Capitulo 13

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Gale POV.

-¿Estás seguro? –le pregunto.

-Lo estoy. Lo deseo.

Lo miro a los ojos durante un par de segundos.

-No sé si...

-¿Por qué no? –me interrumpe rápidamente.

Envuelve mi cuello con sus brazos, y recarga su peso en mí.

-Quiero hacerlo –le aseguro-. Pero... nunca lo he hecho.

Admitirlo me avergonzaba, pero tenía que decírselo.

-Yo tampoco –me dice-. Podemos descubrirlo juntos.

-¿Y si no te gusta?

-Me gustas tú.

Sonrío.

Y acerco nuestros rostros para besarnos.

Peeta está desnudo ya, así que en cuanto coloco mis manos sobre sus glúteos puedo sentir su suave piel.

Pasando mi brazo por detrás de sus rodillas, y sujetando su espalda, cargo su cuerpo con facilidad.

-¿Qué haces? –me pregunta, sorprendido, sujetándose con fuerza a mi.

-Vamos a tu habitación –le digo.

Junto nuestros labios mientras caminamos, y aunque Peeta no pesa demasiado, tengo que tener cuidado al subir las escaleras.

Aunque retiré su pantalón y ropa interior, no se lo había quitado por completo, sino que estaban en sus tobillos aun.

Así que llegando a su habitación lo recuesto en la cama, desabrocho sus botas, y quito toda su ropa, arrojándola al suelo.

Me tomo un largo momento para apreciarlo.

Desde su cabello dorado, despeinado.

Su rostro, rojizo por la excitación, al igual que sus hermosos ojos azules.

Su pecho inflado, su abdomen adornado con bellos dorados, sus muslos anchos, sus pantorrillas infladas, y por supuesto: su erección.

Era exquisita.

Blanca, con venas adornándola. Con un exquisito glande rosado.

Necesito acariciar cada parte de su cuerpo.

Peeta se levanta, sentándose en el borde de la cama, y lleva rápidamente sus manos hacia mi pantalón.

Lo desabrocha, y lo deja caer al suelo.

Siento sus fríos dedos sujetando el elástico de mi bóxer, y lo retira, acariciando mis piernas en el transcurso.

Peeta me mira a los ojos, y después fija su vista en mi erección.

Sin pensarlo envuelve mi miembro con su boca.

Llevo mi vista hacia el techo, disfrutando de la sensación húmeda del interior de Peeta.

Es tan placentero que podría terminar en cuestión de segundos, si quisiera.

Disfruto durante un par de minutos de las maravillas que puede hacer con su boca.

Y en cuanto coloca sus manos sobre mi abdomen me surge una necesidad de sentir su cuerpo por completo.

Así que lo aparto de mí, lo empujo sobre la cama y me recuesto lentamente sobre él.

Sintiendo poco a poco como nuestras pieles desnudas se tocan.

Un espasmo recorre mi cuerpo en cuanto mi miembro se junta al suyo.

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