—¿Tú lo llamaste? —frunció el ceño.

—Sinceramente no lo recuerdo, estaba ebria. —Luke soltó una carcajada y se retiró de ahí volviendo con sus amigos. Yo me quedé mirándolo por unos segundos para luego levantarme del banco. —Debo irme, le dije a Alexa que iría a ayudarla con el vestuario para su cita de esta noche con Craig. —él asintió y dejó un seco beso en mis labios.



[...]

Los lunes nunca funcionaba al cien por ciento tan temprano el primer día de la semana. Demás está decir que me desperté sobre la hora y salí corriendo sin ni siquiera desayunar algo. 

La puerta de entrada del instituto ya estaba cerrada, lo que significaba que tenía que firmar un reporte por la llegada tarde y explicando el porqué, estaba en problemas y mi madre me mataría; choqué con un cuerpo lánguido que pude ver quién era hasta que cuando caí levanté la vista, se trataba de Luke, quien no paraba de reírse de mi caída. 

—Por Dios, Vogler. ¿Cuándo será el día que no llegues tarde y tropieces conmigo? 

—No tengo tiempo para tus burlas. —murmuré aún desde abajo levantando las cosas que se habían caído de la mochila. Nota mental: tenía que dejar de ser tan torpe e impuntual. 

—Te harán un reporte, ¿lo sabías? —reboleé los ojos y le sonreí incrédula. —Pero si accedes a salir conmigo esta noche, puedo hacer que eso no suceda. 

—¿Y quién eres tú para hacer eso posible? ¿El hijo del director? —inquirí burlonamente

—Eso no te incumbe, ¿lo aceptas o no? 

—No gracias, prefiero ser honesta.

Él se retiró levantando sus hombros y se perdió por los pasillos caminando tan relajado como solía ser él. Como si nada le importase.

Esta de más decir que el profesor Lombard no me dejó entrar, el tipo ya era inmune a mis excusas. Al terminar aquella clase de la que no pude ser participe, Nate junto a Alexa vinieron a buscarme al salón preguntándome cómo me fue en la clase, lo que me reí internamente porque ni siquiera había podido entrar, me abrazó por la espalda y fuimos los tres a la cafetería. No había tocado mi almuerzo, los chicos hablaban del partido de mañana por la tarde y las chicas hablaban de qué se iban a poner, oh vamos chicas, es solo un maldito partido de hockey. Mientras jugaba con mi ensalada mantenía mi labio superior entre mis dientes lo solté lentamente al verlo a él entrar a la cafetería con la chica con la que siempre frecuentaba, esperaba a que se diera vuelta para mirarme, pero ni siquiera lo intentó. Volteé la mirada hacia los chicos que seguían hablando entretenidos, tan así que ni siquiera las chicas se habían percatado de que yo no estaba en la conversación, volví a mirar a Luke quien esta vez el que me estaba mirando era él, aunque al instante que yo lo miré apartó la mirada de una forma grosera. Como si mi mirada le molestase. No entendía a este chico, tampoco me entendía a mí en estos momentos. 

—¿Mía estás aquí? —murmuró Isaak sacudiendo sus manos por en frente de mi cara, sacándome de mis pensamientos. Asentí y vi como Luke salía de la cafetería con su cajilla de cigarros en la mano. 

—Voy al baño, si suena el timbre no me esperen, ¿sí? —sonreí tire varios besos al aire y Nate me guiño el ojo a lo que le sonreí. Caminé hacia los baños fingiendo que iba hasta allí, pero cambié de dirección una vez que las puertas se cerraron, algo me decía que Luke estaba en el mismo lugar en el cual nos empezamos a hablar y así era, no le erré a mi suposición. —Hola. —se giró a verme y soltó el humo del cigarro hacia fuera. Volvió su mirada al patio. 

—Vogler. 

—¿Por qué hiciste eso cuándo estábamos en el parque con Nate? —dije sin pensarlo y él volteó a mí levantando lo hombros.

—No lo sé, solo quería molestar porque estaba muy drogado. O capaz solamente quería molestarte. 

Algo se movió en mí al escucharlo Sonreí internamente. 

—¿Y tú porqué llamaste? —nuevamente soltó el humo hacia fuera y luego tiró la colilla del cigarro al piso.

—No lo sé, tal vez solo quería molestarte. —ambos soltamos una risita y relamí mis labios para luego morderlos. Él volvió a encender un cigarrillo y yo se lo saqué de la mano. —Acabas de apagar uno, Luke. Te harás daño. —él reboleó los ojos.

—Devuélveme eso, Vogler. Fumo dos paquetes por día, fumo marihuana y bebo como un cerdo ¿qué más daño podrá hacerme uno? —alcé mis cejas sorprendida, él metió sus manos por detrás de mi espalda tratando de sacarme el cigarro a lo que yo fui más rápida y salí del encierro que trataba de hacer, luego hizo un movimiento extraño haciendo que yo quede detrás de él con sus manos sobre mi cintura y su boca a la altura de mi oído. Podía sentir su respiración en mi cuello, me estremecí y los vellos de mi piel se levantaron por el escalofrío que me provocó tal acercamiento. —Te dije que me des eso, ángel.

—No. —me solté de su agarre, comencé a correr con el detrás mío mientras reíamos. Era la primera vez que lo escuchaba reír de tal forma. Su risa era como la de un niño pequeño, era indescriptible lo que me provocó el poder escucharla. Me descuidé un momento y nuevamente lo tuve detrás mío con sus manos en mi cintura, aunque esta vez me levantó del suelo para darme vueltas en el aire lo que me provocó la risa haciéndolo contagiar a él. 

—¿Qué está sucediendo aquí? —dijo el director entrando al patio. Cerré los ojos con fuerza, Luke escondió sus manos detrás de su espalda y estiró una para agarrar el cigarrillo aplastado que sujetaban las mías. —Señorita Vogler me sorprende que esté aquí con Reinhard cuando debería estar en clases. Usted no es como él, no siga sus pasos que terminará igual. ¿Qué esconde detrás suyo, Reinhard?

—Nada que a usted le interese, Scheider. —él le respondió sin ganas, y sin que le importase que con quién hablaba era el director. Mientras que yo estaba cagada hasta las patas. —Está castigado, y lamentablemente usted también Vogler. Mañana por la tarde tendrán que limpiar la biblioteca.

—No, mañana no, por favor. Tengo el partido de hockey. —el rubio se retiró de allí sin decir más nada dejándome con este viejo canoso. 

—Lo hubiera pensado antes señorita Vogler. Y siga mi consejo y aléjese de Luke Reinhard. 

Salí corriendo detrás de Luke quién todavía estaba cerca caminando en el pasillo, siempre tan tranquilo, tan relajado como si no le preocupara nada. Aunque algo me decía que no era tan así. 

—Por tu culpa estoy castigada.

—¿Mi culpa? Tú eres la que vino a molestarme. Mía, Scheider tiene razón, debes alejarte de mí porque solo te traeré problemas.

—¿Tú quieres que me aleje? —él se quedó en silencio mirándome a los ojos. Eran tan azules, parecían un profundo océano el cual nunca ibas a poder conocer a fondo. Suspiró y acarició el costado de sus labios con la lengua.

—Dime una cosa, Vogler. ¿Por qué estás tan interesada en mí? —no pude responderle porque ni yo sabía la respuesta a esa pregunta, solo me dediqué a sonreírle, él negó con su cabeza y se retiró dejándome sola sin entenderlo. Y era de eso a lo que me refería; no podía entenderlo, estaba asustada porque estaba cayendo a sus ojos océano y estaba dispuesta a seguir en ellos.



I M A G I N E [LIBRO 1] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora