegar a mí.

No entendía del todo la actitud que Xavier comenzaba a tomar, de repente su actitud conmigo era más la del Xavier que conocí por primera vez al Xavier chocante de los últimos días, básicamente encontré dos Xavier es en mi vida, el Xavier antes de Allard y el Xavier después de él. Pero yo prefería a Xavier mi cómplice, aquel que me animó a enfrentar a Allard después de nuestro conflicto.

Esperaba tener una versión mejorada ahora.

―Necesitamos hablar― dijo después de un largo silencio.

―Supongo que sí, no podemos pasar toda la vida ignorándonos.

Dio un largo y pesado suspiro. Se alejó de mí y se sentó en una de las sillas dela pequeña mesa al lado del baño haciendo un gesto final para acompañarlo.

Tomé asiento frente a él esperando que la situación no se pusiera más tensa de lo que ya se comenzaba a tornar.

―Perdóname.

La simple palabra me heló. Oficialmente, desconocía al individuo frente a mí.

Primero que nada, no entendía un rábano el por qué me pedía perdón, y en segunda, ¿por qué me confundía tanto con sus cambios de actitud?

―¿Qué estás tratando de decir? ¿Qué te tengo que disculpar?

―Mi actitud, mi comportamiento tan estúpido, la manera en la que te hablé antes. No debí de tratarte así, no debía de molestarme por nada, sé que hice mal y lo siento demasiado.

Había una vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora