Capitulo II

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La noche se arrojo sobre el pueblo, el caluroso ambiente del día era remplazado por pequeñas agujas que picaban cualquier grieta dejada por la ropa, las farolas iluminaban tristemente las calles, apenas dejando ver lo que había entre la creciente neblina. Una silueta la atravesó con delicadeza, ensimismada con sus problemas, ella caminaba de forma sensual, tanto que la misma luna la observaba. Una luz de calor en la fría noche, zapatos rojos de tacón alto, suave piel, largo y rubio cabello que tocaba los hombros cubiertos por el abrigo color café. Alguien la seguía de cerca, pero no lo suficiente, no se fuese a dar cuenta. La húmeda lengua remojaba los labios, viendo sus caderas hasta el filo de sus tacones, ¡mierda, se ha dado cuenta! Un torpe intento por acelerar el paso fue frustrado por tan altos zapatos, antes de que lograra pisar la esquina la alcanzo inmovilizándola con los brazos, la lengua probo su dulce cuello como una babosa retorciéndose en el, ¡tan suave piel! ¡tan rico sabor! Pero no es capaz de compararse con el que hay debajo. Saco el cuchillo bajo la gabardina y lo coloco en la piel que anteriormente había probado, una mano en su boca aislaba toda suplica por salvar su vida, el filo del arma se restregó con fuerza y de un tajo se abrió la piel, la sangre brotaba desde su garganta escurriendo por sus pechos hasta caer al suelo. Con gran desenfreno clavo el cuchillo en su espalda, ¡una!, ¡dos!... al final su mente contó diecisiete. Se llevo el cuchillo a la boca, limpiándolo con ese gusano pútrido que llama lengua, abriéndose con su filo, mezclando ambas sangres, espesa y salada, pero deliciosa en todo sentido. El rojizo liquido paso por la garganta ¡tan tibio! Paso la legua por los labios mientras veía su cuello que hace unos segundos había probado, junto con el liquido dentro de él, es como el vino de una cosecha añeja, y esta noche se ha abierto otra botella.

Por la mañana nuestros tres oficiales revisaban el cuerpo. No había duda de que el asesino seguía suelto y seguiría tomando víctimas.

- ¿qué tenemos? Jefe. – pregunto Silvestre mientras se ponía en cuclillas.

- Mujer, entre veinticinco y treinta años, apuñalada en repetidas veces.

- El abrigo no era suyo, por la forma en que va vestida no encaja, además es de hombre.

- Quizá solo tenia mal gusto. – añadió Vicente, siendo ignorado por sus compañeros.

- Yo la conozco – Eduardo se acerco al rostro confirmando sus sospechas. – la vi ayer, en el viñedo.

- En ese caso – Silvestre saco una hoja de su bolsillo tras pensar un momento – es una copia de la declaración a la novia de nuestra ultima... penúltima víctima. Dijo que estuvo con ella todo el día, era su aniversario y festejaron en casa. Cena para dos.

- ¿acompañada de vino?

- Lo mas seguro, Jefe. – Silvestre abrió los ojos, como si su cuerpo finalmente despertara con un escalofrío de motivación, su corazón se acelero al sentir la pista, un paso mas cerca del asesino. – iré a preguntarle.

- Bien, yo haré una visita al hospital, ya debe haber despertado nuestro antiguo sospechoso, Vicente, ve que puedes averiguar sobre el dueño de ese abrigo. Nos reuniremos en el viñedo en dos horas.

El par de horas transcurrió rápidamente, Eduardo ya esperaba a sus dos oficiales, llegando Silvestre primero y Vicente varios minutos después.

- ¿qué tiene jefe? ¿Qué ocurrió con el anterior acusado?

Preguntaron ambos, a lo que les dio una copia de la declaración mientras hablaba.

- es culpable claro, por eso huyo de nosotros, pero no de los asesinatos. Le robaba a su jefe, sacaba una o dos botellas de la cava al día para revender. Se llevo mucho mas de lo que merecía con la patada del caballo, ya veremos si Gustavo presenta cargos, de momento es buen pretexto para regresar sin levantar tanta sospecha. ¿cómo les fue a ustedes?

Ai ajuns la finalul capitolelor publicate.

⏰ Ultima actualizare: Mar 16, 2019 ⏰

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