XXXI

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María, la recepcionista de la oficina, nos había ofrecido salir de fiesta un sábado con la excusa de celebrar que hacía dos años que estaba con su novio, Pablo.

Me pareció un gesto adorable que nos invitara, ya que yo no había tenido mucho contacto con ella y Natalia era una sosa para estas cosas.

-Venga, Nat.-Le supliqué con voz tierna.-Vamos un rato.

Ella estaba sentada en la cama mientras me observaba ir de un lado para otro con el fin de encontrar algo que ponerme para aquella noche. Se cruzó de brazos adorablemente y puso un puchero, negando con la cabeza.

-No quiero.-Murmuró, dejándose caer al colchón.

Paré de moverme y me quedé mirándola un buen rato. Suspiré, me acerqué a ella y analicé mis próximos movimientos. Sabía lo que funcionaría y no dudé en sentarme a horcajadas sobre sus piernas.

Me contemplaba desde abajo con una expresión sorprendida y sonreí levemente mientras le cogía sus dos manos para apoyarlas en mis propios muslos.

-Venga, va.-Le pedí, obligando a que me acariciara.

-Ve tú si quieres.-Dijo, pasando sus dedos por mi piel.-Yo no tengo muchas ganas.

-Pero no es gracioso sin ti, no conozco a nadie.

Se encogió de hombros y cerró los ojos durante unos segundos. Aproveché el momento y me incliné hacia abajo para meter mi cabeza en su cuello. Gruñó un poco pero me abrazó por la espalda con sus dos brazos, metiéndolos por dentro de la chaqueta que llevaba.

Aplasté su cuerpo y llevé mi boca a la su piel para comenzar a repartir besos suaves. Suspiró y me dejó más acceso al inclinar su cabeza hacia un lado.

Llegué a un punto algo más terso y succioné un poco. Jadeó y esa fue mi señal para seguir con lo que estaba haciendo. Mordí su cuello y arrastré mis dientes por él y fui subiendo por su mandíbula.

Movía mis labios con pereza, no era un sentimiento puramente sexual. Sólo me gustaba sentirla así de sensible entre mis brazos.

Continué por su mejilla derecha y pasé por su sien, su frente, hasta llegar a su nariz. Me separé y ella tenía una sonrisa relajada y los ojos levemente entrecerrados. Acaricié sus mejillas con suavidad y me miró después de pestañear un par de veces.

-Como sigas así me voy a quedar dormida.-Susurró con la voz ronca. Solté una risa tranquila y dejé un pequeño beso en su mejilla, separándome de nuevo.

Desenlazó uno de los brazos que estaba en mi espalda y me agarró de la mandíbula con delicadeza. Tiró de mí hacia abajo y me dejó a centímetros de sus labios. Sonrió tímidamente y subí mi vista a sus ojos, los cuales me miraban con adoración.

Me incliné y terminé con la distancia que nos separaba. No profundizamos mucho el beso y a mí no me importó lo más mínimo.

-Ven conmigo, porfi.-Se me escaparon las palabras entre su boca. Dejé un último pico y me dediqué a observarla con un puchero. Rodó los ojos y suspiró.

-Un ratito.-Cedió. Sonreí victoriosa.-Pero si te acurrucas conmigo una hora entera.

-Vamos a llegar tarde.-Coloqué un mechón detrás de su oreja.

-No tanto, hemos quedado a las once y son las seis de la tarde.-Se burló. Le di un golpe en su hombro.

-Me gusta tener las cosas hechas con tiempo.-Expliqué. Soltó una carcajada y tiró de mi brazo para que ambas rodáramos en el colchón hasta que quedé bajo su cuerpo.

-Guapa.-Me confesó en un susurro. Peinaba mis cejas con sus dedos y, en un momento dado, paseó sus labios por mi mejilla para sentirme.

-Qué tonta eres.-Sonreí, jugando con el pelo de la parte de atrás de su cabeza.

Ronroneó como un gato y se abrazó a mí como si en algún momento fuera a desvanecerme entre sus brazos. Metió su nariz en mi pelo rubio y me respiró despacio.

-Hueles súper bien.-Murmuró en mi oído, provocándome un escalofrío que me recorrió la médula espinal.

-Es el champú.-Bromeé, se rió levemente se removió para acoplar nuestros cuerpos perfectamente. Cerré los ojos y metí mis manos por debajo de su camiseta larga, acariciando su espalda.

Se estremeció cuando noté que le hacía cosquillas y bajé al borde de su pantalón de pijama. Levanté la goma y colé mis manos por debajo hasta dar con su culo, quedándome allí sin moverme.

Me miró con una ceja levantada y me encogí de hombros mientras apreté la dura piel con mis dedos. Se rió y negó con la cabeza para volver a colocarla en el hueco de mi cuello.

-Me gusta.-Murmuré con una sonrisa.

-Pues toca.-Se burló. La agarré algo más fuerte y soltó una carcajada tierna.

Paseó una de sus manos por mi costado y me estremecí. Llegó a altura de mi pecho y lo acarició por encima de la tela de mi camiseta al colocarse bien para mejorar el acceso.

-¿Y estas confianzas?-Pregunté burlona. Suspiró con gracia y jugó con mi pezón entre sus dedos.

-Me encantas tus tetas.-Ronroneó.

Metió la mano por debajo e hizo contacto directo. Noté como sonreía y me contagié.

-Tampoco es que tenga muchas.-Admití. Se quejó en un bufido y se incorporó.

-Mira.-Me dijo, levantando mi camiseta para dejarlas expuestas ante su vista. Fruncí el ceño me sonrió, colocándose de nuevo sobre mí.

-¿Qué haces?-Pregunté sin entender. Acunó mis pechos entre sus manos y los acarició con ternura.

-Demostrarte que son perfectos.-Me besó el esternón.-Igual que tú.

Sonreí en grande, tanto que me dolían las mejillas del esfuerzo. Me sonrojé y aparté mi mirada de la suya.

-Boba.-Me quejé. Nunca había sabido como corresponder a sus cumplidos y me avergonzaba mucho.

Holi ❤️

Estoy súper soft pero esto no va a durar siempre así, la people me pide drama y el drama es mi pasión. Os quiero.

Aprender. | Albay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora