Capítulo 3

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-Entonces, ¿me puedes prestar un vestido?

Han pasado casi diez minutos desde que le he preguntado a Ayla por primera vez que si me dejaba un vestido suyo, pero ella me ha ignorado completamente, pues se ha puesto a hablarme de sus cosas. He permanecido callada todo ese rato, esperando para encontrar el momento oportuno para volver a preguntar.

En cuanto se ha callado y le he dicho la pregunta, Ayla me ha mirado mal. Tan mal que podría haber roto un bloque enorme de hielo con esa mirada.

-¿Para qué lo quieres? –me pregunta al fin, mientras juguetea con los rizos de su pelo.

-Esta noche me han invitado a una fiesta para conocer a gente nueva, pero no tengo nada que ponerme.

Ayla deja de toquitear su pelo y me mira fijamente.

-Tengo muchos vestidos pero, ¿para qué iba a prestarte uno, si no eres ni siquiera mi amiga?

-Pensaba que no te importaría.

Sigue mirándome fijamente. Me resulta muy incómodo, porque además estamos solas en su habitación y no hay nadie más con nosotras.

-En realidad no me importa –responde con una voz cortante-, me da igual, pero no creas que porque te preste uno hoy, te los voy a prestar más veces.

Su tono de voz no es nada amigable, incluso da algo de miedo. Se comporta como si fuese una persona superior y mejor que el resto. Como si intentara llamar la atención.

-No soy así.

-Entonces bien. ¿Por qué no puedo ir yo a esa fiesta, si soy mucho más conocida que tú?

En cuanto dice eso, una risa amenaza con salir de mi boca, pero me la aguanto. Aun así no me voy a quedar callada mientras me dice todas esas cosas. Entiendo que yo tenga que tener paciencia porque ahora vivo en su casa, pero no es plan de quedarme callada mientras ella se chulea.

Christina tenía razón cuando me dijo que con el paso del tiempo la terminaría odiando. Puede que la gente le tenga manía por esto, por creerse superior.

-No te niego que seas conocida pero… -le miro fijamente, desafiándole con la mirada-, ¿para bien o para mal?

-Estúpida –me suelta-, no sabes nada sobre mí.

-Y tú sobre mí tampoco, así que si me han invitado es mi problema. De todas formas, es una fiesta en la que vamos a hablar sobre libros.

Esa fue la mentira que me dijo Christina que le dijera para que no viniese. Puede que igual me descubra y me quede sin vestido para esta noche, porque si a eso le sumamos lo que le acabo de decir, puedo terminar mal.

-No sé que clase de fiesta aburrida es esa.

-A mí me encanta leer –le digo, intentando mantener la calma.

Ayla suelta una risa, se levanta de la silla del escritorio y abre el inmenso armario empotrado en el que guarda una gran cantidad de ropa.

Empieza a sacar vestidos y los va depositando sobre la cama, hasta que al final no encuentra más y se da por vencida.

-Estos son todos los que tengo. ¿Cuál es tu color favorito?

-Morado.

Ayla saca un vestido bastante corto y sin mangas del montón. La tela es morada, brillante y flexible. Con ese vestido es imposible ir cómoda, porque tendrías que estar pendiente de si se te sube de por abajo o de si se te baja por arriba. Menudo incordio.

-¿Te gusta? –me pregunta mientras lo pone sobre mí y lo mira.

Niego con la cabeza.

-Preferiría un vestido negro –le digo mientras ojeo el montón de vestidos que hay sobre la cama. Juraría que tiene de todos los colores.

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⏰ Última atualização: Sep 22, 2014 ⏰

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