Capítulo 11: Ametz Amaíz

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Capítulo 11:
Ametz Amaíz

Capítulo 11: Ametz Amaíz

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Al principio, cuando el mundo espiritual se reveló ante mis ojos, la reacción de mi cuerpo era paralizarse, la piel erizada y un corazón recio con intenso palpitar. Un miedo que engarrotaba mis músculos y me impedía respirar. Mis primeros pasos después de un angustioso sueño estuvieron llenos de tropiezos, horrores y mucho miedo. Miedos que en ocasiones regresan, pero que con los años he aprendido a afrontar. Los pasos hacia esa habitación se reducen de inmediato, solo tengo que dar un movimiento al frente y entraré al mundo que me regresó a la vida, pero Asier no pertenece a ese mundo. Se ha quedado a dos pasos de distancia de mí, a un lado, sin tener contacto visual con el interior de la habitación. Aunque dudo mucho que su hermano se deje ver, puedo percibir su inquietud ante lo desconocido.

—Te esperaré abajo —anuncia con premura. Sus ojos no se mantienen en un mismo lugar, y aunque se desvían por todo el pasillo, no alcanza a mirar la puerta que se encuentra abierta.

—Sí, es lo mejor —acepto. Antes de dar marcha atrás, logra mirar la puerta abierta, y sus ojos dejan entrever una nube de sentimientos donde predomina la tristeza, el dolor y esa certeza de que no volverás a ver a alguien de nuevo. La resignación. Siempre es difícil de aceptarlo y siempre duele como si se desgarrara el alma.

No me había dado cuenta de que lleva un par de dagas ocultas en la cintura, sujetas en la pretina del pantalón y apenas ocultas por su camisa negra. Desvío la mirada antes de que mis ojos se embelesen con su masculino cuerpo.

Cubro los últimos pasos y estoy dentro. El chirriar de la puerta me indica que ha sido cerrada a mis espaldas. La habitación es pequeña, con paredes blancas perladas que dan la impresión de brillar con los pocos rayos del sol que se cuelan por la ventana entreabierta, permitiendo que una fresca y suave brisa me acaricie el rostro. Una cama perfectamente arreglada, un armario con puertas selladas y un escritorio con tres libros apilados a un lado y unas pocas pinturas y pinceles en el otro, son los muebles que decoran el lugar. Pero lo que llama más mi atención es el caballete que se encuentra a un lado de la cama cubierta por una tela blanca.

Su madre expuso sus pinturas en la sala, pero detrás de esa tela parece haber una oculta, o que no quiso mostrar. Levanto la tela con cuidado y queda expuesto un rostro juvenil. Una joven que fue mostrada al mundo en las primeras planas de los periódicos por su extraña muerte. Ella era hermosa, con una tersa piel blanca salpicada por pecas, unos risueños ojos marrones rodeados de oscuras pestañas y delgadas cejas. Una cascada de sedosas ondas castañas cae sobre sus hombros, que es hasta donde llega la pintura. Sus delgados labios forman una sonrisa que deja entrever su dentadura, como si él la hubiera capturado en una fotografía y no en una pintura.

—Ella es preciosa —susurran detrás de mí. La cercanía hace que mi piel se erice por instinto, como si de un interruptor se tratara.

—Sí. También es la razón de tu muerte —expreso mientras giro para enfrentar al portador de esa voz. Como si hubiera sido un susurro del viento, él se encuentra tendido en la cama con los brazos detrás de la cabeza y la mirada en el techo.

Médium. Espada de hueso (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora