Cuando los sueños son mas que fantasías ©

Carta 35:

Los dolores de cabeza y espalda continuaban acompañándome; empezaba a asustarme, ya no tenía señales de estar embarazada, los achaques habían desaparecido por completo, todo había desaparecido.

Hablé con Kaimy, como siempre me preguntó si había ido al doctor después de la caída.
Le respondí que no me había parecido importante en ese entonces, ni siquiera le había mencionado a Cameron lo que había pasado.

Aun no me recuperaba de la falsa alarma de aborto que había tenido Kaimy hace dos días; mi corazón se aceleraba al pensar que por mi negligencia hubiera perdido otro bebé. Lo que era peor, era mi primer hijo con Cameron; él ya estaba ilusionado, si lo perdía sería mi culpa y dudo que me llegara a perdonar.

Recordé el día anterior, los hospitales me traían terribles recuerdos, era como una pesadilla interminable. Recordaba a Stella cada segundo, perder el conocimiento en ese momento fue lo peor que me pudo haber pasado después de perderla; me hubiera gustado asegurarme que enserio no había posibilidades de supervivencia en ella.

Kaimy, como siempre, luchaba porque Anderson la ayudara a escaparse del hospital, odiaba las agujas y cualquier cosa que causara dolor.
Anderson solo ponía los ojos en blanco; los cuales tenía rojos llenos de desesperación.
Ya habían perdido una bebe, no quería que perdieran otra.

A ese punto maldecía que a Kaimy y a mí nos pasaran siempre las mismas cosas.
Era como si la vida quisiera darnos el mismo infierno con la misma medida.

Era tan estúpidamente predecible; no entendía como todo podía ser así. Era como si compartiéramos el mismo cerebro, la misma trágica vida. Al menos podíamos estar juntas en ello; comprendernos mutuamente.

Fui al hospital porque debía hacerme cargo de Benjamín y Anthony, quienes estaban con ellos en el hospital, sacando de quicio a Anderson que apenas y podía mantenerse de pie.

Intentando lidiar con sus demonios, los de Kaimy y los de los niños, todo a la misma vez. Cameron me ayudó a llevarlos a casa y los cuidamos toda la noche.
Aun andaban correteando por la casa.

Cameron estaba en su trabajo y yo no me atrevía a ir a la clínica sola.

Kaimy estaba desesperada porque quería que alguien le quitara la vía que le habían dejado en la mano en caso de que debiera volver al hospital durante el día. Le dije que viniera a casa y yo se la quitaría; no tardó en aparecerse; al entrar parecía que la vía la llevaba a ella en lugar de ella a la vía.

Fui por algodón y alcohol, se la quité antes de que pudiera darse cuenta, es más, tuve que decirle que ya no la tenía para que se diera cuenta.

Anthony y Benjamín duraron un par de minutos entre sus juegos y locuras para notar que su madre estaba en la casa. Al notarla pronto estuvieron sobre ella, dándole trabajo, llenándola de cariños y molestándose entre ellos.

Yo abracé a Charlotte cuando vi que se sentía excluida de los cariños de la tía y enseguida se contentó.

Antes de irse de casa, Kaimy me insistió y, prácticamente, me mandó a hablar con Cameron e ir al hospital; pero no me asomaría ahí. Prefería esperar a que amaneciera para ir a la clínica privada, confiaba más en ellos.

Cuando Cameron llegó a casa; guardé el silencio.
No entendía qué me pasaba, sabía que entre más durara sería peor; pero no quería ir a ese hospital, si no estaba muerto, terminarían por matarlo.
No me arriesgaría.

Simplemente, hice la rutina. Cenamos, bañé a Charlotte, esperé con ella hasta que se durmiera; me recosté en mi cama al lado de Cameron.

Él abrazó mi cintura y besó mi mejilla; por alguna razón me sentía arisca. No lo quería tan cerca de mí, aun así, a pesar de la molestia que sentía mi cuerpo. Lo dejé abrazarme toda la noche y aguanté en ardor en mi estómago durante lo que duró la oscuridad.

Cada vez me sentía peor, apenas levantó el sol me levanté de pronto de la cama y manifesté aquel ya intolerable dolor. Cameron se despertó y me miró alarmado; enseguida supo que debía llevarme al doctor o moriría ahí mismo.