III

12 2 0
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Los castigos dan hambre

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Los castigos dan hambre. Sí, no sé si se debe a las horas que pasas sin comer revisando cada  cinco minutos la hora o que mi profesor estuviera comiéndose unos Cheetos en mi cara.
Entonces lo primero que hice en casa fue coger provisiones porque pensaba irme a comer a mi habitación y seguir viendo el collar al estilo Gollum, pero sin decir lo de "mi tesoro", o al menos de momento.
Ah, os preguntaréis si todo eso del sello salió bien y si me libré de la bronca. Bueno, sí y no, funcionó, pero no contaba con unas chicas entrometidas llamadas Hazel y Blair. ¿Entendéis ahora por qué es mejor ser hijo único?

— ¿No habías ido a merendar con James y Lauren? —preguntó de forma inoportuna Hazel. De forma inoportuna porque estaba mi padre delante.
Me giré a verla con cara de "cállate, bastarda, que te arreo" y ella pareció comprender que había mentido descaradamente a William Lockwood. Puso esa cara de tonta como siempre y si hubiéramos estado solos le habría cogido del pelo y le habría metido la cara en ese bol de avena con yogurt que se iba a comer.

— Sí ¿Dónde has ido? —mi padre entrecerró los ojos y me miró a la cara. Sudé frío, soy buen mentiroso, pero prefiero enfrentarme al FBI antes que a la mirada fría y helada de mi padre.
Estudié qué mentira decir cuando mi desgracia número 2 entró en la cocina sin percatarse que nuestro padre había salido pronto del trabajo.

— ¿Qué hacías en el aula de castigo? —Blair se apoyó en la puerta mirándome con diversión en sus ojos azules. Seguro que encontraba gracioso que me hubieran castigado, su cabello rubio fresa se encontraba recogido en una de las estúpidas coletas con lazo que se hacían las animadoras, seguro que venía de entrenar.

— ¿Cómo sabes que estaba ahí? ¿Es que fuiste a ver a tu novio? —respondí con malicia porque si yo ardía, ella ardería conmigo.

Blair alzó la ceja y estuvo por soltar uno de sus comentarios mordaces cuando mi padre se giró a verla. Ella que hasta ese momento no le había visto, palideció. Sentí como el peso de mis hombros se aligeraba, ahora mi hermana menor compartiría conmigo la bronca.

— No estoy de humor hoy, los dos a la habitación ya— Se frotó la sien como si fuera una técnica mágica para contener la paciencia y no mandarnos a dormir a la calle. Una vez lo hizo, ya os contaré el chisme otro día —. Ya hablaremos. Y tú, Nathan, deja la comida en la mesa.

Just A Dream ©Where stories live. Discover now