Capítulo 3: Dragón.

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Oír el quejido de su primo lo confirmó cuanto los demás estaban de acuerdo con el pelinegro. Dioses, él sabía que los golpes con el mazo de Gobber dolían.

–¡COMPÓRTATE! ESTOS NIÑOS SIN EDUCACIÓN. –bufó Gobber.

Hiccup se dio la vuelta para mirar a sus parientes, así como los demás vikingos y uno que otro aldeano curioso. Apreciativamente Hiccup no era el único bien parecido entre su pueblo. Snotlout iba en sus mejores ropas y pieles para la ocasión. Se notaba ademas que todos habían tomado una ducha para atraer a las damas durante la fiesta. Incluso el rudo de Gobber. Su madre, la única mujer de su aldea en venir, tenía un vestido rojo con adornos en oro.

–Incluso la boda es fuera de tiempo, debería ser en pleno invierno. Otoño, hasta las fechas tienen que cambiar para el hombrecillo.

–YA DEJA DE PARLOTEAR O TE VAS A ENTERAR DE PORQUÉ TRAIGO EL MAZO. –Gobber lo amenazó con su mazo. Snotlout optó por hacer caso esta vez.

–Ya está por empezar. –anunció Stoick a sus espaldas–. Cuando suene el cuerno tu subirás las escaleras del muelle y tomarás la cuerda. Tirarás de ella y cuando saques a Camicazi del bote ya será tu esposa. ¿Entiendes?

–Sí, papá. No tienes que repetírmelo. –dijo cansado. Desde que salió de su choza vestido y emperifollado para su boda, no dejaba de repetirle los pasos como si tuviera algún retraso–. Se exactamente qué hacer.

–No tendría que desconfiar de ti si no huyeras con Camicazi en medio de la ceremonia de practica.

–CRÍA FAMA Y ÉCHATE A DORMIR. –Gobber le señaló con su maso.

–Ya. Déjenme. Es mi boda y no quiero salir corriendo. –amenazó en modo de broma. Rascó su hombro. La capa le picaba.

–¡JAJAJA! Como si te dejáramos hacerlo. –Snotlout le pasó por un lado, lanza en mano–. ¡Todos pónganse en su puesto, patanes! ¡Ya casi es hora! ¡Muévete, Fishlegs!

–¿Es necesario cantar a la canción? –preguntó con curiosidad. Varios Vikingos siguieron a su primo, Fishlegs incluido. Formados de manera que Hiccup pasaría por entre ellos hasta el final del muelle donde tomaría una cuerda atada al extremo del bote en el que yacía su pronta esposa.

–Es para recordar el pasado. –dijo Stoick–. Para saber que los malos tiempos se fueron hace mucho. Y que ahora hay paz y que la mantendremos.

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–Piensan que olvidamos los tiempos oscuros –tragó en seco al oír a su padre–. Cuando nuestras hijas eran ofrecidas al dragón. –Lo recordamos y siempre recordaremos a aquél que destruyó al dragón. – Inhaló profundo, sus manos firmemente entrelazadas en su vientre. Las telas la envolvían con delicadeza, pero más que brindarle seguridad, sentía un terrible sofoco–. ¡Ahora nuestras bellezas, nuestras gloriosas hijas, son heroínas de nuestro reinado!

La luz del día la cegó momentáneamente, después de todo había estado mirando el techo del túnel durante tortuosos minutos. Depositada en el agua, comenzó a flotar con un leve empujón hacia afuera. Miró sus pies, las delicadas botas de nieve color blanco, las velas en los costados sobre la madera. Notaba como el lago estaba rodeado por las casas de los nobles, que al final de sus pies estaba el muelle donde en breve aparecería Hiccup y comenzaría a tirar de la cuerda. Ella un día se imaginó casándose, vestida en pieles blancas como de nieve y joyas preciosas. Pero jamás pensó en tener este nudo en la garganta cuando su padre viera que no era Camicazi la que flotaba hacia Hiccup.

Miró hacia donde las doncellas estarían preparadas para lanzar la frutilla. Los puntos rojos chapotearon en el agua. Sus rostros sorprendidos no duraron, pues arrojaron la fruta con renovadas ganas. No pudo evitar tragarse su angustia y responder con la misma esperanza. Todo es por Camicazi.

La Novia del Dragón [Toothcup]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora