Para Ya, Es Peligroso.

2.4K 167 31
                                    

Ya era el día siguiente, estaba tan nerviosa que no había podido dormir muy bien. Me había probado como ocho conjuntos de ropa pero nada me convencía, tomé lo más clásico que tenía y partí a la casa de Thomas. El día estaba horrible, por momentos llovía y por otros no.  Al llegar él me abrió, no parecía que su madre estuviera allí.

-Dime que quieres comer, puedo pedir delivery- me ofreció.

-Se nota que tú madre no está- Thomas rió, agarró dos vasos y sirvió agua.

-Está en una conferencia, ya sabes esas cosas de gente inteligente- dijo aunque era obvio que él también lo era.

-Pide lo que quieras, por mi todo está bien.

-Genial, pediré comida china- dijo y marcó el número en su teléfono.

La verdad es que me estaba sintiendo muy incómoda, Thomas no me había hablado por mucho tiempo y ahora pretendía que todo estaba bien. Además ambos sabíamos que el otro lo sabía todo, esto no va a terminar bien.

-Thomas, ¿me dices por qué quieres hablar conmigo?- pregunté seria.

-Espera a la comida, hace mucho que no hablamos, ¿no te parece ponernos al día?- dijo sentándose en una silla de la cocina.

-No, no somos amigos de hace diez años que perdieron contacto y ahora están tratando de ponerse al día, éramos amigos hasta hace dos semanas.

-Yo solo trataba...- lo interrumpí.

-Ya no es lo mismo que antes, yo te quería y me defraudaste.

-¿Yo lo hice? Tu viste toda mi información- dijo pero luego se arrepintió de hacerlo.

-Así que me hackeaste, lo sabía. Dime que me querías decir, ya me quiero ir.

-Alto espera, calmemosnos, te contaré todo.

Me senté a su lado y él comenzó a explicarme. Podíamos escuchar la lluvia de fondo, me tendría que haber traído un paraguas. Mason y él fueron los mejores amigos desde chiquitos, conocían todo del otro, y cuando tuvieron quince años conocieron a Barbara.

-Ella es tan dulce y tranquila, siempre se vestía de una manera muy sencilla, con su pelo rojo atado en colitas o trenzas, pero también tiene alma de rockera. Era la persona con la que pasaba todas las tardes sentados abajo de un árbol viendo el cielo.

-Te enamoraste.

-Sí, y Mason también. No fue fácil, ella no quería que el grupo se disolviera, entonces trató de mantenernos como amigos.

-¿Y qué ocurrió?- pregunté ansiosa.

-Ella se enamoró de mí y comenzamos a vernos a solas. A la noche, íbamos al cine y nos  encontró de la mano, me golpeó y a partir de ahí nunca paro.

-¿Qué pasó con Barbara?- suspiró y miró para abajo.

-Ella- se le quebró la voz- se fue a otra ciudad, me dejó porque no quería arruinar mi relación con Mason y escapó.

-Lo siento tanto- puse mi mano arriba de la suya.

-Nunca pude decirle a Mason cuánto lo sentía, pero yo estaba muy enamorado de ella, tal vez demasiado- me miró a los ojos, tenían una pequeña luz de esperanza, me acerqué a él y lo besé- Laila, espera.

La chica 457On viuen les histories. Descobreix ara