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¿Por que creer en la suerte si todas las personas a las que quiero están marcadas con cicatrices incurables?

¿Por qué creer en el destino si todas las personas que se han cruzado por él me han hecho destrozado el alma?

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Acaricio el suave tacto de mis sábanas acompañadas de esa soledad tan característica suya. Me remuevo en ellas aferrándome a la tranquilidad y la paz que supone estar dormido.
Sin embargo, la realidad contrasta con mis deseos cuando llega a mi madre pidiendo que me levanté de una vez de la cama.
Empieza de nuevo un día más, lejos de mis deseos. Un nuevo día fingiendo felicidad e ilusión, un nuevo día fingiendo que Raoul Vázquez es la persona más decidida de toda Barcelona

Hago caso a las peticiones ahogadas de mi madre y me armo con la mejor sonrisa que ella merece. La doy un par de besos agradeciendo todo lo que hace por mí, me arropo con uno de los mil chándals que tengo en el armario y bajo a desayunar.

La cocina está desolada sin papá y Álvaro al igual que en estos últimos meses. Álvaro no ha vuelto a casa desde el accidente de Sam y papá ni si quiera tiene tiempo de tomar un café por qué se pasa todo el día trabajando y evitando contacto con cualquier persona. Sólo quedamos mamá y yo.
-Raoul,cariño tómate el zumo y las tostadas por si quieres salir a correr.
Sonrío a mi madre y me tomo dos bocados de la tostada antes de poner can't and realize como banda sonora de mis pensamientos.

Empiezo a correr con fuerza golpeando la arena, arrasando así todos mís problemas.Sin embargo, cada vez se extienden más por cada parte de mi cuerpo. Las piernas me pesan y las lágrimas recorren a traición por mis mejillas entrecortando mi respiración, mi garganta arde y las imágenes de mi primo viajan rápidamente por mi mente derrumbando la pequeña coraza que sobrevivía.

Y es así, entre lágrimas y suspiros cuando veo a otra alma rompiendose a los pies de la arena. Sus ojos vidriosos intentan sonreírme mientras que mis labios intentan tranquilizarle a distancia, responde a mí mueca y se dirige hacia mí quitándose las lágrimas que inundan su rostro.

-Lo siento- musita con la voz más indefensa y rota que había escuchado nunca. Me habían dado ganas de arroparle con mis brazos, de limpiarle las heridas y de prometerle cual fuera la cosa de su llanto iba a salir bien, pero claro, no quiero dar falsas promesas.

-¿Por qué?-

- Por no ser la ayuda que precisamente necesitas

Omnipresente-RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora