CAPÍTULO 19.

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Z.

― ¿Estás feliz porque finalmente voy a morir?

Esas palabras resuenan una y otra vez en mi mente.

Y sí, debería estar feliz, ¿pero por qué duele tanto oír eso?

¿Qué es lo que me sucede? ¿Por qué ahora mismo, con la mirada acusadora y tenebrosa de Sigmund sobre mí, además de la punta de su navaja sobre mi cuello, no puedo sentir el mismo odio que sentía hacia esta chica hace unos días? ¿Por qué siento como si algo hubiera sido arrancado de mi cuerpo sin piedad? Es como si yo mismo sintiera el dolor que ella está sintiendo en carne propia y la verdad es que creo que es porque yo mismo he causado ese dolor.

¿Pero por qué mierda estoy pensando esto?

¿Por qué me siento tan culpable?

Tiene que ser la presencia de Sigmund, sí. Eso debe ser.

No es el hecho de que le hacía daño solamente para probar un punto: que ella no me importa. Sí, eso es lo que quería probar con todos los sufrimientos que le ocasioné y la verdad no sé si habrá funcionado. Siento como si sólo hubiera probado un punto que dista mucho del que quería demostrar en un principio. Y es que me siento realmente perdido. Me siento como un barco sin timón o como, no sé, un perro sin dueño.

Llegados a este punto, no sé qué pensar sobre mí.

O sobre Maika.

¿Qué es lo que tengo que hacer ahora?

― Te odio, Zack.

Miro directamente a sus ojos hermosos y me molesta sobremanera el hecho de que sus palabras hagan doler mi corazón. ¿Pero por qué demonios me duele oír eso? ¿Por qué siento como si arrebataran de mí cualquier esperanza de ser mejor? ¿Por qué siento como si esas palabras decidieran el camino que debo seguir desde ahora?

Tantas preguntas sin respuesta.

Maika me mira con tanto odio, que no soy capaz de sostenerle la mirada y miro hacia el suelo. Pero entonces tengo que mirar a otro lado al ver el rastro de su sangre en el suelo. Demonios. Voy a ignorar todos estos pensamientos y sentimientos confusos si quiero seguir cuerdo. Al diablo con todo.

― Maika...

― Déjame morir... Por favor...―Ella cierra sus ojos y empieza a sollozar cuando agarra su rostro entre sus manos y se rompe en pedazos frente a mis ojos.

No sé porqué siento como si se me partiera el alma verla así. Alargo una mano hacia ella, pero sólo alcanzo a tocar levemente su mejilla antes de que alguien irrumpa en la habitación y me aparte de ella.

― ¡Aléjate, Zack! ¡Joder!

Los chicos entran tempestivamente en la habitación cuando Maika cae desmayada sobre mis brazos y no puedo sentir su suavidad el tiempo suficiente antes de que Shawn la cubra con una sábana y la arrebate de mi lado, dejándome perplejo. Demonios, no sé por qué me siento tan mal.

No entiendo muchas cosas en este momento.

― Te lo advertí, Zack... Esto tarde o temprano sucedería y te dije que te sentirías muy mal. Tal vez no sepas exactamente lo que sientes ahora mismo, pero sé que te arrepientes ―Shawn toma a Maika en sus brazos y me la quedo mirando, delgada, pálida y sangrando envuelta en la sábana, y mi corazón se oprime. ― Más te vale que cambies, Zack... O juro que no quedará nadie que pueda perdonarte. Ni los chicos, ni tus hermanos, ni yo... Mucho menos Maika, quien es la que debería importarte ahora mismo ―Dice y se da media vuelta. ― La llevaré al hospital, los chicos se quedarán con tus hermanos, y por tu bien, quédate aquí ―Dice mientras sale de la habitación.

El Secuestro. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora