Roman Finch

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La casa estaba en silencio excepto por Pamela, quien tarareaba mientras preparaba la cena. Claire guió a Roman a la cocina y saludó con un beso a la tía de Nic.

—Hola, Pam. Éste es Roman, es hermano de Simon. Roman, ella es Pamela —los presentó. Ambos sonrieron con cordialidad, visiblemente incómodos. Pamela no era muy sociable y al parecer Roman tampoco.

—¿Qué estás cocinando, Pam? —preguntó con alegría casi forzada antes de mirar el contenido de la olla. Spaguettis con albóndigas de calabaza —. ¡Se ve delicioso! ¿Te quedas a cenar, Rom? Espero que te guste la comida vegana…

Un poco tarde, reparó en que lo había llamado Rom. Quiso golpearse a sí misma por dejarse llevar por la costumbre de usar diminutivos con todo el mundo y lo miró avergonzada. Roman siempre le había parecido serio, estaba segura de que su exceso de confianza no le había agradado.

El chico le devolvió la mirada algo sorprendido, pero su tono fue educado cuando aceptó la invitación.

—Comida vegana está bien. Simon también nos obliga a comerla de vez en cuando.

—Emie no nos obliga a nada, es una forma de solidarizarnos con su decisión —respondió ligeramente a la defensiva. Obligar era una palabra horrible y su hermana no era ninguna tirana.

El chico pareció un poco intimidado ante su exabrupto, pero Pam escogió ese momento para expulsarlos de su territorio y exiliarlos a la sala, aunque al menos les prometió una jarra de limonada como compensación.

Una vez sentados en extremos opuestos del sofá, Claire se dió cuenta de que no tenía idea de qué hablar con su invitado. Apenas había pasado tiempo con él un par de veces, la última fue aquel paseo a la playa en el que Em casi se ahogaba y ése definitivamente no era un buen tema de conversación.

—En serio te agradezco mucho habernos acompañado al hospital, los Singh no podían llevarnos y fuiste muy amable… —empezó a agradecerle por enésima vez en el día. El chico la cortó con un encogimiento de hombros.

—No fue ningún sacrificio, ya te lo dije. Cualquiera lo hubiera hecho —Un leve sonrojo resaltó en su piel bronceada y ella se preguntó si era porque no estaba muy acostumbrado a los halagos. Parecía el tipo de chico que hacía lo correcto sin esperar nada a cambio.

“Cualquiera lo hubiera hecho… Supongo que podría ser cierto, si incluso Payton y Keaton Darmond ofrecieron su ayuda”

—Fue muy gentil, de cualquier modo —repuso Claire con una sonrisa nerviosa. Dió gracias al cielo porque Pamela apareció con la limonada ofrecida.

Desgraciadamente el alivio duró poco y se vieron solos de nuevo. Extraña al silencio, decidió iniciar con su interrogatorio habitual.

—Así que, ¿cómo te va en la escuela, Roman? Es pública, ¿no? Apuesto a que no tienen que usar uniformes o seguir tantas reglas absurdas.

El chico sonrió educadamente.

—Tenemos un detector de metales en la puerta —Ante la mirada de sorpresa de la rubia, soltó una risa. Claire pensó que debería reír más a menudo —. A Link le gusta, dice que cualquiera pensaría que somos de esas escuelas que tienen tiroteos… Pero no es nada del otro mundo.

—Pero no usan horribles uniformes —remarcó Claire.

—Pero no usamos horribles uniformes —asintió Roman. Parecía que no diría nada más cuando agregó —. En ti no se ve tan mal.

Ahora era ella quien estaba sonrojada.

—¿Eso fue un cumplido? ¡Estaba segura de que te caía mal! —dijo, antes de poder contenerse.

Entre espinas y esquirlasWhere stories live. Discover now