CAPÍTULO 28

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Ahora empecé a buscar a Dina, fui de un lado para otro, pero no puedo encontrarla.

—¡¡Dina!!—nadie responde, entonces se me ocurrió otra cosa, tal vez si la llamo por su nombre aparezca

—¡Katy!—y así sí funciono, escuche su risa macabra y entonces seguí el sonido.

El sonido me guio de nuevo hasta la casa de mi abuela, al llegar note que la puerta se acaba de cerrar, seguramente entro, fui directo a la puerta, pero apenas tome la perilla vinieron a mi mente las imágenes de mi abuela, pero no de cuando estaba viva, sino de anoche cuando la vi muerta, con las heridas de su cara, y esa sensación de miedo y el escalofrío que corría por mi espalda regreso. Me quede ahí parada con la mano en la perilla de la puerta, ahora dudo en entrar, pero tengo que hacerlo, si no lo hago esto nunca acabara.

—Por Dina— dije para motivarme a entrar.

Gire la perilla, abrí la puerta, respire profundo y entre, todo está igual, desordenado, sucio, y da un aire de soledad, revise la cocina y la sala principal, pero no está, subí las escaleras, trato de no hacer ruido pero cada escalón rechina, al llegar arriba escuche que una de las puertas se está golpeando, o más bien alguien lo está haciendo.

Me acerque a la puerta, no es cualquier puerta, es la de la habitación de mi abuela, en el fondo espero que sea Katy y no mi abuela, al llegar no lo dude mucho y la abrí de golpe, lo primero que vi fue a Dina, o bueno a Katy, en la cama de la abuela, esta recostada como si nada, y con los ojos cerrados. No sé si acercarme o no, el cuarto a pesar de ser de día, está bastante oscuro, así que primero intente llamar su atención para que se levante y no tenga que entrar.

—¿D-Dina?— pero no se movió, ni siquiera abrió los ojos.

—¿Katy?— tampoco causo ningún efecto en ella.

No tengo opción más que entrar, trate de encender la luz pero al presionar el botón no respondió, lo que me faltaba, no hay luz, tengo que entrar así y aunque mis piernas se niegan, cruce la entrada, mis nervios aumentan conforme me acerco a la cama y ella no se mueve, incluso empiezo a sudar, siento algunas gotas corriendo por mi frente, una vez estando lo suficientemente cerca no me atrevo a moverla, ni siquiera sé que esperar.

Con cuidado estire mi mano para intentar moverla un poco del brazo para hacer que despierte, pero apenas toque su brazo ella abrió los ojos, se sentó muy rápido en la cama y me miro, yo retrocedí apenas unos pasos, el miedo empezó a apoderarse de mi cuerpo dejándome paralizada, ella se levantó y corrió hacia la puerta, escuche esa horrible risa, la cual seguramente me causara pesadillas, a penas cruzo la puerta, ésta se cerró de golpe, dejando la habitación sumida en más oscuridad.

Mi respiración se aceleró y mi corazón empezó a retumbar, no quiero moverme, solo pienso en que mi abuela aparecerá de repente, así que mejor corrí a la puerta para salir de ahí, pero al llegar mi abuela se apareció justo frente a mí, impidiendo que saliera de la habitación, retrocedí lentamente hasta que mis piernas chocaron con la cama, ella solo está ahí parada, ¿Qué es lo que quiere?

—Aileen— dijo, me sorprende que sea la misma voz que cuando estaba viva, escuchar su voz me hizo sentir escalofríos, pero no sé si es porque la extrañe o porque ya está muerta.

—¿A-Abuela que... que es lo que quieres?— le pregunte, quizá necesita algo, pero yo tengo la mirada en el suelo, no me atrevo a verla al rostro, me causa miedo y tristeza verla así.

—Ayuda— respondió

—¿Con qué quieres que te ayude?—pregunte temerosa

—No, yo te ayudare a ti— me dijo.

La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora