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Su corazón latía con fuerza, se sentía tan triste con todo esto pero ¿Como no estarlo? Se sentía solo, desprotegido, señalado por todas la personas, se sentía tan mierda. Era como si todas las personas se hubieran puesto de acuerdo para dañarlo y hacerlo sentirlo mal. Él sabía que era mala idea, pero era aún peor haber ido a un orfanato y quedarse ahí el resto de su vida, afuera tenía al menos la oportunidad de conseguirse a alguien con dinero y un buen estatus, tal vez así podría encontrar a su familia y a Bill.

Se había sentado en la acera a la afuera de un local con su mochila a un lado, eran al rededor de las 7 de la noche, comenzaba a oscurecer. La piel se le ponía de gallina con la llegada del frío de la noche, sus chamarra GAP no cubria mucho.

Se levanto de la acera después de un rato, tomo su mochila y comenzó a caminar por la calle, habían pasado varios días y en todos, fuera como fuera, había sobrevivido y era lo importante. Había noches en las que prefería pasarla caminando y vagando por ahí como un alma en pena y otras en las que había dormido en la calle. Había conocido el hambre, el frío, el desamparo y la realidad de como era fuera de casa. Echaba de menos a su familia, a su hermana principalmente y a su madre. Extrañaba a Bill, mucho tal vez, pero tenía que aprender a vivir sin él; sin ellos. Estaba pensando mientras caminaba a donde iría. No tenía ni puta idea de a dónde ir o con quien, era horrible sentirse solo, eso lo había comprobado. Entonces, recordó cuando llegaba de la escuela y saludaba a su mamá, se iba a su recamara a leer cómics por el resto de la tarde con un gran bolw de Doritos, extrañaba esos días. Su corazón se rompió un poco más, pero no dijo nada, ni lloró, ni nada por el estilo. Ahora no tenía tiempo para eso.

Tenía que pensar rápido en dónde dormiría o que haría. Pensó y pensó, miró a todas partes; Cómo si eso le fuera a dar la respuesta ante todo lo que pasaba a su alrededor. Se molestó con sí mismos por no haber pensado las cosas antes de salir del estúpido hospital. Se sentía tan impotente. Paro en un poste de luz, recargó su cabeza sobre el y respiro profundo.

-Huele a decepción. -pensó.

No había personas en la calle, estaba solo. Sintió como un carro paro en dónde estaba él. Su corazón comenzó a latir con algo de intensidad y comenzó a sudar frío, pues recordó que los locales de ese lugar cerraban temprano. Escuchó la puerta abriese, también escuchó unos tacones que movían con elegancia y venían hacia él. Se volteó para confrontar al enemigo, trato de poner un rostro serio y lo logró, a pesar de que le temblaban las piernas y sudaba frío.

-Hola -dijo una mujer afroamericana.

Dipper la observó por unos minutos, era muy alta, sus ojos color miel destacaban increíblemente en su piel de color, su cabello rizado y corto. Llevaba puesto un vestido color amarillo con algunos tonos verdes regados, muy elegante; una cartera Channel . Ella tenía porte, tenía clase y tenía belleza, al parecer dinero, ¿Qué más podía pedir en la vida?

-¿Hola? -dijo extrañado, recargando la espalda en el poste de luz.

Ella sonrió. Pero no de manera maliciosa, ella sonrió de manera muy amable y cálida. Su sonrisa era blanca e impecable. Parece importante, pensó Dipper.

-Lo siento, es que... -colocó su mano en sus labios y respiró hondo- sé que llevas aquí un par de días, ¿En dónde estás durmiendo?

Dipper la miró una vez mas de pies a cabeza, su pulso acelerado comenzó a normalizarse al igual que su respiración. Ella no parecía una amenaza.

-Yo... -agachó la mirada- estoy durmiendo en la calle... -susurró. La mujer se quedó perpleja ante aquello, lo miro sorprendida.

Entonces ella lo miró con tristeza, extendió su delgada mano y la colocó en la mejilla de Dipper; ella sentía como temblaba, sentía su miedo y le daban ganas de llorar ante eso. Dipper por su parte solo mantenía la mirada agachada, apoyado aún sobre el poste.

Eres mi niño Where stories live. Discover now