—Señor... Sé que no soy uno de ustedes, ni un guerrero entrenado, y tampoco tengo su fuerza, mucho menos sus habilidades... Pero en serio quiero ayudar.

Ustedes lucharon por nosotros, están agotados, esto es lo menos que puedo hacer, cooperar con la vigilancia, es...

—Alto, Ren, no te estoy diciendo que no irás— Soltó frenando su desesperado hablar con una sonrisa de lado.

Está bien, calma y deja hablar al comandante— Dijo mirándolo muy atento para esperar su reacción.

Ahora estás bajo mi cargo, por unas cuantas horas, así que seré tu comandante.

—Sí, comandante— Respondió más tranquilo.

—Bien Ren, te iba a decir que aprecio que quieras ayudar, pero no puedes salir así, tan... desprotegido— Dijo examinando su atuendo con la mirada.

Tu camiseta está desgastada y rota, no tienes nada que te proteja de los golpes o de las sombras. Necesitas una armadura si quieres salir, y tal vez también un arma distinta— Afirmó observando la hoja de Laia.

¿Sabes? Es un arma impresionante, sin embargo, esa no funciona igual cuando está sola...— Dijo refiriéndose a su hoja gemela, que se encontraba bajo el cuidado de Khara.

Ven, sígueme— Dijo caminando un poco más rápido, pues cada segundo cuenta.

Tyrion se dirigió de regreso hacia donde estaban los guerreros descansando, quienes muy organizadamente, habían ido dejando sus armas y armaduras apoyadas en el suelo o en la pared a medida que se acomodaban al llegar.

—Te presento a Mackenzie— Dijo al llegar junto a un guerrero de ojos plateados que descansaba acostado en el suelo, esperando que su comandante lo llamara para asignarlo a la primera guardia como acostumbraba.

—Comandante— Respondió tranquilamente al abrir los ojos sin haber visto aún a Ren.

—Mack, él es Renfield— Dijo él— Lo conociste en el conciclio— Afirmó soltando una pequeña sonrisa de lado.

Necesita que le cedas tu armadura, le hará falta afuera para ayduarnos en la guardia— Explicó sin desviar la mirada de sus ojos, donde pudo notar la gran sorpresa al darse cuenta que no solo iba a enviar al humano a la primera guardia, sino que además no lo enviaría a él.

Pareces ser de su misma talla y estatura— Dijo con una sonrisa victoriosa.

—Mi armadura...— Susurró con pesar y los párpados cerrados.

Mack no paraba de apretar los dientes por el enojo, Tyrion le estaba haciendo pagar por su irreverente comportamiento contra Ren durante el concilio, pues sabía que había hecho mal en reaccionar así.

—De acuerdo, comandante— Respondió con voz calmada y una expresión severa.

Espero que puedas con ella, humano...— Dijo poniéndose de pie para tomar las placas metálicas que reposaban al lado suyo, y con mucha calma se acercó a él para ponerlas en sus manos.

Ren lo recordó con las palabras de Tyrion y con la mirada del muchacho; él era quien había visto antes con la misma expresión amenazante, y estaba más que claro que no le agradó ni un poco tener que cederle su armadura, pero seguramente Tyrion lo hacía como castigo hacia él por su actitud.

—Me será de gran ayuda— Respondió con amabilidad y agradecimiento, acercando sus brazos hacia adelante para recibirla.

Al instante en que Mack dejó caer las placas sobre sus manos, Ren fue tirado hacia el suelo hasta casi caer por el gran peso que esta tenía, sin embargo pudo detenerla con gran esfuerzo.

—¿Qué es esto?— Musitó avergonzado apoyando las placas en el suelo, y haciendo que ambos sonrieran por su reacción, pues supieron todo el tiempo que eso iba a pasar.

Tyrion levantó las placas con una mano para ayudar al muchacho a ponérselas, y luego le entregó los brazales, guanteletes, la cubierta de las piernas, y finalmente el yelmo.

Cada una de las cosas que se ponía, parecía pesar todavía más que la anterior, era imposible, pero estaba casi inmovilizado con todo lo que tenía encima.

—Eso es, ahora está bien— Afirmó viendo a Ren— Ahora estás protegido.

Una vez más observó cómo Ren estaba inmóvil ante el gran peso y sonrió.

—No está tan pesado, solo estás usando lo principal, lo demás será mejor que no lo uses o caerás al suelo. Ahora sígueme— Dijo empezando a alejarse, y agradeció a Mack una vez más mientras se iba.

Ahora solo falta una cosa— Dijo llegando hacia donde dejaron un grupo de armas que pertenecían a los más heridos, ya que estas eran llevadas por alguien más para no generarles más peso o dificultad.

Vas a necesitar otra arma para protegerte.

No sé qué te sería más útil, pero te defendiste bien allá con una sola hoja, tal vez debas pensar en tomar otra para completar ambas manos— Hablaba pensativo señalando las espadas que yacían frente a ellos.

La emoción fue mayor y no pudo contenerse, Ren estaba claramente emocionado de ver tan increíble colección de armas, que ante sus ojos parecían ser más que joyas perfectas.

—Son hermosas...— Musitó.

—También están esas, claro— Habló señalando las que estaba mirando— Si te parece mejor una espada de mano doble.

No todos son buenos con la espada y el escudo, requiere más entrenamiento de ambas manos— Dijo levantando sus armas para contemplar su brillo.

Tal vez para usarlas necesites más... fuerza— Expresó al verlo intentar levantar sin éxito un escudo.

Debe ser tu elección, solo ten en cuenta que de estas armas dependerá tu vida— Afirmó— Elige con cuidado.

El emocionado muchacho examinaba todas las armas que tenía en frente con más calma, no había tenido tiempo de contemplarlas con detenimiento antes.

Las armas de mano doble eran enormes e imponentes, con empuñaduras que parecían ser de oro y plata que brillaban con gran intensidad, cubiertas con un delicado material que tal vez era cuero.

Todas y cada una estaban perfectamente hechas en cada detalle, afiladas, brillantes, casi como si fueran nuevas, y era igual en las armas de una mano como la que le otorgó Laia, aunque esas eran un poco más pequeñas. Pero si esa era pesada, aún más las de mano doble.

El asombro y admiración de Ren era evidente, fácilmente podía tomarse más tiempo examinando todas las armas, pero de pronto escuchó una voz sacarlo de sus pensamientos.

—Me temo que no tenemos tiempo de eso ahora, debes elegir una pronto, es hora de irnos— Exclamó señalando la salida.

—Lo siento comandante... Me distraje un poco.

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