El encuentro

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Ya hice todo lo que el plan dictaba hasta este momento, alejar a los policías de la cabaña, lo cual no fue nada sencillo. Tuve que usar mi habilidad de hipnosis para que se fueran, así sería más fácil para Olivia Murphy entrar en la cabaña. Llevo tres días esperándola, pero no hay signos de ella. Debo esperar más, en cualquier momento llegará. La mejor manera y la menos complicada para llevar a Olivia al centro experimental, es usar la misma estrategia que usé con los policías, pero mi padre me prohibió hacerlo ya que no funcionaría el plan. No le veo el sentido, hasta donde yo sé, el plan sólo se basa en llevarla a aquel lugar, supongo que tendré que averiguar qué tiene mi padre en mente.

Ya está anocheciendo y por primera vez luego de varios días, escucho que alguien camina cerca de este lugar y que se acerca a la puerta. A través de la ventana sólo se ve la luz reflejada por una linterna.

—Debe de ser ella. —Pienso—. Actúa natural, como lo practicaste. Aquí viene.

Se abre la puerta mientras una joven entra al espacio oscuro y logra alumbrarme con su linterna. Grito simulando sorpresa.

—¿Quién eres y qué haces aquí? —me pregunta, sin que todavía pueda verla por la luz que apunta a mi cara.

—¿Puedes dejar de alumbrarme?, me quedaré ciego.

—Ah, claro, perdón —Y desvía la luz de mí.

Alcanzo el interruptor de la luz para poder ver mejor. Veo a una chica asustada bajo el umbral de la puerta, con un objeto afilado apuntándome y un bolso de un lado.

—Confianza, debes generarle confianza —Recuerdo las palabras de mi padre.

—Mm...me llamo Miles y estoy investigando este lugar —Ella también viene a eso, así que no debe parecerle raro el por qué estoy acá.

—¿Por qué lo haces y dónde están los policías? —Sigue apuntándome.

Tantas preguntas, esto no estaba en el plan, se supone que ella sólo seguiría los pasos sin cuestionarse todo.

—Lo hago porque...—Vamos, debes parecer natural, piensa— es muy raro cómo se mueren estás personas, y creo que hay algo detrás de todo esto. Y no sé dónde están los policías, cuando llegué no había nadie.

Muy bien, bajó el objeto afilado y ya no tiene una expresión de miedo en su cara.

—Yo soy Olivia y también vine para saber qué pasa en este lugar.

—Pues, podemos hacerlo juntos —creo que me excedí un poco en el entusiasmo, por lo a Olivia le pareció un poco raro—, quiero decir, cuatro manos son mejores que dos —Ahora uso un tono más neutro.

Almas cruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora