Capítulo 7

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Hope no entendía una mierda. ¿Qué había encontrado Josh? Miró al hombre, que paseó su mirada hacia ella con interés. Hope le sostuvo la mirada, frunciendo el ceño, preguntándose internamente si después de todo tendría que irse a la cama agotada por matar a alguien.

Él desvió su mirada de nuevo a Josh y en menos de un segundo, estuvo frente a él, partiéndole el cuello.

Hope miró atónita el cuerpo del sonriente Josh en el suelo. Sabía que él volvería a despertar, pero sin embargo, jamás había visto una muerte por otra persona tan de cerca.

La ira surgió y miró al hombre, quién alzó las cejas con algo de suavidad mirándola.

-          ¿Qué demonios…? – susurró ella, haciendo que él se viese sorprendido. Volvió a mirar el cuerpo sin vida de Josh y dio un paso atrás, lista para tomar el cuerpo de Josh y largarse a donde sea que estuviese Rebekah, sin tener que hacer un desastre.

-          ¿Hope?

Ella levantó la mirada de nuevo y miró a Klaus. Él entrecerró los ojos y ladeo un poco la cabeza para tratar de ver su rostro debajo de la capucha de la capa. Tenía una expresión cautelosa y una pequeña sonrisa había aparecido en sus labios.

¿Por qué él sabía su nombre?

Se agachó para tomar el cuerpo de Josh, ignorando al extraño tipo y sintió una mano en su hombro. Eso bastó para mandar a Klaus contra un muro, haciendo que se rompiera en mil pedazos. Ella lo miró, separando las piernas preparada para lanzar un hechizo de nuevo.

Klaus se levantó de los escombros y rió. Hope lo miró frunciendo el ceño y levantó una de sus manos para mandarlo a volar contra otro muro, cuando oyó murmullos acercándose. Eran vampiros, podía olerlos. Habían oído el escándalo y venían a ver.

Debía apresurarse antes de que la viesen y su tía sufriera un infarto. Tomó las piernas de Josh y lo arrastró hasta un local a un metro que estaba cerrado. Con suerte, podría verlo después. Lo dejó debajo de unas mesas donde nadie podría verlo y regresó a velocidad vampírica a donde estaba Klaus. Él se había levantado y ya no estaba allí. Hope suspiró y caminó con rapidez lejos del sitio, tratando de poder encontrar el camino de regreso a Rebekah y Alex.

No había dado dos pasos cuando sintió una mano posarse en su boca y la otra cogerla en volandas, separando sus pies del piso. Gritó y captó la esencia a hibrido. Pataleó varias veces y en un movimiento que movió su capucha, dejando expuesto su rostro, se encontró en una calle desconocida.

Klaus la soltó y ella se paró, mirando el sitio. Era el lugar en donde había estado con Rebekah. No la misma calle, pero si el mismo sitio.

-          No voy a hacerte daño – murmuró Klaus con mucha suavidad, mirándola. Hope tenía unas inmensas ganas de tirarse a llorar. Dios, apenas era el primer día que llegaba a esa disparatada ciudad y ya habían querido matarla. Añoraba su casa en Italia.

Examinó el rostro de Klaus, quien lucía al borde de las lágrimas admirando su rostro. Quería correr, pero una parte de ella sabía que él no le haría daño. Si quisiese hacerlo, ya lo hubiese hecho.

-          ¿Quién eres? – preguntó Hope, respirando con rapidez. Quería dormir ahora mismo.

-          Soy Klaus Mikaelson – respondió, parpadeando. Hope pudo jurar que vio la confusión en sus ojos.

-          ¿Mikaelson? – repitió, frunciendo el ceño confundida. ¿Él sería alguien de su familia?

Asintió y sonrió – Mikaelson, como Rebekah.

¡Oh Dios mío, Rebekah! Los ojos de Hope se abrieron como platos al recordar a su tía. Demonios, ella estaría envuelta en pánico.

Se dio media vuelta ignorando a Klaus, quien la vigilaba como un halcón.

-          ¿A dónde vas?

Dio dos pasos sin responderle. Necesitaba encontrar el camino cerca de Alex y Rebekah, antes de que estuviese más oscuro. Con suerte, volvería a salir y vería a Josh y podría explicarle lo sucedido, y con mucha más suerte, él entendería y serían amigos.

La mano de Klaus la jaló por la muñeca con suavidad y a la vez algo de fuerza.

-          ¡Suéltame! – chilló, forcejeando, pero Klaus era mayor que ella y más fuerte.

Él la observó hacer la rabieta y soltó una risa, que Hope deseó meterle por un sitio muy escondido de su cuerpo.

-          ¡Aghhhhhh! – Sabía en el fondo de su ser, que estaba siendo ridícula, pero estaba tan frustrada consigo misma, enojada con Rebekah y cansada luego de que todo el mundo la quisiese matar, que simplemente no podía parar. Esto era lo que quería; chillar, gritar, llorar, golpear cosas y ser irracional.

La calle estaba vacía a excepción de los tediosos turistas que les gustaba caminar de noches en ciudad extranjeras. Muchos miraban la escena con vaguedad y otros, que conocían el nombre de Klaus, miraban con curiosidad. Klaus se dio cuenta de esto y miró a su hija, haciendo una rabieta y un esfuerzo por soltarse de su agarre, con preocupación.

-          ¡Déjame! – gritó de nuevo Hope, mientras era arrastrada por los pasos de Klaus - ¡Alex! ¡Tía Rebekah!

La gente miraba cada vez más como el hombre rubio arrastraba a la pequeña chica. La paciencia de Klaus llegaba a su límite, pero esta no era su preocupación. Necesitaba sacar a lo único que de verdad amaba de las miradas de todos y luego hablar con ella en privado.

Un chillido molestosamente agudo y alto, hizo que parara la marcha. Hope comenzó a dar gritos como si alguien estuviese asesinándola. Cerraba los ojos con fuerza y gritaba cada vez más alto, haciendo que los extranjeros miraran esta vez más detenidamente.

-          ¿Todo bien? – preguntó un hombre de unos 40 años, con cabello oscuro y gafas, que miraba a Hope con preocupación.

-          Si, es mi hija, está haciendo una rabieta – le respondió Klaus, sonriendo. No podía matarlo con tanta gente mirando y por supuesto, con Hope detrás.

Sin embargo el hombre no estuvo satisfecho. Se inclinó delante de Hope, tocando un mechón de cabello elegantemente cortado y miró sus ojos azules brillantes de lagrimas de rabia.

-          ¿Todo bien, cariño?

Hope lo miró, en silencio por unos segundos. Su respiración era agitada y pesada. Estaba agotada. Lo único que quería era un buen chocolate caliente de Alex y la comodidad de su inmensa cama de doseles… Pero ahora estaba en Nueva Orleans, lejos de su cama, de su casa, de su hogar.

Él hombre abrió la boca para decir otra cosa ante el silencio de Hope, pero no pudo terminar, porque fue lanzado contra la pared de un local. Los transeúntes se giraron ante el fuerte sonido y Klaus soltó la mano de Hope, dispuesto a cogerla y sacarla de allí. Hope no espero a ver si el hombre que había lanzado contra la pared estaba muerto y si había roto su promesa de no matar a nadie, simplemente corrió lejos del loco psicópata rubio.

-          ¡Alex! ¡Rebekah! – gritó mientras corría, por si alguno de los dos incompetentes enamorados la oía.

Paró de correr, jadeando y alzó la cabeza para verse al frente de una casa inmensa, con un balcón que daba hacía afuera y una inmensa puerta doble de madera que estaba abierta. Un hombre con traje negro, de cabello oscuro y ojos marrones, estaba en el frente. Hope se acercó, oliendo la rica fragancia del perfume de su tía. El hombre la miró, frunciendo el ceño por unos segundos y luego abriendo los ojos como platos.

Hoping for Hope |The Originals FanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora