Capítulo 33: Tragedia familiar

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Capítulo 33:
Tragedia familiar

No pude hacer nada más que salir corriendo del salón

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No pude hacer nada más que salir corriendo del salón. A los pocos minutos de encontrarme fuera pensando en la advertencia que ya me habían hecho sobre momentos difíciles que llegarían a mi vida, Asier aparece detrás de mí, junto a su primo. Sabe que he visto algo, en ese momento no me pregunta nada, solo me hace subir al auto. Todo el trayecto a casa de mi hermana es en completo silencio, Otto permanece en la parte de atrás siempre pendiente del teléfono.

Cuando el auto se detiene no nos encontramos frente a la casa de mi hermana, sino en el de la casa de una de sus vecinas, porque ya hay varios autos de la policía frente a la de mi hermana, también algunos representantes del Cabildo. El abogado que lleva el caso de mi hermana camina hasta el auto, salgo inmediatamente, pero las piernas no me dan para continuar. A mi cuñado lo han sacado esposado de la casa, tiene varios golpes y las manos manchadas de sangre. Lo suben a la patrulla, y me siento desfallecer, mis piernas ceden con todo el peso de mi cuerpo. Pero me sostienen antes de que pueda tocar el suelo, Otto me levanta mientras que Asier da la vuelta.

Mi abuela Margarita se mueve entre los policías, desde lejos me dedica una mirada afligida. Esto no debía haber pasado, no ahora que Alida ya había reaccionado y denunciado. No cuando ya se iban a divorciar. Asier me abraza. Es fácil mirar a otros muertos, pero no cuando se trata de un familiar, y nadie me preparó para un momento como este. Ni siquiera he llorado porque no tengo las fuerzas para hacerlo.

—Lamento no haber podido llegar a tiempo —dice el abogado. Es un hombre de unos casi treinta años perteneciente al linaje de los herreros, pero sus ojos son de un violáceo muy claro. Me sostengo con fuerza de Asier.

Otto se aleja hacia la casa, lo veo conversar con la policía y luego entra a la casa. Lo han dejado pasar.

—¿Qué fue lo que ocurrió? —me atrevo a preguntar.

—Él perdió los estribos por la demanda de divorcio y llamó para insultarla y amenazarla. Alida me llamó, no quiso llamar su madre para no preocuparla, y tú estabas en la boda de tu amigo, así que prefirió avisarme. Le dije que se mantuviera dentro de la casa, mientras llegaba con la policía —explica con los ojos aguados. Se siente responsable por no haber podido hacer nada—. No sé qué habrá ocurrido dentro, pero cuando llegamos la puerta estaba abierta. La policía actuó inmediatamente, pero ya era demasiado tarde, él ya la había matado.

Tomo un poco de aire, me dedico a respirar por unos largos minutos. Todo esto parece irreal. Como si fuera la escena de una película y no la realidad. Mi abuela termina por acercarse, sus ojos azul verdoso se ven entristecidos ante la fatalidad. Sus pies no tocan el suelo, y sus piernas se mueven al son del viento.

—No lo podíamos evitar —sus palabras son un susurro melancólico.

Delante de nosotros desfila una camilla con una sábana blanca abultada con un cuerpo. Otto sale detrás, y viene hacia nosotros. El abogado se para frente a mí impidiéndome ver a dónde se llevan el cuerpo de mi hermana.

Médium. Espada de hueso (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora