━ 𝐗𝐗𝐕𝐈𝐈𝐈: ¿Por qué eres tan bueno conmigo?

Start from the beginning
                                    

Sentía lástima por las dos. Era evidente que Helga no había superado el fallecimiento de su hija, que si se había llevado a Tanaruz consigo, arrancándola de su mundo y de su cultura, era porque necesitaba llenar ese vacío que había dejado Angrboda. Así como también saltaba a la vista lo infeliz que era la chiquilla, lo mucho que le pesaban los traumas a los que había tenido que hacer frente desde que había visto cómo masacraban a su gente y asesinaban a su familia.

Un nudo se aglutinó en su garganta. Sin poder hacer nada para evitarlo, su retorcido subconsciente la retrotrajo a la época más oscura de su madre. Cuando su hermano Gunnar murió y Kaia, destrozada por la pérdida de su segundogénito, se sumió en un pozo de amargura y desesperación.

Comprimió la mandíbula con fuerza cuando por su mente comenzaron a desfilar imágenes del día en el que su hermano exhaló su último aliento. Jamás había visto a su progenitora llorar de aquella manera, con tanto dolor y desgarro.

—¿Te encuentras bien, Drasil? —La voz de Helga hizo que saliera de su ensimismamiento. Sacudió la cabeza con brusquedad, en un intento desesperado por librarse de esos pensamientos tan lacerantes y tortuosos, y observó a la rubia, que ya había terminado de trenzarle el pelo a Tanaruz—. Tienes mala cara —adujo con palpable preocupación.

Ante ese último comentario, la susodicha carraspeó

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Ante ese último comentario, la susodicha carraspeó.

Batió sus pestañas y retornó a una expresión neutral.

—Sí —se apresuró a contestar, procurando sonar lo más convincente posible. Volvió a centrar toda su atención en el puñal que sostenía en sus maltratadas manos, cuya hoja aún estaba a medio afilar—. Es solo que estoy cansada. No he dormido bien. —Se encogió de hombros con naturalidad.

No mentía. Aquella noche apenas había podido conciliar el sueño. Su mente no había dejado de darle vueltas a la disputa que había tenido con Ivar, quien no lo había dudado a la hora de humillarla y menospreciarla. Y es que El Deshuesado no había tenido piedad con ella. Sus dardos envenenados le habían dado en donde más le dolía, provocando que, de nuevo, la culpa y los remordimientos primaran por encima de todo lo demás.

Aquella evasiva —aunque también reveladora— respuesta pareció saciar la curiosidad de Helga, que la miró con un brillo condescendiente relampagueando en sus iris negros. Le recomendó algunas infusiones de hierbas para tratar el insomnio ocasional y, acto seguido, se despidió de ella, alegando que Tanaruz debía descansar.

En cuanto las figuras de ambas mujeres desaparecieron tras la lona de una de las tiendas que conformaban el asentamiento, Drasil dejó escapar por la nariz todo el aire que había estado conteniendo. Apenas un instante después, se obligó a continuar afilando su daga, dado que quería tener la mente ocupada para no pensar en ciertos temas de los que prefería evadirse. Al menos por el momento.

Se vio tentada a regresar a su carpa, donde podría disfrutar de la compañía de Eivør, quien, tras los excesos de la noche anterior, no se encontraba en muy buena forma. Pero enseguida desechó esa idea. No quería estar encerrada.

➀ Yggdrasil | VikingosWhere stories live. Discover now