La voz que me motivó

3.9K 145 13
                                    


POV RIN
La primera vez que escuche su voz tenía 12 años, mis padres y yo habíamos ido de vacaciones a esquiar a las montañas, sin embargo, como siempre, por estar de curiosa termine perdida, el sol empezaba a ocultarse, tenía hambre, y me aterraban los lobos, escuche a un empleado decir a un grupo de chicos que no se alejaran del complejo, porque solían buscar comida por los alrededores, cuando el sol se ocultaba y la noche se hacía presente.
Miraba a todos lados, no sabía a donde ir, me deje caer junto a un árbol, tenía miedo, cerré los ojos con lágrimas, papá siempre decía que debía ser precavida, mamá estaría muy asustada, odiaba hacerlos pasar por malos momentos, amaba a mis padres, tanto como ellos me amaban, pese a sus trabajos siempre sacaban tiempo para mí, no éramos ricos ni nada parecido, pero ellos se esforzaban por darme lo mejor, y darnos estos gustitos cada fin de año, después de haber ahorrado durante mucho tiempo, la sola idea de arruinarles sus vacaciones me pesaba, mi mente distraída apenas se percató de que cayó la noche y con ella el frío se intensifico, la luna brillaba dándome luz, mi abrigo apenas me calentaba, moriría congelada, estaba segura, lo peor, llego cuando escuche el aullido de los lobos.
¨Corre, no te detengas, nunca mires atrás, no temas, estoy aquí¨
Su voz era suave, pero firme, una orden más bien, mire adelante unos ojos brillaron en la oscuridad, venían por mí, corrí, aun con las piernas entumidas, aun con el cansancio, corrí como me dijo, pero pronto termine en la nieve, temerosa y acorralada, me vi rodeada por lobos, mostraban sus dientes afilados, estaba perdida, cerré los ojos cuando se lanzaron a mí.
Pero no sentí nada, los abrí aprisa para encontrarme con un lobo blanco, tanto como la nieve, era más pequeño, parecía un cachorro, pero aquello no pareció impedimento al pelear con ellos, haciéndolos retroceder, sin embargo, uno persistió, estaba asustada mirando como intentaba llegar a mí, negro, cachorro también y con ojos rojos, parecía burlarse del blanco, ambos se miraban y avanzaban de lado a lado, ninguno lograba su cometido, yo retrocedí con el trasero en la nieve, temía ser devorada por cualquiera de ellos, un gruñido y dos lobos lanzándose al ataque, me levante al verles distraídos, corrí, corrí sin mirar atrás, sin detenerme, porque en el fondo... me sentía protegida.
Y a lo largo de los siguientes años, esa sensación persistió, esa voz estaba ahí, siempre que le necesitaba, cuando el peligro acechaba, cuando la tragedia me tocaba, tenía entonces 15 años, cuando le vi de nuevo, parecía haber crecido, pero era el mismo, estaba segura, fui quien lo busco, escape de mi realidad, para acabar con mi vida, odiaba seguir respirando, seguir en pie, cuando mis padres habían muerto siendo arrastrados por una avalancha de nieve, el desastre ocurrió una mañana después de dejarme en la escuela, se disponían a viajar a la capital cuando en la carretera esto se presentó, el hoyo crecido en mi pecho nadie podrá cerrarlo, por ello, lo mejor es morir.
¨vete, vive, tienes un gran futuro por delante¨
Esa voz de nuevo surgió mientras caminaba por aquel sendero, mientras el sol se ocultaba, mientras buscaba como acabar con mi vida, mis padres habían sufrido, lo escuche decir por accidente, mi madre había dejado las uñas en los cristales, desesperada por escapar, ¿Cuándo tiempo vivieron enterrados en la nieve? ¿Cuánto tiempo sufrieron ante la idea de morir? Yo... debía agonizar también, partir cruelmente como ellos lo hicieron.
-cómeme-dije al cachorro de ojos rojos- ¡MATAME! -exigí.
Como si pudiera entenderme, le suplique acabara con mi vida, avanzo hacia mí, como todo un depredador, al acecho de su presa, cerré los ojos dispuesta a encontrarme con mis padres, pero de nuevo no sentí nada, el golpe en la nieve, me hicieron abrir los ojos, ahí estaba, ese cachorro blanco, alejando al negro de mí.
-déjalo-murmure- ¡DEJALO! -grite- QUIERO MORIR, QUIERO IR CON ELLOS...-balbucee.
¨vive para mí¨
Esa voz, tan familiar ya, cuando creí que no tenía a nadie, me estaba dando motivos para seguir en este mundo, el aullido y desgarrador gruñido, me hicieron mirar la pelea, ambos cachorros luchaban sin parar, era el negro quien sangraba en el rostro, el blanco le miraba altivo, con un porte de seguridad, era alucinante mirarle, más cuando el negro huyo del lugar, juro que creí ver una leve sonrisa en su hocico, pero creo que eso solo fue mi imaginación, porque juro también que le escuche decir mi nombre, antes de quedar inconsciente.
