Capítulo 28

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Noche de Ópera


La manera en que su marido tuvo en decirle todo aquello la había más que sorprendido, y simplemente le sonrió enormemente. Aquella sonrisa fue un sí mudo por su parte hacia él.

Decidieron salir del camarote, y apenas abrió la puerta Keith, Dorothy estaba por golpear a la puerta.

—Los he venido a buscar para cenar.

—Estábamos saliendo —le dijo Keith.

—¿Te encuentras mejor, Cassie? —preguntó preocupada la mujer.

—Sí, gracias. Esa pastilla que me has dado me ha calmado el mareo terrible que tenía —le respondió con una sonrisa.

—A mí la pastilla me saca de apuros, cuando Anthony quiere salir a navegar en lancha suelo tomarla antes de subir, así no me siento para nada mareada, ahora que tiene barco, creo que todos los fines de semana querrá zarpar y anclar en el medio del océano o ir a otras ciudades de la costa inglesa.

—Seguro que sí.

—Ya sabes que para lo que quieras hablar, aquí tienes una amiga, Cassie —le expresó ella, tomando la mano de la joven mujer, mientras la miraba a los ojos, cuando se quedaron a solas antes de subir a cubierta para cenar.

—Muchas gracias, Dorothy.

—De nada, querida.

Algo le decía a Cassandra que Keith había abierto la boca de más, pero no le dijo nada al respecto a la mujer.

Se sentaron en las sillas alrededor de la mesa que estaba en la cubierta, y comenzaron a cenar tranquilamente, luego de cenar, y acomodar todo, cada pareja entró a su camarote correspondiente, y se prepararon para ir a la ópera.

Mientras Cassie y Keith, se vestían, ella le preguntó a su marido algo que le estaba rondando por la mente.

—¿Por casualidad tú le has dicho algo a Dorothy?

—¿Algo como qué?

—Tú bien sabes bien qué, Keith.

—Sí, a ambos.

—Eso se debía quedar entre nuestra familia, tú y yo —le dijo mientras le propinaba una fuerte cachetada en su mejilla.

—Escúchame bien —le dijo sujetándola de sus brazos—, no es una deshonra ser estéril, ¿o te piensas que siendo madre te hace ser más mujer? Por favor mujer, ya deja a un lado ese tema, ya basta, por favor, Cassandra, no se es más mujer por tener un hijo ninguna mujer, eso quítatelo bien de la cabeza, ¿sí? Ninguno de ellos se rio cuando se los conté, no todos mis amigos son basuras como tú crees que lo son.

—Yo no creo que sean basuras tus amigos.

—Pero lo piensas igualmente.

—Solo que algunos no me caen del todo bien.

—Sí, lo sé, varias veces me has puesto muchas caras.

—Obvio, ¿no?

—Pero te la tienes que aguantar, Cassandra, no puedo dejar de tratarlos, han sido mis amigos de toda la vida.

—Para tener amigos como los que tienes, prefiero tener muy pocos o ninguno, Keith, algunos te quieren solamente por las cosas materiales que tienes, no porque les gusta estar contigo.

—¿Y tú? ¿Por qué me quieres? —le preguntó ardido de tanto discutir entre ellos dos.

—Te desubicaste muy feo —le dijo y fue a calzarse los zapatos rojos.

—Es preferible que termines de arreglarte —le contestó y entró al baño.

Ella por su parte terminó de ponerse el par de aros, la cadena con el colgante, y salió del camarote. Era preferible salir, antes que decirle algo por lo que luego se iba a arrepentir.

Para la ópera, se había puesto un vestido negro con nude comprado por Keith. Sandalias al tono, una cartera de mano, y un conjunto de joyas al tono también.

Pelo semi-recogido y maquillada muy natural.

Cassie se sentó en uno de los asientos con almohadones de la cubierta, y esperó a los demás. Se agachó, apoyando la barbilla contra sus manos, una sobre la otra, que las había puesto sobre la baranda, y miró a la oscuridad del mar. No se distinguía el agua del cielo. Solamente se veían las luces de los faroles del puerto y de yates anclados en el muelle.

—Ya van tres veces, con ésta vez, que te digo que no te agacharas.

—¿Ya están ustedes dos? —les preguntó Dory.

—Sí, Dorothy —le respondió Keith.

—Estás hermosa, Cassie.

—Tú también.

Tony ayudó a bajar del barco a su mujer, y Keith la ayudó a ella a bajarse del barco también. La pareja amiga, fue delante de ellos, Dorothy lo abrazó por el brazo y Cassie al ver la escena, ni siquiera intentó hacer lo mismo. Tomaron dos taxis. El suyo seguía al de ellos. Ninguno de los dos habló durante el trayecto y para Cassie era terrible no conversar con él.

Llegaron alrededor de las once de la noche al teatro. Había una multitud de gente. Y el encargado de las entradas, saludó amablemente a Tony y Dorothy.

—Buenas noches.

—Buenas noches, Billy, ¿cómo estás? —le preguntó Anthony.

—Muy bien, señor, ¿y usted?

—Muy bien también.

—Por aquí, por favor —les dijo y los condujo hacia unas escaleras del costado derecho.

Los ubicó en el palco que la pareja tomaba siempre, y Keith la hizo sentar del lado de la pared, para así él, sentarse en el sillón de al lado que daba hacia el pasillo. La pareja amiga de Keith se sentó en el mismo palco, pero dejando un espacio entre las parejas.

Momentos luego, las luces comenzaron a atenuarse hasta apagarse del todo. Y pronto comenzó la ópera.

 Y pronto comenzó la ópera

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Amor se paga con amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora