CAPÍTULO 27.

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MAIKA.

No creí que me sentiría tan desolada mientras me alejo de la casa de Zack.

Esto era lo que quería en un principio cuando me trajeron aquí.

Pero ahora, al darme cuenta de que me he enamorado de mi secuestrador...

No quiero dejarlo atrás.

Me abrazo a mí misma y me alejo todo lo que puedo del hombre que conduce el Cadillac blanco como si nada hubiera pasado y como si no tuviera la nariz rota, los labios partidos y un disparo en el hombro con un vendaje improvisado que le ha hecho uno de sus hombres. Aparto mi mirada de su caro traje blanco manchado de sangre y me centro en el espejo retrovisor para ver la casa que dejamos atrás, destruida, pero no alcanzo a vislumbrar nada más que una espesa capa de humo que se eleva hacia el cielo. De sólo recordar la expresión desolada en el rostro de Zack cuando Chuck me llevó con él...

Empiezo a llorar de nuevo.

Soy una idiota.

No debí haber perdido el tiempo y debí decirle con valentía lo que siento por él.

Él no lo sabe, pero ya lo he perdonado, por más que quiera negarlo, lo que siento es más fuerte que incluso yo misma y nada va a poder cambiar eso en un futuro próximo. Pude haber aprovechado el tiempo que estuvimos juntos en esa casa para hablar, sanar viejas heridas y seguir adelante, pero no, al contrario... Tuve que auto compadecerme y llorar todas las noches, excusándome con todo lo que me había hecho para ignorar el profundo arrepentimiento que veía en sus ojos.

Incluso, quise ignorar el amor que veía en ellos.

No le creía...

Y me arrepiento de ello.

― Espero que cuando lleguemos a Miami ya no estés llorando por ese idiota ―Me regaña entonces mi padre, sacándome de mis pensamientos con esa voz suya a la que nunca antes le había tenido tanto miedo como ahora. ― Sabes que te tengo a ti también, ¿no? ―Se burla. ― Traje con nosotros a ese niño... ¿Simón? ―El hombre me mira y clava sus ojos en los míos, fríos y despiadados. Me paralizo cuando me doy cuenta de está hablando del pequeño Sigmund. ― Incluso al maldito de Shawn... ―Finaliza, eso último con una rabia desmedida.

Su mirada me aterroriza y me paraliza al mismo tiempo.

Se parece a la de...

No, imposible.

― No les hagas daño, papá, por favor ―Pido en un sollozo, sacudiendo esos absurdos pensamientos de mi mente, y me odio por estarle rogando algo a este hombre que ya no conozco de nada, pero es lo único que puedo hacer ahora si quiero ayudar a ese pequeño niño y a Shawn. ― Por favor, papá... ―Imploro, protegiendo mi vientre con mis brazos y las piernas flexionadas contra el cuerpo.

― Papá... ―Mi padre se burla de eso, pero al mismo tiempo es como si no lo hiciera. Más bien parece furioso al oírme llamarlo de esa manera. ― No estás en posición de exigirme nada... Te has enamorado de mi peor enemigo, Maika, después de todo lo que te hizo, lo que me hizo... ¡Del hombre que más odio sobre la faz de la tierra! ―Me grita, encolerizado.

― Haré lo que sea si no les haces daño a ellos, por favor... Lo que sea ―Pido, rezando porque eso haga que su conciencia se remueva un poco.

Pero no lo hace.

― ¿Te desharías del bastardo que llevas en tu vientre? ―Pregunta con sorna y eso me hace abrir mis ojos como platos, histérica.

¡¿Qué?!

El Secuestro. (+18)Where stories live. Discover now