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La ráfaga de viento azotaba la ventana una y otra vez dejando la inmensa noche resplandecer, eran casi las tres de la mañana, una hora perfecta donde todo se conlleva creando un escenario de estrellas y un cielo azul que oscurece el sueño de los demás sean buenos o nefastos.

Y que buen momento para poder darle una visita armoniosa a su hermoso pequeño; el amor de su instante vida llena de prestigiosos momentos de descontrol absoluto, locura que se curaba con solo respirar el mismo aire que el de su bebé.

Pasó una pierna por delante de la otra lentamente no haciendo mucho ruido, como lo hacía casi todas las noches al tratar de pasar por esa ventana robusta que en cualquier momento pudiera delatarlo. La habitación se iluminaba con solo la luz de la luna llena dejando un destello junto a la cama de su pequeño, recorrió los espacios observando aquellas fotografías colgadas en las paredes donde se le mostraba junto con sus padres y otras con el cara de mono que le hacía la vida de cuadros al solo pensar que está más cerca de su propiedad, vio en cada cajón la vieja ropa que usaba mientras dormía o estar en sus días libres llegando a su ropa interior de algodón suave, lo tomaba con ambas manos inhalando el suave aroma que trae al ser usado en aquella parte en donde quería perderse durante años sin cansarse, extrañando cada instante en el que pasaron las maravillosas veladas donde podía disfrutarlo a como diera lugar y donde se le diera la gana solo con estar en el éxtasis de lo increíble jamás vivido.

Retiró esas prendas de su olfato al recordarle cosas que le traían recuerdos no tan buenos dejándolo en su cajón correspondiente, al finalizar su caminata por fin se dirigió a donde su pequeño descansaba al tener un día pesado inclinándose en ella subiendo un poco su cuerpo para no oprimir al de su bebé observándolo mejor. Era tan precioso cuando duerme, como una obra de arte descansando por ser tan visto por todos aquellos ojos llenos de lujuria. Su carita se veía igual a como lo dejó antes con uno que otros cambios que casi no se notaban, pudo notar que en su expresión no era igual que como lo encontraba antes, ahora era algo asustadizo, con terror a donde se le encontraba, maldijo por dentro a esas entidades que le hacen daño a su precioso tratando de ayudarlo sin saber que lo hunden más. Con cuidado pudo quitarse el guante derecho que siempre ha cargado acariciando la piel tan dulce que lo hace volver demente, quitando algunos mechones que cubrían su frente tan perfecta junto con su carita de bebé que siempre ha tenido, pasando sus dedos rugosos por los labios tan exquisitos de este mordiéndose el labio aguantando esas ganas de comérselo como si fuera un apetitoso caramelo, llegando hasta su cuello tan limpio que le gritaba que lo mordiese, besase e hiciera con él lo que quisiera.

Es su pequeño. Su bebé. El Jimin que siempre ha soñado con volver a encontrarse. Aún recordaba las burlas de quienes lo criticaban por que no hiciera su sueño capaz de hacer, lo hizo, aunque le costó callar a esas voces que siempre le dijeron que no podía estar cerca de él; tan solo poder recordar esos momentos en donde fue suyo una y otra vez cuando su joven cuerpo se lo pedía, que le gritaba «¡Ven, tómame de nuevo, te necesito!» sabiendo que le pudo traer consecuencias terribles que le dejaron una marca perpetua que no pudo terminar de cumplir ya que supo que alguien más admiraba a su propiedad. ¡Ja! No esas veces de puro sabor era suyo, siempre lo fue. Va a seguir siendo su precioso pequeño hasta el día de su muerte que juró llevárselo a la tumba si era necesario. Y Jimin sabe perfectamente que es de su propiedad aún se siga haciendo como el que no sabe, lleva esa marca que nunca desaparecerá ni que intente ocultarla.

De repente, su pequeño empezaba a moverse intentando despertar, era su momento de irse, volvió a colocarse su guante sacando de su bolsillo esas rosas negras que significaban mucho para su relación amorosa dejándosela a un costado a su alrededor, se inclinó lentamente para percibir ese olor tan exquisito que lo vuelve loco y justo en ese momento le provocó darle un beso húmedo dejando un rastro de su saliva pudiendo saborear esa dulce piel que muy pronto podría hacer todo lo que quisiera con ella. Se mordió el labio impaciente por el momento en que serían ellos dos, luchando contra las adversidades de quienes quieran separarlos, jurando lealtad a que no perdería a su pequeño por segunda vez, esta vez no.

Naabot mo na ang dulo ng mga na-publish na parte.

⏰ Huling update: Apr 22, 2019 ⏰

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