Capítulo 4

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Disfrutad del capítulo mis nubecillas de algodón.

Me removí inquieto en la silla. Llevaba más de tres horas encerrado en aquel despacho. Sin hablar con nadie y volcado en los infinitos presupuestos y propuestas que debía aprobar o evadir.

Después de nuestro encuentro en el jardín, no había vuelto a ver a la princesa puesto que había decidido descansar del viaje antes de cenar. Todavía no me puedo creer que estuviera a punto de besarla. En realidad, no estaba para nada interesado en ella. La culpa había sido de su belleza que me atraía. Debo abstenerme de intentar besarla de nuevo y evitar acercarme a ella tanto como en los jardines. Si mi padre me viera podría intentar casarme con ella pensando que me gusta y me niego a ello.

Unos golpes en la puerta me sacan la cabeza de aquel montón de papeles.

-Adelante-di permiso para que entrara. Le pedí a Dios que no fuera Alfred con más presupuestos porque si así era me tiraría ahora mismo sin miramientos por la gran ventana de aquel despacho.

-¿Qué pasa chaval?-grita Erick, mi mejor amigo desde la universidad, entrando con gran entusiasmo en el despacho. Sonrío- No es por ofender, pero menuda cara de amargura que tienes.

Puse los ojos en blanco mientras negaba con la cabeza. Típico de Erick. Restregarme mis múltiples desgracias y defectos. Desde que lo conocí en la Facultad de Leyes se convirtió en mi sombra. A él no le importó que fuera príncipe ni ningún título que tuviera, me consideró su amigo aun sabiendo lo complicada que era mi vida. Ya habían pasado tres años desde que terminamos la carrera y todavía seguía a mi lado. Era el único que conseguía animarme cada vez que me visitaba en aquellas paredes que me recluían dentro del palacio.

-He tenido mucho trabajo- confesé omitiendo la visita de la Corona Rusa. Si algo hay que destacar en Erick era su curiosidad y su falta de vergüenza para hacer cualquier cosa y me negaba rotundamente a que consiguiera ponerme en evidencia delante de mis padres y de la Familia Real de Rusia.

-Bueno- comienza a decir mientras se acomoda en uno de los sofanes del despacho- eso lo soluciona una noche de marcha descontrolada.

-Para ti todo lo soluciona una buena fiesta con alcohol- reí divertido.

-Por supuesto- declaró mi amigo triunfante. El nombre de Erick era sinónimo de fiesta. No había más que verlo. Siempre dispuesto para una noche larga de alcohol y mujeres. Costumbre a la que me uní hace tiempo.

-No cuentes hoy conmigo. Todavía me estoy recuperando de la resaca de ayer- contesté contrariado.

Mi amigo estalló en carcajadas. No era la primera vez que le decía eso y casi con toda certeza dudaba que fuera la última.

-No te me vayas a convertir en responsable ahora, no me jodas-bufó mi amigo mientras se levantaba y se dirigía a la puerta, la cual abrió no sin antes advertirme- a las once y media donde siempre.

Y se fue, dejándome de nuevo solo ante el montón de papeles dispersados por la mesa. Resoplé. Si por mí fuera saldría de aquel despacho para ir a cualquier otro lado. Seguro que era mejor que estar sentado toda la tarde allí.

Resignado a que cedería ante la petición de Erick, terminé mi labor y me fui a descansar a mi habitación antes de la cena donde me tendría que enfrentar de nuevo a la Familia Rusa.

En mi escritorio tal y como había pedido, habían dejado un libro actualizado con la información de todas las monarquías del momento. Lo abrí por el apartado de herederos al trono y busqué Rusia. Y ahí estaba ella en una de las fotos oficiales que la Casa Real toma a sus miembros todos los años por sus cumpleaños. Su expresión era frío y dura ¿Es que siempre era así? No se parecía a la forma en la que la había visto en los jardines. Leí el pie de foto: "Princesa heredera Anastasia Romanov de Rusia. 18 años.2022".

Anillo por compromisoWhere stories live. Discover now