Epílogo

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Me desperté molesta por los rayos de sol que impactaban en mi cara y me retorcí entre las sábanas blancas de aquella cama. El olor a mar llenó mis pulmones y el agradable sonido de las gaviotas y las olas me hizo suspirar con una sonrisa.

Me giré con la intención de ocultarme en el cuerpo de Natalia pero no la encontré. Fruncí el ceño confundida y me incorporé despacio, tapando la desnudez de mis pechos con una mano mientras, con la otra, frotaba mi ojo adormilado.

Me envolví en la sábana y me levanté, notando el frío de las baldosas bajo las plantas de mis pies. Las enormes puertas que daban a la terraza estaban abiertas y las cortinas serpenteaban al ritmo del viento que entraba al interior de la casa.

-¿Nat?-Llamé sin éxito. Mantuve la calma y me aproximé a la cocina con la esperanza de encontrarla preparando el desayuno, pero no estaba allí.

Aceleré mis pasos en dirección a la terraza y suspiré cuando la vi. Estaba tumbada en una de las hamacas. Llevaba un bikini blanco que hacía resaltar perfectamente su color de piel, ahora tan moreno después de haber tomado tanto el sol. Unas gafas de sol negras cubrían su mirada y un cigarrillo se consumía entre sus dedos, dando un par de caladas cada dos minutos.

Sonreí levemente y me aproximé a ella despacio, intentando no interrumpir su tranquilidad. Llegué a su posición y la abracé por detrás. Se tensó en un principio ante la sorpresa pero enseguida se relajó y ronroneó como un gato, correspondiéndome al gesto.

-Buenos días, amor.-Susurró. Cerré los ojos y dejé un suave beso sobre su mejilla, manteniéndome por unos segundos.

-Hola.-Saludé, rodeando la hamaca. Abrió sus piernas para dejarme hueco y sonrió al observar mi cuerpo desnudo bajo la sábana.

-Te has venido con la cama.-Se burló, estrechándome entre sus brazos una vez me senté junto a ella.

-No te encontraba.-Expliqué, apoyándome en su pecho y mirando el precioso mar azul, casi cristalino, que se presentaba ante nosotras.

-Estaba pensando.-Dijo, dando una calada más al cigarro y expulsando el humo despacio.

Giré la cabeza para mirarla y levantó las cejas en señal de pregunta. Negué y me incliné en su dirección para darle un tímido beso en los labios.

Soltó una risita y sentí como tiró la colilla al suelo y me agarró la nuca con la mano libre, impulsándome a profundizar el contacto y a jugar con nuestras bocas durante un buen rato.

Me separé con una sonrisa y volví a mi posición anterior, no sin antes quitarle las gafas para picarla y colocarlas sobre mi nariz. Gruñó un poco por la luz pero no me dijo nada ya que en realidad le encantaba cómo me quedaban por la numerosas veces que me lo había hecho saber.

Subió su mano a mi pecho y acarició el colgante que me había regalado el día que fuimos a un mercadillo cerca del pueblo. Era personalizado y tenía una N en el centro, que siempre me colocaba cuando pasaba detrás de mi cuello.

-¿Cuántos días nos quedan aquí?-Pregunté, con una voz profundamente relajada, estaba en paz.

-Dos semanas.-Afirmó, después de unos segundos pensando. Asentí y formé un puchero, no me quería ir.

-Esto es como el paraíso.-Dijo, alucinada con el paisaje.

-Para mí el paraíso es estar contigo.-Admitió, haciéndome sonrojar de inmediato.

-¡No me digas esas cosas!-Exclamé, cruzándome de brazos.-¡Sabes que me pongo nerviosa!

-Sólo digo verdades, nena.-Rió. Golpeé su brazo con suavidad y me hice la enfadada.

Comenzó a dejar besos cortos por mis hombros y mi cuello con el objetivo de animarme y lo consiguió, pues a los pocos segundos ya había comenzado a reír por las cosquillas que me producía.

Volvimos a unir nuestros labios con mi iniciativa y, esta vez, nos mantuvimos durante un buen rato. El beso se comenzó a calentar y tomé la decisión de sentarme a horcajadas sobre su cuerpo.

Soltó un jadeo de sorpresa pero no se apartó, más bien puso sus manos sobre mis muslos y comenzó a acariciarlos con lentitud.

Agarré ambas mejillas y acuné su cara mientras sentía como aumentaba la temperatura entre nosotras.

Separó su espalda de la tumbona y me cogió del culo al mismo tiempo que me levantaba, llevándome con ella hacia el interior de la casa.

Sonreí entre sus labios y me tiró a la cama, quitando de un tirón la sábana que cubría mi cuerpo. Me contempló de arriba a abajo sin ningún tipo de pudor y yo me ruboricé ante la intensidad de su mirada.

Se lanzó a mi cuerpo como una pantera negra y se acopló sobre mis caderas, sujetando mis muñecas por encima de mi cabeza para que no fuera capaz de moverme.

Me quejé entre suspiros pero no tuvo piedad cuando, literalmente, me comió el cuello, arrastrando sus dientes por él y arrancándome un gemido ronco que se escapó de mi garganta sin control.

Continuó bajando por mis pechos y mordió mis duros pezones, haciendo que levantara las mis caderas a modo de expresión de ansia de contacto.

-Natalia, fóllame.-Supliqué, de la manera autoritaria que tanto le gustaba. Gruñó con rabia y, sujetándome con una sola mano, paseó la otra por todo mi cuerpo hasta llegar a mi zona más íntima.

No me hizo esperar y jugó con mi clítoris entre sus dedos. Se movía con una sensualidad sorprendente y me dieron unas ganas terribles de morderle el labio, cosa que hice sin represión.

Sonrió ante el gesto y, de manera desesperada, incrustó dos de sus dedos en mi interior. Abrí la boca con sorpresa y placer e incliné mi cabeza hacia atrás, arqueando mi espalda y soltando un gemido ronco.

-Joder.-Grité, sintiendo como comenzaba con un vaivén cambiante de ritmo. Parecía que estaba bailando sobre mí.

Aceleró sus embestidas cuando notó como mi orgasmo se acercaba y exploté entre sus brazos, casi ahogándome con mi propio placer.

Sonrió con superioridad y sacó sus dedos de mí, chupándolos lentamente. Clavé mi mirada en ella y, al sacarlos de su boca, me los ofreció.

-¿Quieres?

Asentí lentamente y jugué con sus dedos entre mis labios sin quitarle la vista de encima. Tenía las mejillas algo sonrojadas y los ojos completamente oscuros de excitación.

Cuando terminé mi tarea me lancé a por ella, tirándonos así prácticamente toda la mañana en aquel paraíso como eran las Maldivas.

Ahora sí, se acabó. UNA COSA. Voy a ir dejando encuestas importantes sobre la nueva historia en mi Twitter, porque voy a dejar a vuestra mano diferentes aspectos del fic.

Una vez más, gracias por todo el apoyo y los mensajitos de amor, os quiero mucho, de verdad. Para mí el mérito más grande es haber conectado con vosotrxs. ❤️✨

@missbanana027

Aprender. | Albay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora