Capítulo 22: Un príncipe, un oso y un caballero.

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—  ¿Así lo crees? —

—  Hum... Sí, eso creo...— Asintió con la cabeza, gesto que me hizo gracia—  Él fue lastimado por ese oficial, tal vez es malo con todo el mundo porque le hacen daño también. En mi escuela hay una niña que me molesta pero siempre está pateando mi pierna, y no me gusta. A veces quiero hacerle daño para que deje de hacérmelo a mí. Tal vez el chico siente lo mismo. —

Tragué saliva, mirando fijamente la lluvia caer a través de las ventanas—  Sí, tal vez. —

—  Si dejan de hacerle daño, también dejará de lastimar a la gente. — Me encantaría que fuera así de simple.

—  ¿Cómo te llamas? — Pregunté curioso, girando mi cabeza hacia ella.

—  Heather. —No Emily ¿Por qué Frank llamó a esta niña, Emily?

— Soy Gerard, encantado de conocerte Heather. — Me presenté y antes de que ella contestara, sorbió otro poco de su sopa.

— También es un placer conocerte. —Sonrió y sus mejillas se sonrojaron—  Tu también, eres muy bonito. — Me sonroje, esta niña de ojos azules me va a matar de ternura.

—  ¿Cómo estuvo la sopa? —

—  Estuvo buena. Me gusta la sopa caliente en los días fríos. — Sonreí—  ¿Y el niño bonito?— Preguntó, con su cabeza girada completamente hacia mí. La observé por un momento antes de contestar.

—  ¿Qué pasa con él? —

—  ¿Él no tiene hambre? —

Probablemente.

—  Él está bien. No te preocupes, tendrá su almuerzo más tarde. — Una vez obtuvo mi respuesta volvió a comer.

— ¿Cuánto tiempo va a quedarse aquí? —

— No lo sé. —

— ¿Sera demasiado? —

— No lo sé. Tal vez. —

—  ¿Cuánto  tiempo ha estado aquí? —

—  Siete años. —

—  Eso es mucho tiempo, ¿No se siente solito? —

— Probablemente sí peque. —

—  Cuando estoy asustada y sola. Lolo me ayuda con eso. —

—  ¿Lolo? — Pregunté sin entender a quien se refería. Levantó su osito rosa a su lado haciéndome reír—  A veces, cuando duermo por las noches, él ahuyenta a los monstruos bajo mi cama. —

—  ¿En serio? — Un entusiasta movimiento de su cabeza, fue mi respuesta—  Tienes un osito muy valiente. —

—  Él es un príncipe, un oso y un caballero. Es muy valiente por naturaleza. — Sonreí suavemente.

—  La cosa es... — empecé, sintiéndome herido por mis propias palabras—  Que el chico bonito, como tú le dices, es un adulto, por lo tanto no tiene un príncipe para ayudarlo. —

— Entonces, lo tienen que ayudar otros adultos. —

— Sí. —

— ¿Y usted lo está ayudando? —

— Estoy tratando. — Respondí y la niña sonrió con una amplia sonrisa.

Entonces me dije a mí mismo-

Que yo debería  ser ese príncipe, el oso y un caballero para Frank. 



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