Desperté con la noticia de que mi abuelo había venido por mí, ese hombre extraño, de cara larga, de mirada vacía, de expresión sería, tan recto, leal, aferrado a las tradiciones, pero que al parecer gozaba de una excelente salud, me invitaba a vivir con él, tomando en cuenta que tras la muerte de mis padres perdí todo, debo confesar que me callo también la noticia, que olvide las absurdas reglas de casa, al menos en vacaciones disfrutare como princesa, pensé, al mirar la mansión, desconocía que mi abuelo fuera el mayordomo de semejante lugar.
-mi nieta-presento a la mujer de cabello grisáceo.
- buenas tardes-salude-Rin Higurashi.
-llámame Kaede-sonrió.
-llevare a mi nieta a su habitación-menciono mi abuelo Jaken.
-nos vemos luego-respondí-un gusto.
Camine tras de él, por un sendero detrás de la mansión, no muy lejos estaba un área de cabañas, era como una pequeña aldea, sonreí al mirar el interior de la nuestra, era muy hogareña, no pude evitar llorar al recordar a mi madre, mi querida madre, pensé con pesar, pero inmediatamente me las seque, no pretendía ser débil ante mi abuelo, porque mi madre siempre decía que él odiaba ver a la gente lamentarse o llorar, debía demostrarle que era fuerte, o en caso contrario, podría enviarme a una casa de acogida, eso ni pensarlo, prefería estar aquí, con él, que sola en algún lugar.
Mi vida continuó en aquella mansión donde curiosamente solo estaban los sirvientes, pues los dueños se encontraban en el extranjero, aprendí no solo con Kaede a cocinar, sino también sobre jardinería, limpieza y muchas cosas más, claro que esto lo hacía en mis tiempos libres, para estar lejos de la mirada incomoda de mi abuelo, quien resultó ser el mayordomo del lugar, y quien apenas me dirigía la palabra para darme los buenos días o noches, crecí con aquella voz, que poco a poco cambio.
Miraba la luna, aquel verano, que no era como otros, puesto que aquí, el clima frio era recurrente, a pesar de salir el sol apenas lograba calentar el ambiente, andar abrigada era el pan de cada día, sería una tontería pretender ir con poca ropa, puesto que moriría congelada apenas dar unos pasos...
¨no estás sola, yo estoy contigo¨
Susurro con amabilidad, aquella noche que cumplí 18, sin mis padres, nunca más tuve un pastel, o feliz cumpleaños, mi abuelo, no era el típico viejito amoroso, más bien un cascarrabias, leal a sus amos, esta noche me sentía tan sola, vacía, que las lágrimas rodaron sin poderlas detener, les extrañaba, les amaba, y dolía, mi corazón sufría ante tanta soledad, estar sola un día tan especial, no era la cosa que uno deseara en verdad, pero su voz, sus palabras, me hicieron sonreír llena de esperanza, no sé, cuan loca estuviera por escuchar voces, pero si un hecho que sin ella, no estaría aquí... soy Rin Croak y sin duda, fue su voz que me motivo a seguir respirando, para un día encontrarnos al fin...
-lista Rin-pregunto Kaede.
-deséame suerte Kaede-bese su mejilla.
-estudia mucho-menciono despidiéndose con la mano.
Corrí con mochila a mano, miré sobre mi hombro, sonreí al verlo parado en el mismo lugar, sé que a su manera me ama, ya un año ha transcurrido desde que estoy en la universidad, seré una gran chef así de buena como mi padre fue un día, pensar en ellos ya no dolía tanto, pero les extrañaba igual.
Subí a la camioneta algo destartalada que me había comprado gracias al regalo sorpresa de mi abuelo hace un año atrás, es todo un caso, pero lo amo, aun cuando no pueda decirle... voy manejando cantando a todo volumen... cuando algo sale del camino, el golpe es inminente, me detengo asustada y bajo, pensando que he matado a un alce, pero no, mi corazón late, mi mente viaja a tiempo atrás, y estoy segura, que es él mismo, sería extraño, mucho, pero no hay duda, corro temerosa de haberlo matado, pero por suerte le veo respirar con dificultad, la sangre mancha la blancura de su piel, abre sus ojos y me asombro de verlos dorados... es él... el cachorro es todo un lobo ahora... pensé... y de nuevo le escuche...
¨te protegeré aun con mi vida, Rin¨
Continuara...

Mi querido guardián *FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora