Capítulo 3

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Una cálida bienvenida

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-¡Strange! Estoy aquí -Dijo Wong atravesando la puerta que conectaba a todos los santuarios junto al Kamar-taj.

-¿Porqué gritas? Me asustaste- Se quejó Stephen, cerró el libro que estaba leyendo y se paró prestándole toda su atención.

-El hechicero supremo, señoras y señores- tenía ese tono divertido en su voz.

-¿Ah pasado algo? -Wong estaba feliz y enérgico por lo que relajó sus hombros.

-No, pero tampoco te sentarás a leer libros todo el día.

-He estudiado las posibles amenazas y ninguna parece realmente querer algo con este planeta- bufo y comenzó a caminar sin rumbo alguno por la sala.

-¿Estás seguro? Siempre se puede escapar algo- comentó mientras le seguía el paso. Lo miraba analizante, fijo, queriendo ver lo que sea que no le decía. Confiaba en la dedicación del señor doctor pero nunca es posible saber la verdad absoluta.

-Estoy seguro.

-uhm...-murmuró pensativo- Salgamos a comer algo.

-La única amenaza eres tú para mi bolsillo ¿Debo pagar otra vez? - Perfilaron para la escalera que daba a la puerta principal.

-No tengo nada de dinero que yo sepa, pero dejame buscar.

-En serio ¿no tienes dinero? -Strange comenzaba a bajar.

-apegarse a lo material es despegarse de lo espiritual- Wong iba unos escalones tras él.

-Se lo diré a los de la tienda. Tal vez te ofrezcan un sándwich metafísico de jamón.

-Espera, creo que aquí tengo 100.

-¿dolares?

-Rubias.

-Que equivale a...

-...uno cincuenta.

-bien ¿qué se te antoja?

-No le diría que no a uno de atún con queso.

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El viento era frío en la sombra de los olmos, pero bajo el calor del sol solo era una brisa en un día despejado, es decir, estaba para poncho y bermudas.

Cuando llegaron al pequeño local de comida se sentaron en una de las mesas exteriores que había en esa esquina, donde daba el solcito mañanero, y en donde los autos evitaban circular para pasar directo a la calle principal. Mal para los vendedores, bien para ellos.
Stephen, quien ya había terminado su comida, veía la cara de satisfacción de su compañero mientras caían las últimas migas del sándwich.

-Bien, espero que estés a gusto porque dejé muchos libros por leer.

-Eres un amargado- le respondió con la comida a medio masticar aún en su boca.

-¿Tienes el anillo aquí?

-Es un bonito día para caminar.

-huh-hum, caminaremos entonces- Suspiró. Estaba cansado de no hacer nada pero tampoco tenía ganas de hacer algo. A veces extrañaba los pasillos del hospital.

Stumbling with love.Where stories live. Discover now