Revelaciones

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Me despierto cuando algo baboso recorre mi cara. Cuando abro los ojos encuentro a Bola lamiéndome y moviendo la cola. ¿Cómo se subió hasta acá? Miro la hora en mi celular, son las seis de la mañana. Quiero dormir más, me tapo completamente con la manta para obstruir los rayos de sol. Bola comienza a olfatearme y a buscar una entrada por la manta.

—Bola, déjame dormir —Bola me araña suavemente con sus garras en mi cabeza y se monta sobre mi todavía olfateándome. Cuando no descubre una entrada empieza a ladrar.

—Shh, deja también dormir a Miles, ¿verdad, Miles?

No hay respuesta. Me volteo para quedar frente a él, saco mi cara por la manta y veo que no está. Bola aprovecha mi cara expuesta para lamerme de nuevo. Me incorporo muy despacio, me estiro y me froto los ojos. Bola salta para jugar conmigo.

Miles debe de estar adentro, bañándose o desayunando.

La mañana está fría y la neblina no deja ver el patio completo ni la casa. Me pongo los tenis, me envuelvo en una manta y me bajo de la camioneta.

—Vamos —le digo a Bola que voltea su cara desconcertadamente—, te llevaré adentro —Lo tomo en mis brazos y lo llevo hasta la entrada, donde lo dejo en el piso para abrir con la llave que nos dio la señora Ramona ayer.

Adentro, la señora Ramona ya está despierta y haciendo el desayuno en la cocina.

—Buenos días —me saluda cuando me ve. Bola entra y se pierde en una habitación. Voy a la cocina y me siento en una pequeña silla— ¿Café o chocolate?

—Chocolate. ¿Has visto a Miles?

—Vino a bañarse y hace poco volvió a salir.

—Voy a bañarme también, ¿me prestas el baño porfa?

—Claro, puedes usar mi shampoo y en el cajón hay toallas.

—Gracias, ahora me tomo el chocolate —La señora Ramona me indica dónde está el baño.

Entro a la habitación donde se suponía que iba a dormir con Miles y busco ropa limpia en mi mochila. Me meto en el baño, me desvisto y entro a la ducha. El agua está muy fría, por lo que entro lentamente en ella, primero un pie, luego una mano, el otro pie, salgo de nuevo y hago una maniobra para que solo mi cabello quede bajo el agua, meto de a poco las otras partes y quedo totalmente bajo la ducha. Hace casi tres días no me baño, ignorando cuando me mojé con la fuerte lluvia. No tuve mal olor porque siempre usaba perfumes o desodorante pero yo me sentía sucia. Me acostumbro al agua fría y la disfruto, me enjabono el cabello y el cuerpo y me enjuago.

Al salir, me seco bien y me visto con unos pantalones cómodos y una camisa bajo una chaqueta. Me desenredo el cabello con un cepillo que hay sobre el lavabo, a la señora Ramona no le importará si lo uso.

Almas cruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora