Capitulo 3. JIM

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MODIFICADO 21/10/2019

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El chiquillo se encontraba acostado boca arriba con las manos detrás del cuello en la tumbona de su pequeño balcón. Miraba el cielo nocturno con sus vagas y difusas estrellas mientras se rascaba un pie con sus dedos del pie derecho. Una carpeta de pentagramas con notas complejas yacía abierta en su regazo con las letras de un nombre (S. Rajmaninov). Esto se movía a la par de su suave respiración. Sostenía entre los labios un marcador (resaltador), lo apretaba de cuando en cuando por el asalto de sus pensamientos o por culpa de unas voces alteradas que intentaban bajar la intensidad para disimular que no estaban discutiendo. La expresión del rostro fino no era alegre menos tranquilo, se mostraba preocupado y decepcionado. Un ruido repentino irrumpió en su lecho, un maullido agudo de gato cachorro clamando por algo. Un ruido inusual en sus noches rutinarias. Se levanto de la tumbona intrigado rascándose la sien, dudaba si debía acudir en revisar la existencia de un gato que se metió a su habitación (caso poco probable menos si ingreso por su puerta, una cosa era la ventana) o abandonar el chisme de la discusión de sus padres. Respiro hondo. Acepto la primera opción, los padres se irían a callar en cualquier momento, el supuesto gatito, no. Camino sigiloso por su mini balcón sin casi adornos (salvo una mesita, atril y dos jarroncitos de hojas de Eucalipto gunni y costilla de Adán) y asomo su cabeza en el borde de la entrada del balcón y la habitación. Parpadeo varias veces, sorprendiéndose al ver al gato que no era gato, sino una gatita humana que chillaba agudo mientras mironeaba su alrededor.

— Maggie...—. La llamo suave, la gatita movió sus orejitas cuando escucho la voz que pronuncio su nombre, giro la cabeza en dicha dirección, abrió los ojos, maulló y corrió derechito a él.

— ¡Jimmy!—. Exclamo fuerte y ronco cuando se encadeno con sus bracitos al cuerpo del chiquillo — ¡Jimmy!— Repitió con dulzura, sobando sus mejillas en el pecho cual gata que se soba en las piernas de su amo de saludo — ¡Al fin te encuentro, Jimmy! —Logro decir ronronera y feliz. Se apretujo fuerte a ese cuerpo.

El chico se asombro por el desborde de intenso alivio dentro de un cuerpo tan pequeño por su persona. Y recordó que también sentía una extraña ausencia por una persona que no estaba a su lado (Decidió prestarle atención a otra prioridad). Sonrió dulce cuando descubrió la causante de semejante sentimiento ajeno a las ausencias paternas. Sobo la cabecita que correspondió catártica y sonrojada.

— Si, me encontraste Maggie... Aunque no recuerdo haberme perdido—. Dijo divertido —Estoy seguro que me vieron subir con dirección a mi habitación — agregó.

— Pero yo no sabía dónde estaba tu habitación. Jimmy no me mostro donde quedaba... —Respondió agudita con tono de queja minina— Esta casa es grande y el pasillo oscuro y solito... Me dio mucho miedo pero yo quería ver a Jimmy... corrí rápido a la puerta ignorando al Bogieman que gritaba mi nombre... Y después entre y ahora estoy con Jimmy —Dijo, volviéndose apretar de nuevo.

— ¿Boogie man? — Pregunto ignorando que lo apretujaban como presa de un pulpo hambriento.

— Si, un Bogieman malo que se lleva a los niños que son desobedientes en las noches... Eso siempre está debajo de la cama, vigilando... El Bogieman esta en mi cuarto—. El chiquillo parpadea y mira a la nada con aire meditabundo. No cree en cuentos de fantasmas, duendes y monstruos debajo de la cama. Esta consciente que son invenciones de los adultos para que los niños no lo desobedezcan a la hora de dormir. Piensa que debería contarle la verdad pero decirle tal cosa a una nena, que cree haberlo visto con tanta firmeza, consideraría que la está llamando mentirosa. Negar no sería buena idea, era mejor actuar como los adultos y un hermano mayor. Creer y seguir la corriente.

Margarita en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora